Ojo al caballo de Troya

Parecía que la sociedad española, a diferencia de lo que estábamos viendo en la mayoría de los países de nuestro entorno, estaba vacunada contra la ultraderecha, pero, lamentablemente, en las últimas elecciones andaluzas hemos podido comprobar que ha sucumbido a la “epidemia”. Finalmente, la extrema derecha y su populismo radical se ha abierto paso para entrar en las instituciones como el caballo de Troya, para destruir el diálogo, el respeto y los valores democráticos que han posibilitado los avances en derechos y libertades que caracterizan los mejores años de nuestra reciente historia democrática.

Pero esto nos es algo que haya ocurrido porque sí. Todavía suenan en mi memoria las palabras de Cándido Méndez, cuando presentaba el balance de legislatura 2011-2015, “Cuatro años de regresión social y económica”, elaborado por la UGT, en el que se ponía cara a la ruptura del modelo de convivencia, provocado por las políticas económicas, sociales y laborales del Gobierno del PP, y cómo esa ruptura había socavado la cohesión social, debilitado la estabilidad política y democrática, y desatado los temores y las incertidumbres de la población, “allanando el camino a populismos y a nacionalismos”.

Y no se equivocó. Si se confirman los resultados de las últimas encuestas electorales publicadas, la extrema derecha va entrar en Parlamentos Autonómicos, en el Congreso y el Senado, en el Parlamento Europeo y en muchos ayuntamientos.

Sin ir más lejos, hace aproximadamente una semana, leía en La Voz de Granada una información sobre los resultados del panel electoral que está desarrollando el PSOE desde diciembre del año pasado, que vaticina la victoria de este partido en la mayoría de los municipios de la provincia con más de 20.000 habitantes, y un posible empate con el PP en Motril y en la Capital. Sin mayorías absolutas y con hasta 7 partidos con representación en los plenos municipales. Y uno de esos partidos es Vox, que puede conseguir 1 ó 2 actas y hasta 3 en Granada Capital. Tenemos un grave problema, pensé.

Porque hay partidos políticos, medios de comunicación y ciudadanos en general que no parecen ser conscientes del peligro real que acecha a la sociedad de ser gobernada por la ultraderecha. Y es que Vox no es sólo el producto de la primera escisión exitosa del PP por el trasvase natural de votos de los herederos de Fuerza Nueva, casi invisible desde que se integrara en sus filas allá por 1982. Es un partido nuevo, posfascista, que diría el historiador Enzo Traverso, porque incorpora “elementos que no pertenecen al fascismo clásico”; sin consistencia ideológica; que añora el franquismo y odia el feminismo por encima de todas las cosas; que atrae a ex votantes de otros partidos, la mayoría de derechas, pero no sólo, y a abstencionistas desencantados de la política; que camufla sus recetas económicas, tan favorables a los intereses de los poderosos y tan dañinas para los trabajadores y los ciudadanos más vulnerables, como las que defienden abiertamente el PP o Ciudadanos, detrás de propuestas racistas, xenófobas, machistas, nacionalistas y banderas, muchas banderas.

Lanzan mensajes simples que cualquiera puede entender sin necesidad de reflexionar o analizar lo que hay detrás; manipulan nuestros sentimientos extendiendo el miedo a perder lo que se tiene, sacando nuestra parte más primaria e inhumana, enfrentando a los que menos tienen con los que no tienen nada y criminalizando a los más débiles.

Algunos ejemplos: Si eres español y no tienes trabajo o tienes un trabajo de miseria, la culpa no es de la reforma laboral ni de los empresarios sin escrúpulos, sino de los inmigrantes que vienen a quitarte el empleo y aceptan cualquier cosa; si los servicios públicos de salud o protección social están deteriorados, no es por los recortes ni por la pésima gestión de la crisis de los gobiernos del PP, sino porque están colapsados por los inmigrantes. Y así todo.

Es responsabilidad de toda la sociedad volver a vacunarnos contra la ultraderecha y su posverdad. Los medios, evitando la publicidad gratis de sus eslóganes llenos de odio y resentimiento e informando con rigor sobre las consecuencias que, de hacerse efectivas las medidas que propone Vox, tendrían sobre nuestra vida, nuestro trabajo, nuestro futuro y el de nuestros hijos; los partidos políticos, evitando el contagio populista y centrando la campaña electoral en los temas que realmente afectan a la vida de la gente y en su forma de abordarlos. Como respuesta general, un uso responsable de las redes sociales porque ahí se mueven como pez en el agua, y el “compromiso sostenido y obstinado de los ciudadanos con que la verdad siga siendo importante para nosotros como civilización”, en palabras del periodista londinense Matthew d’Ancona, autor de Posverdad. La nueva guerra contra la verdad y cómo combatirla (Alianza Editorial, 2019), libro que recomiendo.

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