«Ir a la escuela es encender un fuego»

El sábado 19 de Junio, a las 11 horas, Pedro Sánchez, Carolina Darias (ministra de Sanidad) y mi querida Isabel Celáa, rindieron un sincero y cálido homenaje a la Comunidad Educativa en el Palacio de la Moncloa, donde invitaron a otros dirigentes, docentes, familias y alumnado. Obviamente, un servidor se quedó fuera de dicha invitación. La verdad es que lo agradezco, ya sea porque no me apetecía viajar a Madrid a hacer un besamanos o porque tendría que ponerme un traje para la ocasión, el cual, seguramente ni me entrase.

Dicen que la curiosidad mató al gato, y eso me ha pasado. Tenía ganas de escuchar el discurso de la ministra de Educación, y sus primeras palabras son: “Ir a la escuela es encender un fuego”. ¡Enhorabuena! ¡No podía haber elegido una metáfora mejor! Las autoridades educativas han sido auténticas pirómanas del sistema educativo.

“Ir a la escuela es encender un fuego”, ya que, si nos retrotraemos al mes de agosto y septiembre del año pasado, mandaron a los centros unas pingües instrucciones para realizar los protocolos COVID para abrir los colegios en condiciones de una nueva normalidad inexistente. Fue realmente incendiario y gratuito, dejar en manos de los Equipos Directivos (docentes en su gran mayoría) la salud del alumnado y sus familias quienes, con su buena voluntad, lo hicieron de la mejor manera posible.

“Ir a la escuela es encender un fuego”, y la verdad es que hemos estado a punto de hacer varias fogatas en sucesivos ataques de locura docente ante la cantidad de “educracia” (modificaciones de las programaciones, seguimientos COVID, protocolos, informes, nueva Ley educativa…) que hemos sufrido durante el curso.

“Ir a la escuela es encender un fuego” a los a los datos reales de los contagios COVID en los centros educativos, ya que han enmascarado los mismos, añadiéndolos como contagios cercanos en otras realidades diferentes a la educativa. Han hecho bailar los datos en su beneficio, vanagloriándose de ser uno de los pocos países en el mundo en mantener las aulas abiertas. Más bien sería que son de los pocos países del mundo que han cremado la realidad.

“Ir a la escuela es encender un fuego….” Y ganas nos dieron cuando en invierno teníamos que mantener las ventanas abiertas para favorecer la ventilación cruzada y reducir la posibilidad de contagios. Dar clase a 11 grados (que marcó el termómetro de mi clase) nos alentaba a hacer una actividad de prehistoria y el descubrimiento del fuego, pero creo que hubiera sido peor el remedio que la enfermedad.

“Ir a la escuela es encender un fuego”, porque el aumento de la ratio en los centros educativos con la nueva Ley en lugar de reducirla, está siendo el caldo de cultivo para un amotinamiento docente en toda regla. Tiene suerte la ministra de tener un claustro aborregado que no es capaz de luchar desde abajo por una educación de calidad e igualitaria. Obedecemos y tragamos…

“Ir a la escuela es encender un fuego”. Eso tienen que pensar tantos docentes que están sufriendo el síndrome del Burnout, que consiste en un estado de agotamiento físico, mental y emocional causado por el cansancio psíquico o estrés que surge de la relación con otras personas en un dificultoso clima laboral.

“Ir a la escuela es encender un fuego”, pero parece que Isabel Celáa es fogofóbica, ya que no se ha acercado a ningún colegio a ver cómo iba el día a día de un aula, y eso que la he invitado de forma pública en repetidas ocasiones a través de su Twitter, pero simplemente me ha ignorado. Una pena… Aunque todavía está a tiempo, ya que quedan unos cuantos días de curso y podríamos aprovechar las altas temperaturas que tenemos y su fuego, para hacernos unos pinchitos y unos choricillos a la brasa.

Permítame decirle para terminar, Señora Celáa, que ir a la escuela no es encender un fuego, porque quien juega con fuego, se quema.

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