Navidades victorianas /parte dos

¿Cómo estáis? ¿Os han reventado ya los tímpanos con la Carey o todavía os queda aguante navideño? Espero que sí, porque todavía no hemos empezado con las fiestas, fiestas….

Este mes os traigo la segunda parte de las navidades victorianas, para que podáis seguir con la tradición y meter algunas cosillas nuevas aparte de la lengua de vaca y las solteronas en la calle hasta que encuentren novio. Y es que los victorianos dan para mucho, por ejemplo, ¿sabéis que los calendarios de adviento son un invento suyo? El Mercadona debería estar agradecido por el chollo del cartón con cinco gramos de chocolate por dos euros… pero claro, ellos no ponían chocolate, colocaban dentro de cada número una historia religiosa que leían junto al fuego con toda la familia. ¡Qué bonito! ¿Os imagináis ahora? Decidle a los niños que se sienten junto al fuego que les vais a leer una historia y encima religiosa…mi hija diría que ella la ve en el móvil y la otra seguramente se comería le libro mientras intentas leérselo porque quiere jugar a la Play y le estás comiendo la oreja.

Los victorianos celebrarán en vez de Papá Noel a San Nicolás el día cinco de diciembre y a los niños de buen corazón les dejaba, ahora sí, chocolate. También las familias les llevaban comida y abrigo a los pobres… en 2023 no iban a dar abasto con la gente cobrando cuatrocientos euros al mes y el aceite a doscientos euros el litro, ahora pobres somos todos. Es que ve San Nicolás el pecio de la gasolina y ni se molesta en venir ¿Cuánta gasolina necesita ese hombre para darle la vuelta al mundo en una noche?
También es victoriana la movida del calcetín que colgaban en la chimenea y para el rollo de los regalos eran más prácticos que nosotros y siempre dejaban cuatro cosas: algo que comer, algo que leer, algo para jugar y algo que se necesitara (como ropa). A mí la verdad es que me parece un plan estupendo, sobre todo lo de la comida. Y es que yo personalmente odio la obligación de regalar cosas a gente que ni me cae bien con la mierda del amigo invisible, pues si el amigo es invisible el regalo también, si no lo ves es tu problema ¡Ja! Yo este año lo voy a seguir y voy a regalar las cuatro cosas: algo de comer (un mojón, que no lleva aceite, ni azúcar, ni harina) algo para jugar (el Satisfyer) algo para leer (Los asesinatos de Coleraine) y algo que necesite cualquiera (un décimo de lotería a ver si le toca y nos saca a todos de pobres).

Para despedirme y no perder la costumbre voy a abrir mi cita bíblica de este año para que guíe mi 2024: «Por más que busqué no encontré; entre mil se puede encontrar un hombre cabal, pero mujer cabal, ni una entre todas.» (Eclesiastés, 7:28).

Pd. Hay que joderse con el Eclesiastés.

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