¿Granada mirando «pa´ Cuenca?

El bochornoso espectáculo que PP y Ciudadanos están protagonizando en el Ayuntamiento de Granada y que se traduce ya en una perdida reputacional y de prestigio, de incalculables proporciones para esta ciudad, además de objeto de chufla para tertulianos y columnistas de la prensa nacional, podría acabar poniendo a Granada «mirando pa´ Cuenca» … Más concretamente hacia Paco Cuenca, holgado ganador de las pasadas elecciones municipales y única alternativa presentable, para conducir a Granada por ese auténtico frenopático en el que se ha convertido la Plaza del Carmen.

Lo escuchado desde el lunes a dirigentes del PP, de Ciudadanos y sobre todo, a Luis Salvador, pasará a la historia de la infamia, de la indecencia y de la obscenidad política, amén de estudiarse en las facultades de Ciencias Políticas, como uno de los mayores despropósitos perpetrados en la historia de la democracia municipal y en las de medicina, por como un auténtico psicótico, puede vivir en la realidad paralela de creer que puede gobernar una ciudad de 27 concejales, con tan solo dos.

Tras el «papelón» del PP -copartícipe del desaguisado de colocar a Luis Salvador, como alcalde de Granada, para así poderse garantizar el gobierno de otras instituciones de Málaga y Murcia- escenificando el ridículo sainete de renunciar a sus responsabilidades municipales, creyendo que así forzarían la salida del «alcalde menguante» -poco conocen al personaje- y tras las vergonzantes intervenciones de Bendodo y Marín, poniendo cara de poker ante el esperpento que sus formaciones están protagonizando en Granada, parecía difícil que nadie pudiera superar semejantes cotas de estulticia. Sin embargo Luis Salvador lo consiguió, primero con una rueda de prensa digna de ingresar en un psiquiátrico y después con el espantoso ridículo, de reunir a su grupo de whatsapp, para escenificar un supuesto «apoyo popular» en la Plaza del Carmen.

Dentro del «delirium tremens» en el que parece instalado el alcalde de AliExpress, que por desgracia nos ha tocado tener, Salvador transita de ridículo en ridículo sin pudor alguno y con actuaciones que sonrojarían a una banda de piratas. No se explica si no, que alguien que ha sido incapaz de la gestión más elemental en dos años, pueda creerse capaz de sacar adelante esta ciudad, solo con la ayuda de un concejal, o de que el PSOE pudiera prestarse a cualquiera de sus chaladuras de cráneo «morfopsicológicamente» perfecto.

Mientras el trastorno de Salvador y la inanición del PP granadino, sitúan a Granada en una sima de la que nos será muy difícil salir, nuestras ciudades vecinas, como Sevilla, Málaga o Córdoba, vuelan a velocidad de crucero, hacia mercados y proyectos, en los que deberíamos competir, si el liderazgo de la plaza del Carmen no se hubiera convertido en una sucursal de Payasos sin Fronteras, con todos mis respetos hacia los payasos.

Cada día que pase, sin que la megalomanía de nuestro primer edil reciba el adecuado tratamiento, será irrecuperable para Granada. En su perturbación se ve como el «pionero» de un gobierno de funcionarios, en el que los representantes elegidos libremente por los granadinos son perfectamente prescindibles. En lugar de esa paranoia, lo que a día de hoy tenemos en el despacho de la Mariana, es un alcalde zombi, sin más aspiración que llegar al día siguiente.

No es que estemos hablando del peor alcalde en la historia de Granada, o del menos querido, es que hablamos de que tanto él, como quienes lo eligieron y han mantenido hasta esta semana, han llevado a esta ciudad a una situación de auténtica emergencia, como no se ha conocido desde la llegada de la democracia municipal, hace ya 43 años.

Ante un escenario tan insólito como el que nos ha tocado vivir, convendría recordar lo que esta ciudad ha sido capaz de hacer en otros tiempos. Como relatan la historia del año de 1648, también en plena pandemia, cuando no estaban los ánimos de los granadinos para muchas bromas. Dicen las crónicas que «los regidores de la ciudad habían dado muestra de su arraigada incompetencia y egoísmo, el precio del pan hacía imposible su compra, en las calles de la ciudad abundaban los niños desamparados y pidiendo limosna.

El lunes 19 de marzo la gente pobre, malsufrida, comenzó a merodear por el Campo del Príncipe, por la Merced y extramuros de San Lázaro… fue entonces que un jesuita escribió «¡Qué se ha levantado Granada!» Y que en la calle pasaron más de cuatrocientos hombres con palos, muchachos sin número corriendo, dando voces de «¡Viva el Rey y muera el mal gobierno!».

Se dice que el Campo del Príncipe congregó en el motín a más de 5000 vecinos, y el Corregidor Arévalo de Zuazo, huyendo del tumulto, se refugió en busca de protección en San Juan de Dios. Los granadinos clamaron al presidente de la Real Chancillería para que fuera elegido un nuevo regidor en don Luis de la Paz, haciendo honor a su apellido; y así fue: Granada tuvo un nuevo gobierno, mientras que los miembros de su cabildo municipal, muy desprestigiados, prefirieron eclipsarse para no ver vistos.

Salvando las distancias históricas y los procedimientos, no es menos urgente y vital que entonces, un golpe de timón que restaure el buen nombre de una ciudad, que lamentablemente hoy cotiza en rojo, en la bolsa de la reputación, elemento imprescindible para pelear por proyectos de futuro y para ello es fundamental el desalojo inmediato del alcalde zombi, bien vía dimisión del cadáver político en que se ha convertido, bien vía moción de censura, si como parece está dispuesto a quemar Granada, mientras admira su perfil apolíneo en un espejo.

En ambos escenarios el PP puede ir de mano, siempre y cuando no eche en olvido la advertencia de Sebastián Pérez, quien con su salida del PP, pulsó el botón nuclear que ha hecho estallar todo por los aires y que no es otra que no aceptará otro candidato que no sea Paco Fuentes. Si el PP en su laberinto, no cede a esa condición y se mantiene en la opción de Luis González, estará poniendo a Granada «mirando pa´Cuenca» … Concretamente para Paco Cuenca.

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