Menuda marca andalucía y Granada

Resulta evidente que el PP andaluz va a intentar estirar el chicle de la «moderación», la «sonrisa» y la «inacción» de Moreno Bonilla hasta donde le resulte posible y aún más, en un claro intento de esconder a sus candidatos y candidatas a las alcaldías andaluzas, y que sólo brille en el firmamento la insustancialidad palmaria del (todavía) aparentemente inmaculado y libre de toda mancha, líder de la derecha andaluza. Y en todo caso, como ya resulta evidente en el caso de la «anunciadora» candidata granadina, todo lo más, llegarán a equipararla con el líder en cuanto a las virtudes citadas de moderación (aparente y falsa), sonrisa eterna e imperecedera y absoluta inacción política, vayamos a pisar algún charco y se fastidie el argumento.

Ya he dicho en más de una ocasión que semejante estrategia parece asentarse en un supuesto (pero nunca para siempre) viento favorable a las derechas andaluzas, en una aparente sensación de calma política ( a la que, desde luego, ayuda la poco mordiente labor de la oposición) y a un «dejarlo estar» que pareciera sumir al electorado en una especie de letargo político del que resultaría difícil extraer la esencia del debate político, que es la confrontación de ideas y modelos, la crítica a una acción política andaluza, perjudicial para los intereses de la mayoría y, naturalmente, la contraposición de prioridades y políticas locales llevadas a cabo por las derechas y las izquierdas en las ciudades, y fundamentalmente, en Granada. Donde es más que evidente que un debate puramente municipal, dejaría bien al descubierto las carencias y errores del PP (incluida la candidata en su etapa de gestión municipal) y su nefasto legado para esta ciudad, sólo mejorado por la gestión socialista.

Lo que desde luego, es un salto cualitativo en la estrategia del PP, es nada más y nada menos, que hablar, como han hecho recientemente algunos dirigentes, de una «marca» andaluza, trasladable a las ciudades. Una marca que se caracterizaría, básicamente, por el mantra de las bajadas de impuestos, como bálsamo que todo lo cura y solución que todo lo arregla. Una bajada de impuestos, naturalmente, para quienes más tienen. Una política que, además, confrontan con el modelo de justicia y solidaridad fiscal del Gobierno de España, que tanto está sirviendo a gran cantidad de ciudadanas y ciudadanos para ver paliada su situación. Esa, nada más y nada menos, es la marca Andalucía que nos quieren exportar. Una política tributaria que acarrea privatización de servicios básicos, que acarrea que unos cuantos harán negocio a costa del bienestar de la mayoría, y que obviamente acarrea perores servicios, que además van a ser costeados por el común de la población andaluza.

Y una «marca» que supone desviar financiación de las Universidades públicas andaluzas, que supone el inicio de la implantación de universidades privadas y de baja calidad, pero de fácil acceso y casi más fácil obtención de la titulación. Y que por tanto, dificulta el acceso de quienes menos tienen a la educación superior. En definitiva, una dudosa «marca» cuyos resultados ya se empiezan a atisbar, y que sin duda, no es algo deseable para el electorado andaluz ni granadino. Y una «marca» que protagonizan personas que parecen de «cartón-piedra», figurines sin personalidad que repiten machaconamente las obviedades de turno, sin perder la sonrisa ni la pose y que trasladan a la gente la más absoluta inanidad política envuelta en celofán.

No creo que eso sea lo que necesita la ciudad de Granada para su proyección futura. Esa marca ya la conocemos bien por estos lares. Ya hubo gobiernos en esta ciudad que primaron el interés particular sobre el interés general. Ya se tomaron decisiones en esta ciudad para beneficiar a quienes más tienen. Ya se sometió a Granada a intereses espurios y perjudiciales. Y todo ello lo hicieron gobiernos de las derechas de los que formó parte la candidata granadina, la de la «marca» del PP.

Así que ojo con el intento de traslación de la «marca». Granada respira tranquilidad y normalidad institucional. Afronta su futuro con moderado y razonable optimismo y con objetivos claros y entendibles para el común de los mortales. La marca del PP nos traería inequidad, ineficacia, inacción e injusticia. Con muchas sonrisas y buenas maneras. Justo lo que menos necesitamos en este momento. No todo es trasladable en esta vida, por mucho que a la candidata popular le entre el miedo de verse sola ante el peligro, sin el manto protector del sonriente presidente andaluz.

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