«La peste escarlata es para señoras»

Pues nada que paso por el kiosko de mi barrio, que el hombre ya me guarda los libros y cuando llegan me avisa. Creo que se va a jubilar gracias a mí, otro que debería ponerme una plaquita. Total, que paso y me dice que tiene un libro de esos para mujeres que nos gustan a las señoras… mirada de cuchillo. ¿Qué señoras? Porque, a ver, a mi madre le encanta Juan y Medio y yo no tengo ni el Canal Sur sintonizado porque me pone nerviosa. Le pregunto que qué señoras y me dice pues que señoras de esas de mi edad. ¿Cómo que de mi edad? Really, George? ¿Me está llamando vieja? ¿Aburrida? Total que le digo que de señora nada, que señora sus cojones y que ya no quiero el libro. Le pregunto que qué libro es y me dice que La peste escarlata. ¿Y eso es de señoras? Yo qué sé, que se lo mire a ver, porque es un libro postapocalíptico después de una pandemia que asola a la humanidad. El caso es que me suena de algo…. De señoras dice…

A ver si nos entra en la cabeza que no hay cosas de niñas ni de niños, de hombres o de mujeres, de señoras o de señoritas… ¡Coño con las etiquetas ya! A lo mejor se está perdiendo el kiosquero un libro que le encantaría por una estúpida etiqueta o porque cómo decía Miguel Bosé los chicos no lloran. ¡Qué gilipollez perder oportunidades por una etiqueta! Aquí todo el mundo le pondría ojitos a Jason Momoa, sean señoras, señoritas, hombres o ancianos. A Juan y medio ya lo dudo más…

Cosas para señoras… tócate los ovarios. A mí las cosas para señoras me cabrean. El otro día empecé a ver la serie esa de Sexo y Vida, una serie que empieza con una mujer monísima, con unas tetas empinadísimas, que vive en una mansión con lago y que tiene un marido con unas tetas mucho mejor colocadas que las suyas. Pues, según ella, el marido rubísimo, petadísimo y altísimo es un amor y no le pone los cuernos ni nada, pero la señora está muy descontenta con su purpurinada vida y se busca un amante. ¿De verdad? ¿Te estás quejando de ser rica, tener un marido con tetas y una mansión con lago? ¿Entonces qué tendría que hacer yo? ¿Tirarme al lago atada a mis libros de victorianas? Bueno que quité la tele y le eché una miradilla a mi marido a ver cómo le podía recolocar las tetas para que le quedarán como al de la serie.

El tema de Los Bridgerton y de las Cincuenta sombras de Grey me lo voy a ahorrar para no dañar sensibilidades, porque vaya… Prefiero las series de turcos empotradores, que por lo menos me río de lo malas que son.

Libros de esos de señoras dice… en fin, tócate los ovarios.

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