La terapia no farmacológica, imprescindible para retrasar la evolución de la enfermedad y mantener la autonomía en pacientes con párkinson

La terapia no farmacológica, imprescindible para retrasar la evolución de la enfermedad y mantener la autonomía en pacientes con párkinson

  • Las personas con párkinson requieren una atención regular con fisioterapia, terapia ocupacional y otras terapias de estimulación
  • En España, un 2% de las personas mayores de 65 años y un 4% de los mayores de 85 padecen párkinson

El párkinson es la enfermedad neurodegenerativa más frecuente, tras el alzhéimer. Se estima que, en España, más de 150.000 personas la padecen. Además, el factor de riesgo más importante es la edad. De tal manera que un 2% de las personas mayores de 65 años y un 4% de los mayores de 85 padecen párkinson en nuestro país.

Los síntomas más característicos de esta patología son motores (temblores, rigidez, lentitud de movimientos e inestabilidad postural…), aunque también pueden manifestarse trastornos cognitivos alteraciones sensitivas o del sueño, disfagia (dificultada para tragar) o estreñimiento. Por tanto, en estos pacientes, se requiere un abordaje terapéutico multidisciplinar y regular que permita una atención eficaz enfocada a retrasar la evolución de la enfermedad y mantener su autonomía y calidad de vida el mayor tiempo posible. En este sentido, las residencias ORPEA cuentan con equipos de profesionales multidisciplinares, especializados en geriatría, que atienden las necesidades sanitarias y sociales de los pacientes con párkinson.

“El tratamiento farmacológico es imprescindible, pero estas personas también requieren de una atención continuada con fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia, psicólogo, en función de las afecciones que presente, y en nuestros centros contamos con estos profesionales, así como con terapias innovadoras y actividades eficaces enfocadas a su cuidado y bienestar”, explica Silvia Lores, coordinadora médico de Residencias ORPEA

Según esta doctora, el principal objetivo que se plantean en los residentes con párkinson es mantener su autonomía y retrasar la evolución de la enfermedad. Para ello, se emplean terapias no farmacológicas basadas en la actividad física, la estimulación cognitiva y la atención psicológica y emocional. “Es importante que se sientan `capaces de hacer’ para estar mejor con ellos mismos y mejorar su autoestima. Así se evita el círculo vicioso de la incapacidad. Para nosotros es muy importante trabajar todos los aspectos, tanto físicos como psicológicos, porque vemos que tienen resultados muy beneficiosos. Y en los centros contamos con una variedad importante de terapias que pueden elegir y que se adaptan a sus necesidades y preferencias”, constata a doctora Lores.

Precisamente, estas preferencias de los residentes favorecen su participación y adherencia a los talleres y terapias, por lo que es crucial que los profesionales de los centros conozcan bien la historia de vida de los mayores.

En primera persona

Genaro tiene 79 años y le diagnosticaron enfermedad de Parkinson hace más de diez años, pero sospecha que la patología apareció algunos antes. Su principal afectación es motora, aunque se queja de que algunas noches no descansa bien. Se mudó a ORPEA hace más de tres años. Decidió que “ya no era buena idea vivir solo en casa. Necesitaba ayuda de manera más constante y pensé que en un centro con servicios especializados estaría más cómodo”, explica.

Según Blanca Díaz, terapeuta ocupacional de ORPEA Madrid Carabanchel, Genaro es una persona muy constante. “Se toma muy en serio su asistencia a gerontogimnasia y a otro taller de prevención de caídas al que se ha apuntado. Y esto es muy importante para conseguir buenos resultados y mantener su autonomía”.

Genaro es consciente de estos beneficios, por eso procura no perderse la cita. “Hay que tener mucha voluntad e insistir. Quiero ser lo más independiente posible y hacer las cosas sin ayuda. Por eso, me esfuerzo y voy al gimnasio. Además, me ayuda a estar más animado. Los días que me levanto peor y asisto a gimnasia, salgo de la sesión y me encuentro mejor”.

En las sesiones de gerontogimnasia, a las que acude los lunes, miércoles y viernes, Genaro trabaja para mejorar muchos de los síntomas que le afectan en su día a día. A través de estiramientos y movilizaciones dirigidas, consigue mejorar su rigidez, temblores, coordinación y equilibrio y reducir el dolor.

Genaro también da mucha importancia a conocer la enfermedad. “Leo y me mantengo informado sobre la enfermedad. Eso me ayuda a conocer y reconocer su sintomatología y a saber gestionarla, además, influye positivamente en mi estado de ánimo”.

Desde su propia experiencia, Genaro recomienda a otros pacientes con párkinson “que estén tranquilos, que se tomen su medicación, que aprendan a convivir con la enfermedad y se esfuercen por mantenerse bien”. Y, sobre todo, “aprovechad los momentos en los que os encontráis bien para hacer todo aquello que os gusta hacer”.

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