Juegos de intereses, también en agosto

Va terminando agosto y, para ser un mes en el que lo que pasa no existe o en septiembre termina por desinflarse -como argumentó Ciudadanos para justificar la ausencia pública de Rivera-, ganas tengo de que acabe. Y les aseguro que no es porque me haya pillado trabajando sino por puro agotamiento mental. De hecho, me he autoimpuesto dosificar de manera responsable las redes sociales y las tertulias como terapia. Y bien que me alegro. Tanto odiador suelto campando a sus anchas no podía ser bueno.

Lo cierto es que, si pudiera hacer desaparecer muchas de las cosas que están pasando lo haría. Empezando por lo que sigue ocurriendo en el Mediterráneo; ese mar que día sí día se traga cuerpos sin vida de hombres, mujeres y niños. Y lo peor, cobardes en las redes aplaudiendo y en los medios justificando. Personas rescatadas por ONGs que desesperados se tiran al mar. Gobiernos inhumanos cerrando puertos y gobiernos incapaces de ofrecer un mecanismo seguro que garantice los derechos humanos de los migrantes, poniendo en peligro la vida de cientos de personas. Y buena parte de la sociedad normalizando que todo esto ocurra sin inmutarse. Un horror.

Por no hablar de los culebrones políticos que no cesan, ante la mirada atónita de quienes esperaban que, tras las elecciones, los partidos políticos se centraran en conformar gobiernos estables que se dedicasen a gestionar la cosa pública y a resolver los problemas de la gente, que son muchos y de necesidades esenciales en algunos casos, y no que siguieran enfrascados en un juego de intereses partidista que sólo sirve para deteriorar aún más la imagen de la política y de los políticos y para minar la calidad de la democracia misma. Basta echar un vistazo a las redes sociales para comprobar que hay muchos i-responsables políticos y simpatizantes de partidos, periodistas incluidos, intercambiando insultos y palabras gruesas, en definitiva, convirtiendo la política en un cenagal.

Ante este panorama, una llega a preguntarse ¿de verdad entendieron el mensaje de las urnas cuando en la noche electoral dijeron que lo habían entendido? Y a responderse, lo entendieron pero de nada sirve porque tenían un plan y de ahí no se mueven, demostrando un desprecio total a sus electores. Triste pensar, y a veces lo pienso, que el plan sea repartirse el botín o romper la baraja, cuando debiera ser consensuar un programa y conformar el mejor gobierno posible para llevarlo a cabo. Lo estamos viendo a todos los niveles y en muchos territorios, empezando por el culebrón PSOE-Podemos a nivel estatal, mientras intentan convencernos de que la responsabilidad es del otro y de que SU plan es lo mejor para nosotros.

Un caso paradigmático lo tenemos aquí mismo, en Granada capital, con un culebrón que ha vuelto a despertar en agosto y que no tiene visos de desinflarse en septiembre. A saber, gana el PSOE las elecciones municipales pero no con mayoría suficiente para poder gobernar, ni aun sumando los votos de Adelante Podemos-IU. Las tres derechas, PP+Ciudanos+Vox, sí suman una mayoría suficiente y comparten un plan: echar al alcalde del PSOE, Paco Cuenca, e impedir que la izquierda gobierne la capital granadina. Después de varios rifirrafes públicos entre los supuestos socios, consiguen sacar a delante su plan y se felicitan públicamente por ello, presentando ante la opinión pública la composición de un gobierno “sólido, fuerte y serio”. Pero va pasando el tiempo, agosto se termina y una se pregunta ¿quién gobierna ahora? ¿quién se ocupa de lo que verdaderamente preocupa a los granadinos y granadinas? Y resulta complicado responden a estas preguntas, la verdad.

Granada tiene alcalde desde hace más de dos meses, sí, Luis Salvador, de Ciudadanos, fruto de un acuerdo con PP y Vox en Madrid, que se enmendó a nivel local porque Sebastián Pérez, líder del PP granadino lo consideró una afrenta, con “un pacto de caballeros” para repartirse el botín: 2 años de alcaldía para Ciudadanos y otros 2 años para el PP y algunas concejalías para Vox, según tengo entendido.

Y a finales de agosto, ese mes en el que lo que pasa no existe, los líderes del PP y Vox vuelven a la carga exigiendo públicamente a Ciudadanos que cumpla con lo acordado, a lo que Ciudadanos contesta con una larga cambiada: se hará lo que digan en Madrid. Pero lo verdaderamente triste es que, a día de hoy, mientras ellos andan enfrascados en sus juegos de intereses, Granada carece de un gobierno estable, de un programa de gobierno o de un proyecto de ciudad, que conozcamos, más allá de anuncios de medidas para salir del paso, algunas bastante preocupantes, todo hay que decirlo.

El bochorno es tal que me permito afearles aquí su conducta nada edificante, una falta de respeto sin parangón a quienes dicen representar. Si su prioridad es mantenerse en el poder sin más, si piensan que la democracia acaba cuando se depositan los votos en las urnas, mejor que dejen a quienes sí están dispuestos a trabajar para mejorar la vida de la gente y tomar las riendas de la ciudad.

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