Guerra y paz en Europa

La novela “Guerra y Paz” de León Tolstoi hace una excelente descripción de la sociedad rusa en la época de las Guerras Napoleónicas. En aquella ocasión, los agredidos eran ellos. Ahora se han convertido en los agresores.

En esta guerra, Ucrania se juega su existencia, y los europeos nos jugamos nuestra libertad, seguridad y soberanía frente al imperialismo ruso.

Los ucranianos, con un sorprendente coraje, están combatiendo en una guerra convencional. Sin duda, están pudiendo resistir en gran medida gracias al apoyo militar, político y financiero que los occidentales les estamos proporcionando.

Por nuestra parte, la Unión Europea también está en guerra con Rusia, en la versión que se denomina “guerra híbrida”: despliegues de fuertes contingentes militares en la frontera, con mutuas demostraciones de fuerza y agresivos movimientos terrestres, aéreos y marítimos; amenazas nucleares; sabotajes; ciberataques; chantaje energético; campañas de desinformación; apoyo a los grupos opositores y antisistema para desestabilizar políticamente al contrario; sanciones económicas para hundir la economía,…

Esta guerra ha puesto de manifiesto que nuestros sueños como europeos de vivir en un entorno de seguridad y sin amenazas externas de importancia (salvo el terrorismo islamista y las mafias) no se ajustaban a la realidad.

Hasta el estallido de la Guerra de Ucrania, la estructura militar de la Unión (Política Común de Seguridad y Defensa) había sido generalmente suficiente para responder a las necesidades de defensa y acción exterior de Europa.

Los incidentes fronterizos que hemos sufrido los estados de la Unión Europea en los últimos años han sido de pequeñas dimensiones (Polonia con Bielorrusia, Grecia y Chipre con Turquía, España con Marruecos en Ceuta), y se han resuelto mediante el despliegue de los respectivos ejércitos nacionales en la zona de conflicto, y la amenaza de represalias políticas y económicas por parte de la Unión Europea al estado agresor.

Por otro lado, se han realizado y se están realizando operaciones de estabilización en áreas de interés europeo (antiterroristas en el Sahel, control de flujos migratorios en el Mediterráneo y el Atlántico, contra la piratería en Somalia).

Pero tras la caótica caída de Afganistán en manos de los talibanes, y muy especialmente con la actual amenaza de Rusia, se ha puesto de manifiesto que esta estructura no es suficiente.

En esta guerra hay claramente dos grandes perdedores.

En primer lugar, Ucrania, que de forma involuntaria está sufriendo un tremendo drama humano y la devastación de su territorio.

Por otro lado, Rusia con las pérdidas humanas y las consecuencias económicas y políticas de su acción agresora.

Además, ninguno de los objetivos que perseguía los ha alcanzado: instauración de regímenes “títeres” en Ucrania, Moldavia y Georgia; recuperación del papel de Superpotencia mundial; creación de un área desnuclearizada en los países europeos del antiguo Pacto de Varsovia y retirada de la OTAN de su frontera; erosión de la Unión Europea e imposición de sus condiciones económicas a los países europeos. En vez de una Superpotencia, se va a convertir en un estado gregario de China.

Para la Unión Europea, la guerra está teniendo una cara y una cruz.

Por un lado, estamos sufriendo las consecuencias económicas (inflación, problemas de abastecimiento, incremento de la deuda,…)y hemos perdido autonomía  política y económica al tener que depender de la protección americana, así como hemos perdido capacidad de influencia en el resto del mundo al tener que centrarnos económicamente, políticamente y socialmente en este conflicto.

En la parte positiva, la guerra nos ha impulsado a una mayor integración política, económica y militar (con la excepción de Hungría, cuyos dirigentes políticos mantienen oscuros lazos con la Rusia de Putin).

En el aspecto militar, hay que señalar el incremento de la cooperación militar entre los estados, la creación de un fondo común de compra de armamento y el apoyo económico para el desarrollo de un potente sector industrial ligado a la Defensa. Especialmente, es destacable la creación de una Fuerza de Intervención Rápida dependiente directamente de la Unión. Si quieres la paz, prepárate para la guerra, decían los romanos.

No se puede negar que son pasos positivos, pero insuficientes para conseguir tener autonomía geoestratégica, y defender nuestra soberanía, libertad y modelo de sociedad.

Sin duda, hay dos grandes ganadores en esta partida: Estados Unidos y China.

Estados Unidos ha recuperado su papel de única Superpotencia global y de cabeza del amplio bloque occidental (Unión Europea, Gran Bretaña, Japón,…), a la par que está demostrando su superioridad tecnológica y militar respecto al resto del mundo.

China está sustituyendo a Rusia como referente geopolítico internacional, tanto en Asia, como en África y América. Así mismo, está sabiendo utilizar su enorme poder económico para extender su influencia por todo el mundo (“La nueva ruta de la seda”). Poco a poco está creciendo como Gran Potencia, con el objetivo declarado de ser la Superpotencia de contrapeso a Estados Unidos en 2049 (centenario de la proclamación de la República Popular de China).

Ojalá, no tenga que escribir un artículo titulado “Guerra y Paz, en el mundo”.

 

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