‘Granada, siglo XXII’

Comenzamos a corroborar que no se podía hacer frente al puente de octubre con cincuenta policías en la calle. Comenzamos a confirmar las sospechas de que la resaca de la fiesta nos ha traído muerte y una Sanidad superada por la maldita circunstancia. Suben los números de hospitalizados, la curva de otoño mira desde la cresta de su ola a la de primavera. Cuando llegue el mes de enero seremos menos granadinos, con familias doloridas, paro y daño. En la fiesta del puente de octubre uno se imagina al coronavirus haciendo botellón, bailando hasta morir, de casa en casa, de barbacoa en barbacoa. Qué divertidos fuimos. Que nos quiten lo bailao.

Comenzamos a tener la convicción de que el modelo de ciudad se lo lleva el viento. El cierre de la hostelería, la caída del turismo, el entorpecimiento de la vida lectiva, hace que esta heroica ciudad que vive al pairo del turismo y la juerga no soporte el envite: no nos salva la actividad esencial, porque Granada, con el tiempo, se ha convertido en algo poco esencial. Ni la vacuna nos salvará del agujero en que nos metimos hace mucho tiempo. El turismo, la hostelería, es una digna y necesaria industria, pero también, una flaqueza, pues crea poca riqueza añadida y se tambalea ante pandemias, amenazas terroristas y otras calamidades. Nadie puede saber qué depara el futuro en un mundo incierto, pero obtenemos convicciones.

Tenemos ya la convicción de que Granada no puede ser el pub de España, la mayor disco conocida, la Ibiza rodeada de tierra. Hay que levantar la ciudad desde su cimiento, construir una ciudad que no solo viva del turismo y de la población universitaria, una ciudad que se hace a sí misma, apuesta por la Ciencia, el Conocimiento, la Cultura, la Creatividad, la Energía alternativa. Ese proyecto, estuvo ahí: el PTS es una de las consecuencias de un sueño que no ha cuajado por entero; el acelerador de partículas y todo su andamiaje industrial es otro sueño que alcanzar; la ciudad europea de la Cultura es solo un hito en el camino, un camino que debe ser más largo; esta tierra debe ser punta de lanza en la energía renovable. Abran ideas, abran el foro. Siéntense: hablen, piensen cuál debe ser la Granada de los granadinos del siglo XXII.

Quizá debiera sustentarse en la infraestructura que ofrece el turismo, la hostelería y una Universidad fuerte y reconocida. Hay Sierra y hay Alhambra, hay Costa y hay centro histórico de sobra. Pero hay que aprender de los tropiezos, hay que pensar un mundo futuro donde existen amenazas: estamos aprendiendo, tenemos la convicción, podemos comprobar que el mundo ya no volverá a ser lo que fue y que Granada debe arremangarse. Estamos en el camino que conduce a un futuro mejor. Hay lunes optimistas.

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