Los crímenes del «Marce»

Antonio Maya Martos, alias “el Marce”, murió hace apenas 10 años en Málaga, en la prisión de Alhaurín de la Torre, donde cumplía su larga condena.Tenía 25 años cuando fue capturado por última vez tras cometer su última fechoría, la más grave de todas. Llevaba 24 continuados en prisión desde que con 25 fuese capturado tras cometer su última fechoría.

“El Marce” es considerado, con todo mérito, quede dicho en estrictos términos literarios, uno de los delincuentes más interesantes y peligrosos de la crónica negra reciente de España. Cuando le sobrevino la muerte había sido condenado a un total de 88 años de prisión por la sentencia de la Audiencia Provincial de Granada de 9 de octubre de 1990. La sanción le fue impuesta por el asesinato de dos guardias civiles y el homicidio frustrado de otro más, por tenencia ilícita de armas, asociación para delinquir y quebrantamiento de condena, cuando la mañana del día 30 de noviembre de 1985, en la antigua prisión provincial de Granada en la carretera de Jaén, protagonizó una fuga junto a otros cuatro reclusos, con tan sangriento resultado.

En Granada y en Hospitalet

Antonio Maya, “el Marce”, consiguió escapar con rumbo incierto rompiendo todo el despliegue policial. Hasta el momento de su huida cumplía condena por un delito de homicidio y otro de violación y permanecía a la espera de juicio oral acusado de un segundo homicidio. El primero lo había cometido cuatro años antes en agosto de 1981 cuando asesinó al dueño de un bar, en Granada, por la sencilla razón de que no quiso venderle tabaco, por lo que le voló la cabeza con la pistola que portaba (uno de los disparos que causaron la muerte a la víctima fue a alojarse en el abdomen del compinche que le acompañaba, tomándolo “el marce” seguidamente y haciendo gala de la frialdad de su carácter, lo llevó al hospital para que fuese atendido). Dos años después, el 5 de agosto de 1983, en Hospitalet de Llobregat acabó en el curso de una riña con la vida de “el Andrés”, un quinqui perteneciente a la familia conocida como “los del Norte”. Fue detenido el 11 de enero de 1984, en un piso del Polígono de Cartuja, en compañía de su mujer, “la Domi”, y sus dos hijos, en el curso de una operación en la que la policía, tras ponerle cerco al bloque de viviendas, tuvo que emplearse a fondo. Seguidamente fue encarcelado en Granada, aunque pasaría varios meses en el penal del Puerto de Santa María donde protagonizaría un motín, en 1987, junto a otro histórico preso, Joaquín Zamorro Durán, alias “el vasco”.

Dos asesinatos y otro frustrado

Aquel sábado de hace 34 años, la ciudad a punto estuvo de quedar sembrada de cadáveres. Los hechos se iniciaron poco antes de las 11.30 horas, cuando Antonio Maya, que empuñaba una pistola calibre 7,65, y los reclusos Manuel Fernández Varela, Miguel Ángel Cortés Melero, Enrique Rodríguez Ruiz y José Antonio Sainz Argüelles, éstos armados con punzones, sorprendieron a varios funcionarios, de los que se valieron para llegar hasta la entrada de la prisión. Una vez allí, Antonio Maya se adelantó pistola en mano y disparó sobre el guardia de puerta, Antonio Bailón García, al que alcanzó en la frente. Al oír los disparos, acudieron varios guardias civiles más y en el tiroteo resultó mortalmente herido Ramón López Vílchez y herido en cadera y mano Francisco Ávila Trujillo. El autor de los disparos consiguió huir cuando se vio solo, aprovechando los otros cuatro reclusos para atrincherarse en una galería próxima a la entrada de la prisión, reteniendo con ellos a los funcionarios Santiago Bueno Ropero, José Rejón Pérez y Julio Ferrer Vázquez, a los que amenazaban con navajas y otros objetos punzantes que se habían procurado. Los amotinados se entregarían tras tres horas y media de dura negociación, después de liberar uno a uno a los rehenes. A la postre los compinches del «Marce» en este asunto, Miguel Ángel Cortés Molero, Manuel Fernández Varela y Enrique Rodríguez Ruiz, serían condenados como autores de un delito de detención ilegal y otro de quebrantamiento de condena en grado de tentativa, a la pena de cinco años de prisión y cinco meses de arresto mayor. Y por los mismos hechos Antonio Gámiz Argüelles fue condenado a una pena de dos años de prisión mayor y dos meses de arresto mayor.

Los guardias civiles Antonio Bailón García, de 40 años de edad, y Ramón López Vílchez, de 42, eran padres de familia con hijos de corta edad. Ambos fallecieron a los pocos minutos de su ingreso en el cercano hospital Clínico según consta en la documentación sumarial. El guardia Bailón presentaba «herida de arma de fuego en la región frontal con salida por la región faríngea» que le provocó la muerte. El guardia López “herida de bala en la región precordial y cervical derecha, sin orificio de salida». El tercer guardia civil, Francisco Ávila, no murió por poco. Presentaba «herida sedal por arma de fuego en la cadera derecha y herida sedal con fractura de la base del primer metacarpiano y hueso trapecio de la mano derecha. Asimismo, herida inciso-contusa en la región fronto-parietal izquierda, siendo su pronóstico grave», heridas de las que tardaría finalmente más de seis meses para reestablecerse.

La captura de “el Marce”

Una semana tardó la policía en capturarlo. Fue detenido en medio de un despliegue de más de 200 efectivos de la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y del CESID (actualmente, CNI). Las autoridades policiales le habían seguido la pista desde un cortijo abandonado en las cercanías de Alfacar y por una pesquisa conocieron que se hallaba en casa de sus padres situada en el número 184 de la calle Fray Juan Sánchez Cotán, el barrio de la Cartuja, adonde había acudido a despedirse de su madre, Carmen Martos, antes de marcharse al extranjero, a Portugal, según tenía pensado.

Tras tres horas de cerco iniciado a las 17 horas del brumoso día 7 de diciembre de 1985, la detención, que fue efectuada por la Guardia Civil, se produjo a las 20.05 horas en el tejado de una vivienda próxima a la de sus progenitores, en medio de la tensa expectación del vecindario. Después de un registro en la casa de sus padres y de otras cuatro más, fue encontrado oculto en el tejado de una de las viviendas. Estaba tumbado. Iba armado con la misma pistola Astra 7’65, con la que se fugó de la prisión y disparó contra los tres guardias civiles. Portaba 33 cartuchos más y un cargador. No pudo hacer uso del arma como pretendió. Se lo impidió uno de los policías que le pisó la mano bloqueando el intento.

El abogado defensor de Antonio Maya Martos, “el Marce”, fue el letrado granadino, de origen extremeño, Luis Miguel Corisco. La defensa de su caso era prácticamente imposible que prosperara dado lo dramático del suceso. Al final la Audiencia Provincial impuso al Marce la condena ya señalada de 88 años, además de 6 de destierro, que habría de cumplir tras liquidar la condena principal. De nada habría de contar esta pena accesoria por cuando exactamente 24 años después de su última gran fechoría, “el Marce”, murió el domingo 29 de noviembre de 2009, en Málaga.

Una larga historia criminal

La particular historia criminal del más peligroso delincuente contemporáneo de la Granada reciente había finalizado, sin ruido, en el silencio y el olvido de la cárcel. Antonio Maya Martos fue condenado por primera vez en 1979 a una pena de tres meses de arresto mayor por un delito de atentado. En 1984 fue condenado de nuevo a 13 años de reclusión por un delito de violación, y en 1985 lo fue a dos más de prisión menor por un robo. En 1985 estaba pendiente de juicio por dos delitos de asesinato. Por uno de ellos sería condenado en 1987 a 28 años de reclusión mayor y a tres años de prisión menor por tenencia ilícita de armas. Fue condenado por otro asesinato a 21 años de reclusión mayor. Y, en 1990, como ya sabemos, fue condenado por los dos asesinatos consumados y otro frustrado de los que he venido tratando en este en este nuevo artículo del prontuario criminal granadino.

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