Sacarle los colores a Endesa

La todopoderosa junta de accionistas de Endesa tuvo que escuchar el pasado viernes la situación que padecen los vecinos y vecinas del Distrito Norte de Granada desde hace 14 años y, como ellos, población de otros barrios y municipios granadinos, así como de otras provincias como Almería o Sevilla, por los continuos cortes de luz. Son familias, como ha denunciado Natalia García, delegada de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía en Granada, a los que la compañía eléctrica está causando un grave daño a pesar de estar al día en sus pagos.

Natalia lamentó que no lleguen soluciones y que la única respuesta por parte de Endesa sea la de «criminalizar» a la población de los lugares donde se registran estos cortes, fundamentalmente barrios humildes, «culpándolos de las interrupciones y detallando los millones que invierten» y olvidando convenientemente que en situaciones similares en barrios de Cataluña sí han cesado los cortes, lo que evidencia que acabar con las interrupciones del suministro es posible.

No me negarán que no es alarmante que una empresa, por muy poderosa que esta sea, pueda poner de rodillas a todo un Ayuntamiento y a toda una Junta de Andalucía, para seguir haciendo de su capa un sayo, sin que ni el uno, ni la otra, sean capaces de meterle las cabras en el corral y obligarla a que cumpla sus obligaciones.

Hemos topado en Granada, Andalucía y media España, con empresas suministradoras de bienes de primera necesidad como ENDESA, que amparada en un monopolio de facto, hace y deshace a su antojo, demostrando una falta de empatía hacia sus clientes, impropia de quien detenta un servicio público, como es el suministro eléctrico, imprescindible para nuestra vida económica y doméstica.

Para ENDESA, que de «española» solo tiene el nombre, no cuenta más que el beneficio de sus accionistas a costa de cualquier cosa, incluyendo un pésimo servicio, una peor atención al cliente, un trato lamentable a sus trabajadores y un nulo mantenimiento de las infraestructuras necesarias para un correcto servicio.

Con esas premisas no es de extrañar que los clientes de la otrora joya de la corona de las empresas públicas de este país, se sientan indignados rehenes, de una compañía que no quiere, no sabe, o no puede, dar un correcto servicio a quien lo paga religiosamente y a quienes ante las más que justificadas quejas, por los numerosos y reiterados desaguisados en el suministro, trata con la prepotencia y el desprecio, de quienes se saben blindados por sus mastodónticos servicios jurídicos, frente a la indefensión de sus clientes.

Miles de familias y negocios en Sevilla, Jerez, Córdoba y Granada, son víctimas y rehenes de una compañía que en 2018, fue considerada como la peor empresa del año por los consumidores y protagonizó seis de cada diez reclamaciones contra compañías energéticas con más del triple que IBERDROLA, la segunda en la clasificación.

En Granada más de 1.000 familias de las barriadas Cartuja y La Paz continúan sufriendo cortes de luz, por obra y gracia del pésimo servicio de ENDESA y su absoluto desprecio a las necesidades de sus clientes, lo que está impidiendo que esas mil familias granadinas, que pagan religiosamente unas facturas nada baratas, puedan hacer una vida normal.

Es cierto que la Junta de Andalucía, está demostrando una incompetencia incalificable a la hora de tramitar los permisos solicitados para renovar los transformadores, ralentizado una solución definitiva al problema que sufre el Distrito Norte desde hace diez años, pero no lo es menos que el trato de ENDESA para con sus damnificados es tan lamentable, como incomprensible la impotencia que acreditan las instituciones, para exigirle que cumpla con sus obligaciones.

¿Se imaginan que esa situación se viviera en las calles Recogidas, Reyes Católicos, Ganivet o Gran Vía? ¿Se imaginan que fueran los Escolapios o los Maristas, los colegios que durante dos semanas solo tuvieran luz durante una hora al día? ¿Cuánto tiempo creen que tardaría ENDESA el resolver el problema? ¿Cuáles serían las sanciones que recibiría la suministradora por parte de las administraciones competentes?

Todas esas preguntas se las repiten, un día sí y otro también, los vecinos de la Zona Norte que, ilusos ellos, siguen convencidos de que todos tenemos los mismos derechos, hayamos nacido donde hayamos nacido y vivamos donde vivamos, aunque ENDESA, ese «pedazo de empresa» que obtuvo el año pasado unos beneficios netos cercanos a los 2000 millones de euros, parece no pensar lo mismo y quizás por ello sigue sin resolver el problema diez años después.

Lo que está ocurriendo en la Zona Norte es una de las mayores injusticias que existe en Granada y los granadinos no solo la estamos permitiendo, sino que los hemos abandonado a su suerte, aumentando con nuestro pasotismo el deterioro de sus condiciones de vida y la brecha social que cada día se hace mayor.

Si como dice ENDESA, la culpa es culpa de los enganches ilegales, si todos ellos contrataran mañana la luz legalmente ¿Se arreglaría el problema? Rotundamente no, porque el problema es que no hay potencia, ni infraestructuras adecuadas para la demanda de esa población. Es ENDESA la que no cumple sus obligaciones y trata de desviar su responsabilidad en una situación que ellos han permitido y se les ha acabado por ir de las manos. Lo de los enganches ilegales no deja de ser una excusa que le viene de perlas a la empresa, para seguir incumpliendo sus obligaciones y no invertir lo que debiera en la renovación de sus instalaciones. Todo por nada. Esa es su filosofía.

Conviene recordar además que a ENDESA se le pagan estas pérdidas en la red, ya que, entre todos pagamos religiosamente ese quebranto y si comprueban sus facturas verán que tienen un concepto al respecto. Si hay enganches ilegales, ese no es pretexto para no dar el servicio, porque las pérdidas se las pagamos entre todos. Ellos nunca pierden.

Insistir en que en la zona norte, aun siendo uno de los barrios más deprimidos de Andalucía, paga la luz religiosamente más del 70% de la población. ¿Dónde están los derechos de ese 70% y quién los defiende? Pero como además, entre todos pagamos la derrama por ese 30% de pérdidas, hay que exigir que den un servicio decente sí o sí.

La Junta de accionistas de ENDESA escuchó impertérrita el chorreo que les propinó Natalia, cuyos argumentos no tuvieron más respuesta que el silencio, ante el cual, no debemos olvidar que cada día que pasa, la brecha que provocan este tipo de situaciones es más profunda y más costará impulsar esas vidas para que prosperen… porque la zona norte es un barrio humilde, no un gueto.

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COMENTARIOS

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    Alfredo Lopez 12 meses

    Parece usted un buen cazador, apunte por tanto a los delincuentes que cultivan marihuana.

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