Avisados estáis

Todos hemos visto algún que otro reportaje televisivo para desmontar a figurados adivinos, hemos leído infinidad de crónicas sobre el crimen organizado, observamos a diario el incumplimiento de promesas por parte de nuestros gobernantes; soportamos un bombardeo constante de noticias falsas, manipulación mediática, lo llaman. Somos conscientes de ello, pues no estoy diciendo nada nuevo y sin embargo, los videntes siguen recibiendo a ingenuos que se dejan engañar a cambio de unos dinerillos; las mafias continúan comprando voluntades a base de plata o plomo; nuestros políticos mienten con tal método que podríamos decir que el embuste está institucionalizado, y lo aceptamos como algo normal. Como normal y consabido es, tristemente, que los medios de comunicación informan de manera subjetiva, con trágico énfasis incluso, sobre aquello que sus amos imponen, así como omiten de igual manera cualquier dato que pudiera despertar alguna, para sus intereses, molesta suspicacia.
Hace más de un siglo que Julio Verne escribía lo que por entonces podía considerarse ciencia ficción; hoy sabemos que era un visionario, y me pregunto entonces, ¿es Isaac Asimov un profeta, cuántos años nos separan de vivir en un planeta compartido con androides, como en Blade Runner, o de instalarnos en un mundo virtual, como en Matrix? ¿Cuándo dejaremos de creer en lo increíble, o mejor dicho, en lo improbable, para centrarnos en lo tangible, en lo palpable, en lo mensurable? “Si quieres conocer el pasado, entonces mira tu presente que es el resultado. Si quieres conocer tu futuro mira tu presente que es la causa.” Esta frase está mal atribuida a Buda, pero qué más da quien la acuñara.
Nos hallamos inmersos en la cuarta revolución industrial, atrás quedan las máquinas, que se sustituyen por robots, nos encaminamos a toda velocidad hacia la inteligencia artificial, la mano de obra desaparece a pasos agigantados, hoy el humano es el último de los recursos. El vehículo autónomo ya es un hecho, ¿acaso no confiamos en nosotros mismos, o es solo una cuestión de rentabilidad económica? A mí no me cabe la menor duda: me decanto por lo segundo, no se conoce guerra que no se haya generado por un conflicto de intereses económicos, por pura codicia, vamos, a las pruebas me remito y antecedentes hay de sobra. Se llegará hasta el extremo más terrible para alcanzar el fin deseado, una y otra vez.
Dicho esto y con toda la información que poseemos, ¿por qué no reaccionamos?: porque no aprendemos, porque el individuo es inteligente, pero la masa es estúpida. A qué seguir entonces con este discurso, se preguntará alguien y le contesto: porque si los defensores de las causas perdidas, los que aún creemos en la utopía, nos diéramos por vencidos, este mundo sería una mierda, con perdón. Porque si nos rendimos, nos aplastan, porque somos incurables románticos, porque tenemos memoria y un mínimo conocimiento de la Historia, y porque a pesar de todo aún conservamos la esperanza. Qué palabra más bonita. La esperanza de que una buena parte de la buena gente, se sume para impedir que se repitan sucesos tan vergonzosos como indignantes, de esos que es mejor olvidar; como por ejemplo: observar cómo se toman las riendas de una institución cualquiera, digamos un ayuntamiento, para aparte de utilizar su gestión en beneficio propio y en perjuicio de los ciudadanos, dejarlo cuando te vas, o al fin te echan, no como un solar, sino como un derribo. O de permitir que el ser humano, a ti te hablo, siga poco a poco siendo relegado al ostracismo y la miseria en favor de los robots. O de consentir que los medios continúen mintiendo y manipulando en función de un interés, haciéndonos comulgar con ruedas de molino hasta que aceptemos que la ruina que está por venir es del todo inevitable.
Por eso me siento en la obligación de rogaros, de suplicaros, tan solo un ejercicio de memoria, de reflexión, de conciencia, de implicación… Para que luego no digáis, eh. Así que… Avisados estáis.

CATEGORÍAS
ETIQUETAS

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus ( )