¿Para cuándo pedir perdón?

La justicia acaba de “reparar” el linchamiento del que ha sido víctima durante los últimos tres años, el hasta ahora jefe de la Policía Local de Granada, José Antonio Moreno, lo que no le hace menos amargo, el infierno que ha tenido que vivir desde que PP y Ciudadanos, entendieran que machacarle de forma miserable, era una buena estrategia para desgastar al en ese momento alcalde, Francisco Cuenca.

Las lágrimas vertidas ayer por Moreno, seguro que son solo una pequeña parte, de las que habrá llorado a lo largo de los últimos tres años, como víctima colateral de la peor forma de hacer política por quienes desde la mayor de las hipocresías, entienden que todo vale para obtener réditos políticos, aunque en ello se incluya jugar con el buen nombre y el honor de un servidor público, de una persona, de su familia y de sus amigos.

La más elemental vergüenza debería haber obligado al alcalde y no hace mucho gran inquisidor, Luis Salvador y a su subalterno y mano que mece la cuna de todas las infamias políticas de los últimos años, Sebastián Pérez, a pedir perdón público e inmediato a José Antonio y si me apuran, a las granadinas y granadinos, por haber sido principales instigadores de uno de los linchamientos más miserables que recordamos.

Para que se hagan una idea de la pesadilla, durante los tres años en que José Antonio ha estado al frente de la Policía Local de Granada, ha visto como eran archivadas dos denuncias que pretendían llevarle al banquillo. Una de ellas impulsada por la exconcejala del PP, María Francés, responsable de la policía con Torres Hurtado y que ahora va a ser enjuiciada por, presuntamente, haber contratado a personas cercanas al PP, para cobrar de Emucesa, sin ni siquiera acudir a su puesto de trabajo.

Nuestros políticos tienen la lamentable costumbre, de utilizar torticeramente a la justicia de este país, para conseguir supuestos beneficios partidarios, aunque para ello perviertan la realidad y no duden utilizar las peores artimañas, sin que semejantes malas artes tengan nunca consecuencias para quienes las promueven.

Ahí tienen ustedes, sin ir más lejos, la película que se está montando Ciudadanos, llevando a la Fiscalía “el drama” del Orgullo, con el que Inés Arrimadas, está consiguiendo una inestimable cuota de pantalla y la pérdida de la poca credibilidad que le quedaba.

Claro, que el caso de la Policía Local de Granada, también es para hacérselo mirar, porque no es de recibo que, durante demasiados años, la policía más próxima a la ciudadanía sea fruto permanente de escándalos, venganzas personales e instrumentalizaciones políticas de la peor calaña.

Aunque se le haya querido poner bajo sospecha, la gestión de Moreno al frente de la Policía Local ha sido tan impecable, como infame la estrategia del PP y Ciudadanos, para desgastar al alcalde y al equipo de Gobierno del PSOE.

Los hechos probados en la sentencia son irrefutables, asegurando que en ningún caso, el trato dado a la denunciante fue ni vejatorio ni humillante. El origen de esta denuncia fue, según ha recordado la sentencia del TSJA, que el examen en la que la agente denunciante subió de categoría, junto a otros compañeros, fue filtrado. Ese escándalo, en la etapa del PP en el gobierno, terminó con estos policías perdiendo el ascenso que habían logrado en unas oposiciones amañadas y fue a José Antonio Moreno, a quien le tocó dar cumplimiento a esa sentencia.

Si en la planta noble de la Plaza del Carmen existiera la más elemental vergüenza torera, el Dúo Dinámico de Salvador y Sebas, Sebas y Salvador, ya habrían pedido perdón a José Antonio, en primera persona y cara a cara. Ya sé que esas disculpas no le harán olvidar las lágrimas, las noches de insomnio, y la indignación acumulada, pero al menos le servirán y nos servirán, para comprobar si queda o no, un solo gramo de decencia en algunos de nuestros políticos.

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