¿Crimen político en Escúzar? (1982)

En 1982 la política se vivía en España con especial intensidad. Posiblemente de modo más decidido en la gran Andalucía que trataba de conformarse a la deriva de los resultados del referéndum del 28 de febrero de 1980 sobre la vía de acceso de la nueva región a la autonomía, con la corrección, principalmente por la izquierda, fuera de las urnas, del resultado que permitiese el alumbramiento del ente andaluz y la gestación del primer estatuto. Así las cosas, cuando llegó 1982 el país se hallaba realmente convulso. De este modo se puede concluir con un somero repaso de las crónicas de noticias del momento, en las que pueden observarse diversas situaciones de conflicto muy conocidas.

Panorama

En el contexto nacional ETA seguía matando con desenfreno, si es que en algo como lo de acabar con la vida de seres humanos pudiera haber mesura. Eran los años de plomo. La sociedad asistía atónita al goteo casi incesante de fallecidos y damnificados en el asunto del síndrome tóxico, que fue como se llamó a las consecuencias físicas causadas por la ingesta de aceite de colza, concluía con duras condenas el terrible suceso represivo desencadenado por determinados elementos aislados de la Guardia Civil conocido como “el caso Almería” y Adolfo Suárez anticipaba que no apoyaría una coalición postelectoral declinando prestar cualquier ayuda al PSOE para gobernar, salvo que respetase el programa mínimo del CDS, porque la modernización de España pasaba por un proyecto político de centro izquierda», rechazando personalmente ocupar una cartera en un Gobierno socialista, aunque sí aceptaría que militantes del CDS fuesen ministros con el Partido Socialista (la historia desambiguada se repite casi cuarenta años después en estos días). A nivel autonómico andaluz el PSOE se preparaba desde su preeminencia en el sur peninsular para dar la batalla por el Gobierno de España. Unión de Centro Democrático se descomponía lentamente en un camino hacia la casi desaparición total que se produciría en poco tiempo, tras los resultados de los comicios del 28 de octubre, cuando el principal partido del centro izquierda, el PSOE, cosecharía su triunfo más rotundo con una mayoría de 202 escaños en el Congreso de los Diputados. Ningún rincón del país era ajeno a estas tensiones. Menos aún en los pueblos pequeños donde por la proximidad entre los contendientes hacía que las relaciones y conflictos se vivieran de modo más apasionado.

Antiguas rencillas

En este contexto genérico en una pequeña localidad granadina, Escúzar, situada en la tranquila comarca de Alhama y el Temple se iba a producir un crimen atroz, tremendo, injustificable desde cualquier posición humana, que fue tildado de suceso político. No fue así realmente. Contemplado hoy día después de casi cuatro décadas, cierto que podría recordar otros tiempos y momentos más lejanos, más propios de la II República cuando se vivieron constantes enfrentamientos entre partidarios de distintas posiciones políticas, patrocinadoras de ideologías irreconciliables, que fueron derivando crimen tras crimen, suceso violento tras suceso violento, hasta desembocar en la Guerra Civil Española (1936-1939). “Un hombre ha resultado muerto a consecuencia de las puñaladas que le infirió un convecino suyo en la localidad de Escúzar, en Granada. El agresor declaró ante la Guardia Civil que había apuñalado a la víctima por viejas rencillas de carácter político”, dijeron las crónicas informativas del momento sobre el suceso.

Según pusieron de manifiesto las primeras diligencias, el agresor y su víctima, se habían encontrado en las proximidades del pueblo, poco antes de la entrada a la localidad viniendo por la carretera de Ventas de Huelma, donde, sin mediar palabra ni discusión alguna, Agustín Núñez, de 62 años, perpetró el crimen. La víctima, Manuel Palma, de 49 años, fue trasladado urgentemente al Hospital Clínico de Granada, donde solo se pudo constatar su fallecimiento. Había muerto prácticamente en el acto, cuando se perpetró la agresión.

La noticia del terrible suceso se extendió por todo el pueblo con la misma rapidez con la que corre un reguero de pólvora inflamado. El móvil alegado por Agustín Núñez ante la Guardia Civil tras ser detenido en la localidad de Las Gabias e interrogado fue el de la existencia entre ambos de antiguas rencillas políticas; que su agresión se debió a las disparidades políticas que mantenía con Palma. Cuando se conoció tal explicación, todo el vecindario se mostró extrañado y contrariado, porque si bien se sabía en la localidad que Manuel Palma simpatizaba con el PSOE, se aseguraba que no era militante del partido, ni mantenía ningún tipo de actividad política en la localidad.

Regresaba a casa

El hecho criminal tuvo lugar el caluroso día 4 de agosto de 1982 cuando Manuel Palma, uno de los 1122 vecinos censados en la localidad de Escúzar, regresaba en su motocicleta hasta su casa procedente desde la vecina localidad de Ventas de Huelma, adonde se había trasladado para cobrar una pensión que recibía mensualmente en la oficina de la caja de ahorros de Granada.

Cerca del pueblo, junto a una desviación que lleva al pequeño anejo de Incar, parece que Agustín Núñez esperaba apostado el paso de alguien, probablemente de Manuel Palma, según declaró algún testigo que observó el acontecimiento. En esto, cuando lo divisó montado sobre su moto, le hizo señales para que se detuviera. Tras advertir la llamada de atención Palma paró el vehículo completamente y sin mediar palabra alguna, fue inopinadamente atacado por su convecino, quien comenzó a apuñalarlo repetidamente, sin darle tiempo ni a poder bajarse de la moto. Núñez le asestó una tras otra, catorce puñaladas en el estómago con un enorme cuchillo de más de veinte centímetros de hoja, que había portado de modo disimulado hasta el momento de perpetrar su acción. De nada sirvieron los gritos de socorro que profirió la víctima cuando fue atacada, ni las llamadas que le hicieron varios vecinos que contemplaron la agresión para que se detuviese. El agresor continuó apuñalando con total frialdad, de modo despiadado y casi metódico, a la víctima, hasta que llegaron varios testigos que acudieron para intentar auxiliar a la víctima. Solo en este momento se detuvo Núñez, que seguidamente partió, con el cuchillo en la mano completamente bañada en sangre, en dirección al interior del pueblo y de su domicilio. Manuel Palma se derrumbó y quedó definitivamente caído junto a su moto sobre un enorme charco de sangre.

Poco después se dio la voz de alarma en la localidad, pero para ese momento el homicida ya había abandonado su casa con rumbo desconocido. El dispositivo policial desplegado y la colaboración vecinal determinaron que Agustín Núñez fuese detenido posteriormente por una patrulla de la Benemérita que le siguió los pasos hasta la localidad de Gabia Grande. Tras oponer cierta resistencia a su detención, el homicida fue conducido hasta el cuartel de la Guardia Civil donde confesaría ante el comandante del puesto haber realizado el crimen «por antiguas rencillas políticas«. En la documentación del atestado, entre las averiguaciones realizadas por los investigadores, queda constancia expresa de que “se sabe en el pueblo que la víctima era simpatizante del partido socialista español, pero no hay constancia de que militara activamente en dicho partido, mientras que el agresor es calificado por muchos vecinos de Escúzar como una persona solitaria y huraña«.

Acaso lo más llamativo de la instrucción de este asunto sea precisamente esto, que, aunque de modo casi unánime los investigadores de la policía y los vecinos de la localidad descartaron las diferencias políticas entre agresor y víctima como auténtica causa del crimen, no se pudo poner en claro la razón real que llevó a Agustín Núñez a cometer su terrible acción. Se barajaron otras hipótesis como causa del crimen, tales como que Palma había impedido en algún momento a Núñez el paso por una vereda colocando unas cañas; otra que aludía a la posible existencia de una deuda pendiente entre ambos y alguna noticia del estilo más que corrieron por el pueblo. Sin embargo, todas resultaron ser inciertas e inventadas, por lo que nada en concreto pudo esclarecerse sobre el auténtico móvil del crimen.

En la documentación existente se puede leer que víctima y agresor tampoco mantenían ningún tipo de desencuentro conocido del que pudiera deducirse tan salvaje crimen, salvo algún leve encontronazo dialéctico con ocasión de sus distintas opiniones políticas, pero insuficiente como para generar tan violento resultado —a Palma le gustaba hablar de política. Era de carácter un tanto “comprometedor” según dicen todavía hoy en el pueblo, pero un hombre bueno que no pasaba de las simples manifestaciones en cierto tono enterado—. Ahora bien y por el contrario sí que varios vecinos que declararon ante la Guardia Civil y en las diligencias seguidas ante el Juzgado de Instrucción de Santa Fe, que Agustín Núñez era políticamente muy de derechas, aunque no reconocieron el móvil político en su acción, señalando que todo debió obedecer a la personalidad fría y maniática de Agustín Núñez, por lo que al final se impuso en la localidad la versión de que el auténtico móvil del crimen fue el de la simple maldad del agresor. De este modo se asentó la versión de que Núñez habría cometido el crimen por el solo deseo de acabar con la vida de Manuel Palma, un vecino muy querido en la antigua alquería de Escúzar y en toda la llanura de Alhama.

Una vieja historia

Una vieja historia fue recordada entonces como, tal vez, vinculada con las “antiguas rencillas políticas” que adujo Núñez ante las autoridades. Según se puede constatar en la documentación incluida en el expediente abierto como causa número 69 del año 1937 del Tribunal de Responsabilidades Políticas, seguido por el delito de Auxilio a la Rebelión, el día 15 de marzo de 1937, cuando contaba con 28 años de edad, fue enjuiciado Manuel Palma Martín, vecino de la localidad de Escúzar, junto a otro vecino, José Aguado Peregrina, éste, al parecer de Gabia Grande. Ambos, José Aguado y Manuel Palma Martín, este familiar directo de la víctima del suceso de 1982, eran de filiación socialista, y tomaron parte en distintos hechos revolucionarios de la República y el 36, como el saqueo del cortijo Santa Catalina, en Chimeneas, donde se apoderaron de ganados y otros asaltos e incendios de cortijos. Con fecha 17 de marzo de 1937, reunido el Consejo de Guerra sumarísimo, «en atención al grado de peligrosidad y perversidad y la gran trascendencia del delito cometido y al grave daño causado, se acuerda condenar a los acusados a la pena de muerte».

Esta lejana historia que se conocía en la localidad y que según manifestaron algunos vecinos a ella se habría referido en alguna ocasión el agresor causando el consiguiente malestar y tensión con la que sería su víctima, señalaron algunos vecinos que pudo estar de algún modo relacionada con el presunto móvil político aducido por Núñez para cometer el crimen, aunque si bien ello no quedó acreditado tampoco durante la instrucción.

Manifestación

Recuerdo perfectamente aquel día del invierno de 1983. Era un lunes nublado y frío. En el que una muchedumbre se agolpaba desde muy temprano ante las puertas del Palacio de la Real Chancillería, en la Plaza Nueva de Granada, donde comenzaría el juicio contra Agustín Núñez, vecino de la localidad de Escúzar, donde había sucedido el crimen que se enjuiciaría y en la que residían la mayoría de los congregados. Siete meses y medio atrás el procesado había apuñalado salvajemente hasta morir a Manuel Palma, de 49 años, de edad.

Los más de dos centenares de vecinos congregados protagonizaron aquella mañana de lunes diversos incidentes y alteraciones de orden público en la puerta de la Audiencia Territorial de Granada, después de que el tribunal decidiera suspender el juicio por el homicidio. La vista de la causa fue aplazada tras la afirmación, por parte del médico forense, de que el agresor padecía trastornos mentales y, por tanto, su actuación el día de autos no fue normal, pudiendo haber actuado en un estado de demencia puntual.

A la vista del juicio en la audiencia granadina habían accedido numerosos vecinos con el alcalde de la localidad a la cabeza. El acto transcurría con normalidad hasta que el tribunal, tras la intervención del forense, deliberó y decidió aplazarla dando plazo para que se evacuase un dictamen forense elaborado por los distintos especialistas que habían atendido a Agustín Núñez, para que determinasen con exactitud el estado psíquico del encausado y la psicopatología que podía padecer. Ante la suspensión, los vecinos de Escúzar que se habían desplazado a Granada se congregaron en torno a la audiencia, increpando al homicida cuando salía para ser introducido en el furgón policial con gritos de: ¡Justicia al asesino! ¡Justicia al asesino!, y protagonizando diversos incidentes con la Policía Nacional, que había reforzado el palacio judicial con un amplio despliegue dado el cariz que tomaban los acontecimientos. Cuentan las noticias sobre el momento como al parecer uno de los policías protagonizó un extraño incidente con un grupo de los manifestantes, a quienes podría haber llegado a amenazar con la metralleta montada y sin seguro.

Tras la salida del enjuiciado de la sala para ser introducido en el interior del furgón celular que habría de conducirlo hasta la prisión provincial, se desataría la tensión. La operación tuvo que efectuarse en el interior del palacio de justicia introduciéndose el vehículo en el zaguán hasta el pie de la escalinata, para después abandonar el edificio protegido por una fuerte escolta policial. En medio de una gran crispación los manifestantes, indignados, se dirigieron por la Gran Vía hasta el Gobierno Civil donde una comisión improvisada formada por cuatro de ellos fue recibida por José Guirao, quién excusó pronunciarse sobre el asunto, “por ser de exclusiva competencia judicial, pero prometiendo investigar el incidente que decían había sucedido con el policía que habría encañonado a algunos vecinos con el arma”. «Iremos a Madrid si hace falta para conseguir que nos hagan justicia«, declararon algunos de los vecinos a las puertas de la sede gubernamental. «Se trata de un caso de crimen premeditado que para nosotros está muy claro, pues conocemos a Agustín Núñez desde toda la vida, y de loco no tiene un pelo«, manifestaron con clara indignación. En especial por las posiciones del abogado defensor que alegó en su escrito de calificación provisional la concurrencia de la eximente de trastorno mental consistente en la existencia de una manía persecutoria de su representado que le afectaba de tal modo que lo hacía padecer un claro desequilibro de sus facultades mentales. Por su parte, el ministerio fiscal, calificó en el mismo escrito procesal que los hechos sucedidos el 4 de agosto de 1982 constituían un delito de asesinato, solicitando la pena de reclusión mayor de veintitrés años de privación de libertad y accesorias para el homicida, Agustín Núñez.

Dictamen, juicio y condena

Finalmente se reanudó la celebración del juicio oral en la Sala de lo Penal de la Audiencia Provincial de Granada. Tras recibirse las conclusiones del dictamen pericial encargado en el que se concluyó que Agustín Núñez sufría de cierta personalidad de tendencia paranoica, que le hacía padecer manías obsesivas, pero sin que tuviese afectada la capacidad de distinguir entre el bien y el mal en el desarrollo de sus acciones, fue finalmente condenado por delito de asesinato, según lo interesado por el Ministerio Público.

Núñez cumplió condena en la prisión provincial de Granada y marchó con una hermana a vivir a Motril, donde murió. A la entrada de Escúzar por el camino de Inca, en dirección a Ventas de Huelma, se localiza una pequeña cruz monumental realizada en piedra blanca, rodeada por una pequeña verja de forja de hierro, erigida en el lugar donde quedó tendido el cuerpo de Manuel Palma el día del crimen.

 

 

 

 

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    Muchas gracias por tu post. Un cordial saludo.

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