Cuenta atrás

Aunque apenas se cumplen dos meses desde que fue investido por segunda vez como alcalde de Granada, Francisco Cuenca y su equipo de Gobierno, se encuentran ya en la cuenta atrás de un minimandato, al que han llegado a través de una nueva carambola, «heredando» una ciudad deprimida, con la autoestima por los suelos, maltratada, sin liderazgos, con pocos o ningún proyecto de futuro y con un diferencial negativo, muy difícil de recuperar, respecto a ciudades similares en España y Andalucía.

Este panorama es el que Paco Cuenca está obligado a cambiar y además debe hacerlo en un plazo tan corto, como los 18 meses que median desde ahora hasta las elecciones municipales de la primavera de 2023. Es cierto que en tan escaso margen de tiempo, nadie podría exigir la materialización de grandes proyectos que habitualmente necesitan años para concluirse, pero no lo es menos que si el PSOE quiere tener alguna posibilidad electoral, en esos meses deben sentarse las bases de una nueva Granada, con la que la ciudadanía pueda identificarse.

Huelga decir que la misión no es nada fácil, aunque podrían darse algunas circunstancias que podrían ayudar. Sin ir más lejos, ahí están los fondos europeos que nuestro país está comenzando a recibir, para hacer frente a la crisis provocada por la pandemia. Unos fondos que deberían contribuir al cambio de un modelo productivo que ya ha demostrado sus limitaciones y que en el caso de Granada, llega a unos niveles de dependencia que estrangula cualquier posibilidad de futuro.

Paco Cuenca se enfrenta al reto de articular una batería de proyectos que puedan cambiar el devenir de esta ciudad y sobre todo, convencer a los líderes nacionales de su partido, de que la apuesta por Granada es inaplazable y que si no llega ahora, en forma de fondos que materialicen esos proyectos, el PSOE no volverá a conquistar la Plaza del Carmen en muchos, muchos años. Ya vamos tarde, pero aún estamos a tiempo.

Cuando los socialistas acudieron al rescate de Granada, a mediados de 2016, tras la detención del hasta entonces todopoderoso Torres Hurtado, el diálogo fue una de sus principales señas de identidad, consiguiendo gobernar solventemente, con tan solo ocho concejales. Aquella gestión socialista en el Ayuntamiento, la corrupción urbanística del PP y su descomposición como partido, hicieron que el PSOE consiguiera ser la lista más votada en las elecciones de 2019.

Dicho todo lo anterior ponerse manos a la obra y tener claras las prioridades, es fundamental. Granada no puede seguir siendo la ciudad comparsa en la que la hemos convertido. Aunque la lista de tareas sería larga y sabemos que el tiempo es corto, hay asuntos inaplazables para cualquiera que pretenda conseguir la confianza de la ciudadanía en la próxima cita electoral

Nos encontramos con una ciudad superada por nuestras vecinas en infraestructuras, comunicaciones, influencia y prestigio, algo impensable no hace tanto tiempo en materia cultural, e incomprensible teniendo un monumento como la Alhambra, unos de los mejores festivales de música de Europa y personalidades como Lorca o Falla, de cuyo legado apenas si encontramos rastro y lo que es peor, a quienes apenas se les saca ningún «rendimiento».

A día de hoy Granada sigue teniendo un aeropuerto de la señorita Pepis y un AVE que es un auténtico insulto a la paciencia de los granadinos que décadas después de que se les hubiera prometido, se han encontrado con una tartana en la que viajar a velocidades de hace cien años, pagando un precio infame por ello. Por no hablar de una estación tercermundista y de un acceso que sigue partiendo a la ciudad en dos.

Será misión de Paco Cuenca conseguir cambiar esa situación, arrancando al Gobierno de su partido los fondos necesarios para el soterramiento del AVE, así como la reactivación de la variante de Loja, que permita que la alta velocidad de verdad, llegue a la estación de andaluces. Todos sabemos de la dificultad de esa tarea, pero otras ciudades cercanas, como Murcia, ya lo han conseguido antes.

Otro de los retos que se me antoja fundamental, es el de darle dos vueltas al modelo turístico que queremos para esta ciudad. Tras el drama vivido por el sector en el último año y medio, probablemente este sea el momento de sentar las bases de un turismo sostenible que no convierta a Granada en una ciudad inhabitable, tanto para el visitante como para quienes vivimos en ella.

Sin duda hay muchas más tareas, pero avanzar en las anteriores es absolutamente fundamental para el futuro de esta ciudad. Ojalá y todos pongamos de nuestra parte, para conseguir salir de este auténtico marasmo, en el que desde hace tantos años estamos instalados

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