Último y maravilloso servicio

No suele ser habitual, ni en la política ni en el periodismo, reconocer  méritos públicamente a quienes lidian cada día con la  cosa pública, están expuestos a críticas, a veces feroces, y a una especie de menosprecio que no acabo de entender, máxime cuando hablamos de quienes han decidido dedicar unos años de su vida a servir a la comunidad, echando más horas que un reloj, sometidos al escrutinio diario y, en la mayoría de los casos, perdiéndole dinero a asunto.

Es por ello por lo que quiero dedicar esta columna a uno de esos granadinos que se ha dejado la piel en los últimos años, tanto al frente de urbanismo municipal, probablemente en el peor momento de la historia de esta ciudad, como en su calidad de alcalde del Albayzín, me refiero a Miguel Angel Fernández Madrid, quien pase lo que pase en las elecciones de mañana, no estará, por decisión propia, en el próximo Ayuntamiento.

Vaya por delante que respeto enormemente la decisión de Miguel Ángel, aunque considero una enorme pérdida para esta ciudad que abandone la cosa pública para volver a su puesto de trabajo.

No debemos olvidar que cuando Miguel Ángel recibió el encargo envenenado de ponerse al frente del urbanismo municipal, hace ahora siete años, la policía y la justicia acababan de detener e imputar por medio código penal al alcalde, Torres Hurtado, a su concejala de Urbanismo, Isabel Nieto y a la cúpula del urbanismo municipal. Había que tener mucho valor para aceptar aquella responsabilidad, cuando en los despachos de la delegación había más policías que funcionarios.

Según un dicho taurino, cuando un torero está muy exigido, suele decir aquello de «enfermería o puerta grande», aluden así a los riesgos que el diestro está dispuesto a asumir para alcanzar el triunfo. Pues bien, Miguel Ángel asumió aquel riesgo casi suicida, políticamente hablando, y ahora sale de la vida municipal por la puerta grande.

Primero tuvo que pacificar un área que acababa de ser dinamitada por la UDEF y donde para su señoría era sospechoso hasta el ordenanza de la puerta. No fueron pocos los enfrentamientos con agentes que se creyeron dueños de vidas y haciendas y a quienes Miguel Ángel y su equipo de confianza tuvieron que parar los pies, más de una y más de dos veces. Después tocó recuperar a confianza en un servicio cuya crisis reputacional, en Granada y en todo el país, era mayúscula y más tarde ponerse a trabajar en una materia tan delicada e imprescindible para el funcionamiento de una ciudad, como es el urbanismo.

Tras poner en marcha la revisión del PGOU, que diseñará la Granada de los próximos 20 años, Miguel Ángel se marcha del Ayuntamiento, dejando enjaretado uno de sus proyectos más queridos, que no es otro que el de poner orden en una zona especialmente valiosa y frágil como es el Cerro de San Miguel. La Junta de Gobierno Local del pasado viernes aprobó el Avance del Plan Especial y, con este paso, el inicio de un proceso muy demandado y que se ha prolongado en el tiempo, entre otras razones, por la complejidad para abordarlo.

Como se recoge en el expediente que da cuenta del avance, la ladera del cerro de San Miguel está incluida por el POTAUG dentro de las Zonas de mantenimiento de espacios libres públicos y clasificada por el Plan General de Ordenación Urbana vigente como suelo no urbanizable -rústico según la nueva ley andaluza de urbanismo, conocida como Lista- de protección por legislación sectorial-parques rurales.

Lo que hace el Ayuntamiento, al amparo de lo que establece el PGOU, es «restaurar el orden urbanístico» en esta zona, donde durante años se han sucedido intervenciones para evitar que se sigan ocupando nuevas cuevas. Y ahí está la mayor complejidad de estos trabajos, por la situación de las cuevas, muchas de ellas habitadas pero sin títulos de propiedad por parte de sus moradores, lo que les complica afrontar por ejemplo procesos de expropiación.

Pero si Granada en su conjunto lo va a echar mucho de menos, el barrio del Albayzín, del que ha sido «alcalde» en este último año y medio, aún lo va a extrañar más, porque además de todo lo ya referido respecto al urbanismo, Miguel Ángel ha mantenido, en un contexto financiero muy complicado,  las obras de mejora de pavimentación de calles del Conjunto Histórico; habiendo fijado, definitivamente y con el acuerdo de Cultura, los criterios en cuanto a su diseño y materiales a emplear, a lo que hay que añadir varias operaciones a más largo plazo, como son La iglesia de San Luis y el Paseo Lineal de la Muralla, de Puerta de Monaita al Arco de las Pesas.

Dicen sus vecinos que «Migue», como le conocen cariñosamente, ha sido el mejor alcalde de barrio que haya podido tener el Albayzín, siempre yendo más allá de lo político, entregándose a los vecinos con su generosidad, su particular forma de ser y su saber estar.

Si algo ha caracterizado su papel como presidente de la Junta Municipal del Distrito Albayzín, ha sido su auténtica vocación como servidor público, su entrega personal, humanidad y serenidad en el trato, como así se lo reconocieron y agradecieron, no sólo todas las asociaciones vecinales del distrito, sino también los representantes de los demás partidos, incluso los más duros rivales de la oposición, en su despedida.

Por todo ello, y seguro que hablo en nombre de muchos albayzineros y albayzineras,  quiero desde estas modestas líneas agradecer a Miguel Ángel Madrid, su trabajo, su talante y su talento, aunque lo que sin duda se llevará a casa con mayor satisfacción, es saber que ya forma parte para siempre del patrimonio humano que es el Albayzín, donde seguro seguirá militando con sus vecinos en los años venideros.

¡Que te vaya bonito «Migue»!

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