Lo temporal y lo estructural

Días atrás, cuando se daban a conocer los datos de desempleo registrado por el Servicio Público de Empleo Estatal correspondientes al mes de febrero de 2021, algunos comentaristas se apresuraban a analizar los mismos y a resaltar lo evidente, a saber, que eran unos malos registros y que la situación de paro había empeorado a consecuencia de la tercera ola de la pandemia. Los más avezados se hacían una pregunta, lógica, pero bastante interesante. La clave, según ellos, estaba en descubrir si esta situación era solo temporal, a consecuencia de la pandemia, o se había hecho estructural, es decir, endémica y permanente en nuestro sistema. Claro, si esto fuera así, las consecuencias serían terribles, pues supondría que, aunque la vacuna nos trajera la normalidad sanitaria en este año, la economía seguiría en crisis mucho más allá de 2021. Nuevamente, el problema se situaba como al principio de la pandemia. Quién y cómo se atrevía a predecir algo así.

Ya he explicado en alguna ocasión que es bastante difícil deslindar la diferencia entre los conceptos de profecía y de predicción, pues predecir significa «anunciar por revelación, ciencia o conjetura algo que ha de suceder». Es decir, en la predicción, aunque también se admite la “revelación”, sin embargo, se deja un espacio para la intervención de la ciencia. Pero si, además, no sólo queremos predecir lo que va a suceder, sino que también nos interesa saber si la situación va a ser estructural (permanente), en lugar de solo temporal, el problema se complica. No obstante, la estadística y la matemática han intentado dar solución a estos problemas.

Como se explicaba en un viejo manual de econometría, que a su vez yo trasladaba a mis alumnos, un cambio estructural establece un comportamiento diferente del modelo para distintas partes de la muestra. Esto sucede cuando trabajamos con datos temporales, pues determinados cambios institucionales, normativos, o hechos exógenos no recogidos en los modelos y que acontecen de una forma puntual, provocan que los coeficientes del modelo no se mantengan constantes, lo cual dificulta una adecuada predicción. Y se nos daba el ejemplo de la economía española desde 1964 a 1998, que sufrió un importante cambio a consecuencia de nuestra entrada en 1986 en la Comunidad Económica Europea. En este caso, fue necesario introducir una variable ficticia, que daba un valor cero a la variable temporal anterior a 1986 y un valor 1 a lo ocurrido con posterioridad. Con esta sencilla técnica se pudo descubrir que ese cambio era estructural y, por tanto, variaba los coeficientes del modelo, por lo que las nuevas predicciones debían realizarse teniendo en cuenta estas variaciones.

Dicho lo anterior, ¿podemos saber si la situación del desempleo en España a partir de febrero de 2021 es estructural? Lo primero que vamos a hacer es un pequeño análisis descriptivo de lo que ha sucedido.

Los datos conocidos de febrero de 2021 nos indican que el paro aumenta, aunque si se entra en su análisis más pormenorizado, la conclusión a la que llegan los gabinetes de algunos sindicatos, como CCOO, es que “el mercado laboral aguanta mejor que en anteriores crisis”. En la recesión anterior, cada mes de febrero se destruían decenas de miles de empleos y los aumentos del paro eran muy superiores a los producidos en este mes.

Lo que ha sucedido es que el paro ha subido en 44.436 personas (+1,1%), que no han podido ser absorbidos por el incremento en el número de afiliados medios al sistema de la Seguridad Social, que ascendió a 20.632 personas (+0,1%). La cifra de 4.008.789 parados (762.742 más que hace un año) ha sido importante, aunque en datos desestacionalizados el paro solo sube en 20.222 personas. El paro solo baja en construcción en 5.116 personas. La precariedad sigue siendo, además, la norma en la contratación, también durante la pandemia, pues en febrero 11 de cada 100 contratos firmados han sido indefinidos y un tercio de estos, ha sido a jornada parcial. En conjunto, solo el 9,7% de los contratos firmados han sido indefinidos, de los que 4 de cada 10 han sido a tiempo parcial.

Y un dato muy importante, a la vez que lamentable, es que la subida mensual del paro se concentra en mayor medida entre las mujeres (31.404 más) que en los hombres (13.032 más). En términos interanuales, sube 354 mil en hombres y 409 mil en mujeres, lo que hace que el desempleo se mantenga feminizado, pues 57 de cada 100 parados son mujeres.

Es interesante fijarse en la evolución del número de trabajadores en ERTE. Según el análisis de coyuntura que realiza el Gabinete Económico de Comisiones Obreras, la cifra de trabajadores en ERTE cierra febrero en torno a las 900 mil personas, que frente a los 3,6 millones que hubo en abril de 2020, supone una notable mejoría, pese a que después del verano han repuntado en unas 200 mil personas. Lo anterior significa que el mecanismo de los expedientes de regulación temporal de empleo y la prohibición de despidos por causa del COVID-19 puestos en marcha a finales de marzo de 2020 lograron frenar desde abril la sangría de destrucción de empleo.

Pero también hemos hecho una nueva predicción estadística de lo que sucederá en los próximos meses. Y los resultados de las estimaciones nos dicen que si las nuevas predicciones que se realizan se producen en la realidad, el panorama será complicado en los próximos meses, con un importante incremento del desempleo a nivel general, que llegará a situarse en 4.502.251 parados en el mes de mayo de 2021. Por sectores, para el mismo mes de mayo, habrá 198.805 en agricultura; 332.593 en industria, 379.451 en construcción y 2.950.234 en servicios.

Lo interesante, además de conocer esta evolución, es responder a la pregunta que nos hacíamos sobre la temporalidad o no de la situación. Para ello, estamos recurriendo a la vieja técnica explicada más arriba de las variables ficticias. En los modelos de series estadísticas esto se denomina análisis de la intervención. La conclusión a la que se podría llegar es que a nivel general, no hay cambio de nivel alguno. Es más, lo que precisamente detecta el modelo es una situación transitoria desde el mes de abril de 2020. Sí lo hay en agricultura, y también en el sector servicios, pero que se transforma en pura innovación en julio. Es decir, solo en el sector de la agricultura se puede concluir que con las nuevas estimaciones se consolida una situación estructural de pérdida de empleo. En el de servicios, habrá que estar a la evolución de los próximos meses.

Por tanto, dado que la situación captada por los modelos no es estructural, sino transitoria, tanto a nivel general, como de la mayoría de sectores, es de esperar que conforme avance la vacunación y, por tanto, la contención de la pandemia, la economía vuelva a situarse en la senda en la que se encontraba en el mes de febrero de 2020. En estas circunstancias urge reforzar las medidas de apoyo a la pequeña y mediana empresa, además de a los autónomos, y comenzar ya a dar las tan solicitadas ayudas directas. Sabemos que en ello están en el Ministerio de Economía. Lo que no sabemos es qué estrategia estarán diseñando en las Comunidades Autónomas desleales (Madrid, Murcia y Andalucía, fundamentalmente), para hacer inviable la aplicación de estas ayudas.

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