Coser España

Se le puede llamar «amnistía» o se le puede llamar como se quiera, pero no hay duda de que hay un millón y pico de catalanes que están en desacuerdo y disconformes con el estado de las cosas. El azar de la matemática electoral ha querido que esos cien miles de votos catalanes sean fundamentales para poder formar gobierno. Si el PP hubiese sido capaz de volver a entenderse con la derecha catalana, como hizo durante años, ahora mismo Feijóo en Moncloa hablaría catalán en privado, pero como parece ser que los únicos que pueden mantener ciertas vías abiertas de entendimiento son los partidos a la izquierda (y la izquierda) del propio Partido Socialista, sólo queda la posibilidad de sentarse y hablarlo, o bien ir a las elecciones a la vuelta de Reyes. Mejor sentarse, hablar, coser.

De si el método que se aplique sea o no constitucional, se podrá opinar y sabios constitucionalistas hay en España, juristas que pueden dar una opinión y será en un sentido o en otro, porque como en toda ciencia humana cuya objetividad se ha ido forjando capa tras capa, a través de la suma de subjetividades, no existe un diagnóstico común ni una decisión inmutable. Todo depende del encaje, de la denominación, del efecto jurídico. Quien decidirá si la amnistía (o como se llame) sea constitucional o no, será el Tribunal que tiene la competencia y es depositario de establecer definitiva (y transitoria) opinión. Será arte de los legisladores, porque de esto va este sistema,de tramar la posibilidad de ese encaje, que pase el listón del Tribunal. Es una obviedad recordarlo, pero aquí no se trata de que el Gobierno legisle, porque no es su función (solo de manera excepcional) sino de que sea la Cámara Legislativa quien proponga la Ley, alcance el acuerdo de la mayoría y sea esa Ley la que pase por el Tribunal Constitucional.Si acaso la minoría no está de acuerdo con el carácter de la misma, y en todo su derecho, pide al Tribunal que se manifieste y adelante. Porque de aquellos polvos de un Estatut cercenado en un Constitucional, estos lodos que hay que limpiar.

En cuanto a la amnistía (o como se llame) esperemos que sirva para que España muestre su grandeza y su magnanimidad, pues si fueron indultados los jefes, no deberían ser aquellos que fueron sus subordinados quienes carguen con los efectos. Es decir, que sería una Ley que suspendiese efectos indeseados y previsibles sobre más de mil quinientas personas, que seguro termina irritando una situación casi desinflamada. Si el rebelde de Waterloo quiere volver a hacerlo, que lo haga (uno puede delinquir si quiere: no debe, pero puede y apechuga), porque el Estado de Derecho se mantendrá firme: una cosa es olvidar el efecto de aquel delito de 2017 y otra muy distinta es despenalizarlo y que no tenga efecto cometido en 2023, 2024 o cuando sea. Es cosa que no estará sobre la mesa. Cuando el rebelde vuelva y se enzarce en su empeño, quizás sea el momento de plantear que se negocie por la vía política y no contra el Código Penal. En su mano, la del rebelde, estará no volver a chocar contra el muro, buscar un camino en el marco constitucional, y que el Estado no tenga que tomar, otra vez, decisiones excepcionales.

El independentismo no es mayoritario en Cataluña, pero ni siquiera la mayoría le daría barra libre. Porque,aunque la democracia al fin y al cabo no deja de ser una “dictadura de la mayoría”, es una dictadura negociada y bien engrasada, respetuosa, que tiene en cuenta la opinión de las minorías, que no atropella sus derechos, y que se preocupa por cuidarlas, porque eso determina el propio régimen democrático. Pero “democracia obliga” a no echar atrás algo cuando una mayoría de ciudadanos estén de acuerdo y se inserta en las normas del juego. La mayoría de la ciudadanía, hoy, la determina el acuerdo de los partidos en el Parlamento, la misma mayoría negociada que debe constituir un Gobierno. Aquí no se legisla a golpe de referéndum ni se elige a quien gobierna por elecciones presidenciales, como en una lista más votada. Esa es otra película. Aquí se trata de gobernar, pero sobre todo, de coser la España tironeada y jironeada por los extremos nacionalistas, el catalán y el español. Se trata de encajar, en Europa, todos.

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COMENTARIOS

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    Manuel 7 meses

    Bastante de acuerdo con lo que escribes, pero no olvidemos que el centro de la cuestión es la indpendencia. Hasta ahora el PSOE ha toreado durante 5 años al indpendentismo cediendo en el último tramo de legislatura. Es muy posible que estos, aunque acepten la amnistia como pago para apoyar a Sánchez, exijan algo que estará, con más o menos apoyo popular, en el fondo de toda negaciación política en España. Lo contrario son las tropas frente a las costas catalanas y las masas en las calles a punto de explotar.

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