Directa al corazón

No por más esperada y temida la sentencia del caso de los ERE, ha sido más demoledora para los implicados, para su partido, para las decenas de miles de militantes socialistas y, por qué no, para la muy deteriorada imagen que de la política y los políticos, tiene gran parte de la sociedad española.

La sentencia dada a conocer el miércoles impacta directamente en el corazón del socialismo, al que le costará mucho tiempo y mucho trabajo, recuperarse de este letal golpe judicial, que para muchos supone una enmienda a la totalidad, a más de una década de gobiernos socialistas en Andalucía y colocar al PSOE, ahora ya sí con sentencia dictada, en lo más alto del pódium de la corrpución, junto con el PP de la Gürtel.

Es cierto que según no pocos expertos, el Tribunal Supremo, que ya en su día entendió que no se produjo la malversación que puede acabar con José Antonio Griñán en la cárcel, podría modificar sustancialmente las condenas; es cierto también que según algún catedrático, como Javier Pérez Royo, la sentencia es “una monstruosidad jurídica” que “pone boca abajo el sistema de gobierno, tal y como aparece en la Constitución”, que raya en “ignorancia inexcusable”, que lo que figuran en ella como hechos probados, “no pueden ser constitutivos de los delitos de prevaricación y malversación” y que un presidente no puede cometer el delito de prevaricación, porque el presupuesto lo aprueba el Parlamento “y el parlamento no delinque”, ante lo cual recomienda a Griñán que se querelle contra los tres magistrados que han dictado la sentencia; pero no lo es menos, que el relato que figura en los más de mil folios de la misma, es absolutamente demoledor para los condenados y para todo lo que representaban, que no es ni más, ni menos, que toda una época del socialismo andaluz, pilar fundamental del socialismo español, del que tanto Griñán, como Chaves, fueron presidentes.

Las “reacciones” que se han producido y las que no, en el seno del PSOE, vuelven a dejar claro que a los partidos de nuestro país, siguen sin acertar a la hora de hacer frente a una crisis de este tamaño y les cuesta lo que no está escrito, pedir perdón a sus militantes, a sus votantes y a la sociedad en general, por este tipo de comportamientos. Echar mano de argumentario y pretender que estos hechos no van con el partido, que sus protagonistas ya no están en el mismo, o que ya se han purgado las responsabilidades políticas, es profundizar en el error e insultar la inteligencia de la ciudadanía.

Dicho lo anterior, las reacciones del PP -tan concernido o más por la corrupción que el PSOE- demuestran que no han aprendido nada de su propia historia y suponen desperdiciar una magnífica oportunidad de haber demostrado altura de miras y lanzar un inequívoco mensaje a la sociedad contra la corrupción. Toda la corrupción y no solo la ajena.

No seré yo quien entre en el lamentable ejercicio de comparar los EREs con la Gürtel, ni de quién es más o menos corrupto. Esa comparación solo nos llevaría a la melancolía y desde luego, en nada ayudaría a la imprescindible regeneración de la política que demanda nuestra sociedad y que es la auténtica prioridad a la que nos enfrentamos.

Exigir dimisiones de quienes nada tuvieron que ver en los hechos objeto de esta sentencia, como Pedro Sánchez o Susana Díaz es, además de inútil, una actuación que la ciudadanía solo entiende como la venganza de la Gürtel y la moción de censura que se llevó por delante el Gobierno de Mariano Rajoy, sumiendo al PP en una de las mayores crisis de su historia. Que Pablo Casado pretenda lavar la Gürtel, con los ERE, es perder una magnífica oportunidad de empezar a cambiar las cosas.

El shock que produce esta sentencia es de tal calibre, que podría llevarse por delante, todo lo bueno realizado durante 36 años de gobiernos socialistas, durante los que, se quiera o no, Andalucía ha avanzado más que en los dos últimos siglos, a pesar de las muchas carencias que aún quedan por resolver. Precisamente por éso es urgente y capital, que el PSOE-A se levante cuanto antes de la lona y empiece a trabajar para recuperar la confianza de los andaluces que esta sentencia ha achicharrado.

Ante la tristeza de miles de socialistas y la indignación de decenas de miles de andaluces y españoles, solo cabe una respuesta, pedir disculpas y convencerles que algo así no volverá a ocurrir en la vida pública, sea quien sea, quien este al frente de ella.

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