Greenpeace afirma que la sequía de la cuenca del Guadalquivir muestra «la mala gestión de recursos y la contaminación»

Greenpeace afirma que la sequía de la cuenca del Guadalquivir muestra «la mala gestión de recursos y la contaminación»

La organización ecologista Greenpeace ha señalado este martes que la situación de sequía en la cuenca del Guadalquivir, declarada el pasado 2 de noviembre, «ejemplifica» que el problema de la falta de agua no se debe apenas a la disminución de las precipitaciones, «sino que depende también de la mala gestión de los recursos hídricos» y «del grado de contaminación de las aguas».

La organización se ha expresado así en un comunicado en el que ha expuesto algunas conclusiones tras recorrer Andalucía y examinar la cuenca del Guadalquivir, que considera «un buen ejemplo» de la variedad de factores que influyen en el problema. «Allí se pretende justificar como ‘sequía’ una situación de escasez hídrica que ha sido provocada por la enorme demanda de recursos hídricos por parte de los regadíos de uso intensivo –especialmente el olivar–«, ha apuntado.

En este sentido, Greenpeace ha remarcado «que ninguna de las subcuencas de la demarcación del Guadalquivir ha superado el umbral de ‘sequía meteorológica’, es decir, no ha habido escasez de precipitaciones propiamente». El coordinador de Greenpeace en Andalucía, Luis Berraquero, ha destacado que en el contexto actual, en el que la organización se encuentra en proceso de presentación de alegaciones al plan hidrológico de la cuenca del Guadalquivir, «es preocupante la apuesta que este plan hace por el olivar intensivo e hiperintensivo, que puede llevar al colapso hídrico de la misma».

«Deberíamos planificar ya una transición hídrica justa para el sector agrícola andaluz, adaptada a los escenarios de cambio climático», ha remachado. Greenpeace ha recorrido Andalucía para mostrar, en imágenes, las causas y efectos del problema del agua en el conjunto del país, y lo visto muestra «una realidad alarmante», ha subrayado el responsable de agua de la organización ecologista, Julio Barea, quien ha considerado «imprescindible» cambiar el modo en el que se administran los recursos naturales «para mitigar los efectos de la desertificación y las sequías venideras».

En las imágenes obtenidas, Greenpeace ha destacado que se observan «la interacción en el problema» de varios aspectos. Uno de ellos es la apuesta agrícola por cultivos que modifican «masivamente el regadío hacia el intensivo e industrial», tales como el olivar, «que ha pasado a ser el mayor consumidor de recursos hídricos de la comunidad andaluza» o de los almendros, «otro cultivo de secano, donde se han puesto en riego más de 100.000 hectáreas en solo siete años». Ahora, ha destacado, «se está apostando también por cultivos tropicales, como el aguacate o el mango, que son grandes consumidores de agua al necesitar más de 8.000 metros cúbicos por hectárea».

Otros elementos destacados por la organización son el «consumo descontrolado y la mala gestión» que está afectando a los embalses en el conjunto de España, donde actualmente las reservas de agua superficial «apenas» alcanzan el 39%, y la contaminación, aspecto en el aparece como un problema «especialmente grave» el aporte de nitratos y fosfatos procedentes de la ganadería industrial y los vertidos de aguas residuales urbanas e industriales.

Finalmente, Greepeace se ha detenido en el robo de agua y pozos ilegales. «Existen en nuestro país más de un millón de pozos ilegales que extraen, sin control, el equivalente a lo que consumiría una población de más de 110 millones de personas. Estas aguas son un bien público y serán imprescindibles para gestionar con mayores garantías futuras sequías. No controlar estas ilegalidades supone un gravísimo problema que pagaremos en los próximos años, ha afirmado.

La organización ha alertado de que, aunque «los informativos llevan semanas hablando de lluvias, Danas y desbordamientos en distintos puntos del país», dichas precipitaciones «no garantizan las reservas de agua necesarias» para todo el territorio. «Cabe alertar de que España sigue siendo el país de Europa con mayor riesgo de desertificación: el 75% de su territorio se encuentra en peligro de sufrirla y un 6% ya se ha degradado de forma irreversible», ha indicado.

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