Pasarela electoral en Andalucía

Queda poco más de un mes para que la Sanidad y la Educación públicas precipiten su degradación, para que la misoginia, el racismo, la xenofobia, la negación del pluralismo afectivo y la indignidad sociolaboral avancen, para que el andaluz medio sea cada día más pobre y el señorito andaluz más rico, para que los familiares de las víctimas del franquismo renuncien a recuperar los restos de sus familiares insepultos.

Todo eso, y más, puede ocurrir por la legitimidad democrática que otorgan los votos, aunque se depositen en las urnas con escasa inteligencia y poca responsabilidad. El andaluz españolizado está habituado a caminar con albarcas, la frente gacha y la espalda azotada por el sol y el látigo del señorito. Este andaluz está llamado a tropezar de nuevo en las piedras arrojadas fervorosamente con sus propias manos en cada cita electoral.

El señorito Juanma reniega de las siglas de su corrupto Partido Popular para evitar el rechazo de muchos votos, reivindicando así el absolutismo en el siglo XXI al identificar Andalucía con su mediocre persona, como el Rey Sol: Andalucía soy yo. Queda por ver la reacción de M. Á. Rodríguez (Feijóo pinta poco en Génova) si no permite que Ayuso exhiba su ignorancia y arrogancia en la campaña andaluza. Otrosí, tampoco considera conveniente exponer su programa de gobierno que Andalucía ya ha sufrido durante los últimos años.

Habla de milagro andaluz el candidato apropiándose indebidamente de los logros alcanzados gracias a las políticas del Gobierno central, al que adjudica con descaro los fracasos de sus consejerías. Con el candidato pepero, la Sanidad Pública ha colapsado, batiendo negativamente los registros de la nefasta Susana. Con él, se ha degradado como nunca la Educación Pública, está a punto de perecer Doñana y el nivel de paro anda por encima de la media nacional. Con él, asegura su presencia la extrema derecha en el gobierno, principio del fin de la Democracia.

En el rincón opuesto del cuadrilátero se postula un tal Juan Espadas, arrastrando Giralda arriba, cual Sísifo sevillano, el lastre de su mochila: Chaves, Griñán y Susana, los ERE y la FAFFE, ahí es nada. La alternativa liberal al neoliberalismo de Moreno llega tarde y malamente, ya que el andaluz españolizado perdona y premia con su voto la corrupción de la derecha y no soporta la del PSOE. Tampoco podrá criticar las políticas perpetradas por la derecha al ser éstas cuasi gemelas de las ejecutadas por su partido.

Espadas no podrá aprovechar los aciertos del Gobierno porque en gran parte se deben al tercio no socialista de éste y el electorado andaluz de izquierdas tiene muy presentes las zancadillas puestas por la parte liberal del mismo al progreso. Como colmo del despropósito, son patéticos los numerosos comportamientos erráticos, erróneos y horrorosos de su partido en política interior y exterior, del Sáhara al CNI. Espadas representa la corriente renovadora del PSOE inaugurada por Sánchez que González, Guerra, Ibarra, Bono, Page, Vara, Calviño, Calvo, Margarita y otros/as andan enterrando.

De las izquierdas andaluzas, como de las españolas, poco nuevo y bueno cabe reseñar. Todo lo contrario. Lo ocurrido estos días merece condena y castigo por parte del electorado. IU corre el riesgo de sucumbir por los fiascos de confluencia con otras fuerzas. Teresa es feliz en la marginalidad anticapitalista, sin asumir el daño que inflige a Andalucía. Y de Podemos, decir que impactante su nacimiento y lo está siendo su funeral. Las otras izquierdas, obcecados Guadianas electorales de los que no se conoce ni sus nombres, electoralmente restan, sobran. Esta atomización de la izquierda hace más por el bipartidismo que PP y PSOE juntos.

Queda Olona, matona macarrona, y su banda: una amenaza para Europa, la Democracia y la Libertad.

Y Ciudadanos, Requiescat In Pace.

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