Bendodo y los tramoyistas

Se abre el telón. Elías Bendodo, consejero de la Presidencia de la Junta de Andalucía, comparece serio, apoyado en un atril perfectamente situado, iluminado por dos focos de luz clara que contrasta con su tez morena maquillada para evitar los reflejos de las cámaras. La voz suena perfectamente nítida anclados los micros a una mesa de mezclas que facilitará la labor de los profesionales de prensa. Su comparecencia dura apenas diez minutos y goza de una puesta en escena intachable que ha contado con el apoyo de al menos tres técnicos, personal del Gobierno de la Junta de Andalucía que con su profesionalidad permite que nada falle y llegue la voz de nuestros representantes. Se cierra el telón. Como digo, la escenificación ha sido impecable, es lo que se espera de tan alta autoridad. En ella ha anunciado que la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales gasta demasiado dinero en personal y que es necesaria una profunda reestructuración.

En realidad no había telón, pero bien podríamos situar la escena en el teatro Alhambra, donde, como de costumbre, no cabría un alfiler en las butacas. Y bien podría no tratarse de un representante político, sino de un cómico que necesita de sus tramoyistas para que la escena sea perfecta, para que el público al otro lado de la cuarta pared se emocione y llore y ría incrédulo mientras asiste a un monólogo en el que se amenaza con cercenar la cultura de la ciudad, y cuando de verdad cerrara el telón, ese público suspira aliviado y reflexiona sobre la importancia en nuestra sociedad de generar conciencia crítica a través de las expresiones artísticas. Bien podría haber sido una función dramatizada de dos horas que habría necesitado de tres o cuatro técnicos para la luz, el sonido, las taquillas o la atención al público. Desde luego mucho más lucida que la representación en la sala de prensa de San Telmo llevada a cabo por Bendodo.

No es una representación, es de verdad. Elías Bendodo critica el gasto en personal de la Agencia de Instituciones Culturales y no descarta despidos porque en realidad nunca consideró importante la cultura, y menos si esta es pública y accesible a la ciudadanía independientemente de sus rentas o procedencia sociocultural. Elías Bendodo cree que es un gasto superfluo el personal que permite que sea posible la cultura y se ejecute el acto de expresión artística. Elías Bendodo no cree en la cultura como elemento generador de identidad reflexiva y colectiva. Los trabajadores y trabajadoras de la cultura se sienten molestos y con razón. En Granada son treinta y seis profesionales en bibliotecas, teatros y otros espacios escénicos, formación, programas de fomento cultural entre escolares o incluso yacimientos arqueológicos. No parecen tantos para tan importante labor, y van a defender sus empleos. Los trabajadores y trabajadoras de la cultura no deberían estar solos en esta reivindicación, porque su trabajo es la cultura a la que accedemos los granadinos y granadinas, uno de nuestros escaparates al mundo, pero también un espacio en el que desplegamos la conciencia colectiva de nuestro pasado y con el que arañamos el futuro. Si queremos que Granada sea cultura, danza, música, flamenco, literatura, cine, empecemos por apoyar y acompañar a sus trabajadoras y trabajadores.

La industria cultural, además de elemento de crecimiento de una sociedad, es un sector estratégico para el desarrollo económico y la creación de empleo en Granada. Su profesionalización y extensión tiene la capacidad de modificar la fisionomía urbana y potenciar otros sectores económicos al aportarles valor añadido. Para que exista realmente una industria cultural en Granada es fundamental un potente sector público que ejerza de motor y de guía para la iniciativa privada. Es innegable que el cambio de modelo productivo en nuestra provincia también pasa por la cultura, y por el sector público cultural.

El calor en estos días de julio es asfixiante y al caer la noche saldremos a la calle buscando distracciones que nos saquen del sopor. Alguna de esas noches, confundiéndonos con turistas, subiremos al Generalife a sentir el aroma de la oscuridad, y al doblar al teatro nos encontraremos con un espectacular montaje en el que brillará la danza y la música de Marina Heredia y Eva la Yerbabuena. Este año, cuando se ilumine el escenario, también veremos a las trabajadoras y trabajadores de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, los que nunca se ven, grandes profesionales detrás de los controles o tras el escenario que pasarán todo el verano, a diario y a deshoras, garantizando que el espectáculo sea un éxito y que volvamos felices a casa. Los artistas detrás de los artistas. Y al bajar el telón también les aplaudiremos a ellos, nos sentiremos parte de nuestra cultura, y no permitiremos que por incomoda el señor Bendodo le meta la tijera.

*Daniel Mesa es Secretario de Organización de CCOO

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