Monipodio «made in Graná

Diccionario de la Real Academia de la Lengua:

– Monipodio: «Convenio de personas que se asocian y confabulan para fines ilícitos».

Diccionario de inglés y español, Oxford:

– Monipodio: «Grupo de estafadores o ladrones mínimamente organizado».

Rinconete y Cortadillo:

– Patio de Monipodio: expresión con la que aludir al lugar donde se reúnen maleantes de todo tipo.

Sirvan las tres aclaraciones del encabezamiento de esta columna, para situar al lector en el universo patrio de principios del siglo XVII, en el que el inmortal Don Miguel de Cervantes, escribiera «Rinconete y Cortadillo», una de las doce narraciones breves incluidas en sus «Novelas ejemplares«, en la que se cuenta la historia de dos jóvenes, Pedro del Rincón y Diego Cortado, quienes tras abandonar las casas de sus padres, se conocen y se hacen amigos en una venta en el camino de Toledo a Córdoba. Sin planes, deciden acompañar a unos pasajeros a Sevilla. Allí encuentran el mundo del hampa, e intentan formar parte de él. Pero forzosamente tienen que presentarse ante Monipodio, jefe de un gremio de ladrones. Viven en su gran casa, cambian de nombres y forman parte de esta pintoresca cofradía de criminales.

Pues bien, queridos lectores y lectoras, lo que desde hace dos años estamos viviendo en el Ayuntamiento de Granada, es un auténtico patio de Monipodio, más aún después de lo conocido el pasado fin de semana, merced a la grabación de las «negociaciones» para la alcaldía, difundidas por el diario IDEAL en el «scoop» periodístico local más importante de los últimos años. Convendrán conmigo que los tejemanejes revelados, se asemejan mucho a algunas de las definiciones con las que arranca esta columna.

Sorprende que a estas alturas los protagonistas principales de este culebrón, aún sigan siendo Alcalde y concejales de esta ciudad, cuyo prestigio y buen nombre están arrastrando por el fango. Sorprende que tras escuchar sus voces, replicadas «ad nauseam» por las redes sociales y los medios de comunicación, no hayan pedido perdón públicamente a la ciudadanía cuyos votos trataron con tanto menosprecio. Sorprende que esa ciudadanía, que con tanto coraje se manifestó detrás de un iluminado de bata blanca, no haya llenado cada día la Plaza del Carmen, exigiendo la dimisión de quienes tan indignamente la representan. Sorprende que los retratados en la grabación, no la presentaran fulminantemente con carácter irrevocable y sorprende que los «monipodio boys», se paseen esta semana de Corpus por las calles de esta ciudad que utilizaron como moneda de cambio, han hundido en la miseria durante estos dos años y han sumido en la irrelevancia en el concierto nacional, en un momento tan delicado, pero con tantas oportunidades como el actual.

No sé si, el todavía alcalde, Luis Salvador, tiene una cabeza morfopsicológicamente perfecta, lo que a la luz de las grabaciones y los hechos posteriores es seguro, es que tiene la cara con una dureza similar a la del hormigón armado.

¿En qué realidad paralela viven quienes después de esas vergonzosas grabaciones, se presentan estos días como «dignos» negociadores de la solución al problema que ellos mismos generaron? ¿Qué credibilidad pueden tener quienes hace dos años, se jugaron el futuro de esta ciudad en una especie de una timba de poker? ¿A dónde creen que van los que han quedado retratados como los trileros mayores de la muy noble ciudad de Granada?

Resulta verdaderamente patético escuchar estos días las declaraciones de semejantes calamidades, sobre quién tiene que dar un paso al lado, quién tiene que seguir en la alcaldía, o por quién se pretende sustituir. A poco que les quedara la más elemental dignidad, sabrían que éticamente están inhabilitados para seguir representando a la ciudadanía, aunque el pasotismo y la abulia infame de la mayor parte de los granadinos se lo consienta todo … Así nos luce el pelo.

Escuchar a Bendodo decir que el tema debe resolverse en Granada, cuando fue él quien arrebató esa autonomía hace dos años, para garantizarse otras plazas a cambio de esta, produce un sonrojo difícil de ocultar. Leer a la actual dirección popular «reclamar» ahora la alcaldía, cuando la entregaron en bandeja de plata y procesar que la irrelevante Arrimadas asegure, sin que le mude la figura, que Luis Salvador seguirá siendo el alcalde, porque: «estamos muy centrados en gobernar» para proseguir apuntado que «en Ciudadanos estamos en la estabilidad, en el trabajo y en la responsabilidad de seguir gobernando dos años más», es sencillamente para pedir muy seriamente su inhabilitación psiquiátrica, por un trastorno de falsa percepción de la realidad.

Pero siendo mínimamente críticos, convendrán conmigo en que este vergonzoso desastre se produce porque nosotros lo consentimos. Me he referido en anteriores columnas a la preocupante ausencia de espíritu crítico que reina en esta ciudad; a la abulia y el pasotismo alarmante de una sociedad, instalada en un conformismo que nos ha convertido en absolutamente irrelevantes.

¿Qué más tiene que pasar para que el personal salga a la calle y exija responsabilidades a sus representantes? ¿Acaso no se dan cuenta que tipos como los que lo aparecen en esas grabaciones, nos están faltando al respeto como ciudadanos? ¿Quieren seguir siendo cómplices del deterioro de una ciudad, que tiene todas las condiciones para ser imbatible en el concierto nacional e internacional, pero a la que la mayoría de sus políticos están convirtiendo en un sainete?

Resulta decepcionante que ante un escándalo de semejantes proporciones,  apenas hayamos escuchado alzarse las voces, de quienes supuestamente representan el liderazgo social de esta ciudad, con una salvedad, la de Gerardo Cuerva, vicepresidente de la CEOE, y presidente de CEPYME, la Confederación Granadina de Empresarios y la Cámara de Comercio, quien por vía de los hechos se está convirtiendo en el referente hacia el que se giran todas las miradas y quien ayer exigió al Partido Popular y Ciudadanos, “a todos los niveles”, una “resolución inmediata” de la crisis municipal “que devuelva la estabilidad al Ayuntamiento de Granada”, añadiendo que “es inaceptable que quienes, en un momento muy complicado como el que vivimos, deberían estar resolviendo los problemas de la ciudad y de los granadinos, captando y peleando por proyectos de futuro, estén entretenidos en reuniones en las que sólo se tratan cuestiones personales y partidistas”.

Una cosa más. Como ya ha quedado escrito en columnas anteriores, ni Teodoro, ni Bendodo, ni Marín, ni Arrimadas, tienen posibilidad alguna de deshacer este entuerto. El próximo alcalde de Granada lo decide Sebastián Pérez, el hombre que por dos veces ha estado a punto de serlo y ya no lo será, pero de cuyo voto depende quien ocupe el despacho de la Mariana y cuya decisión ya no se debe a un partido, ni siquiera a una ideología, sino a una dignidad herida y a una palabra traicionada.

Sebas ya ha dicho que el próximo alcalde de Granada se llamará Paco y Paco (Cuenca o Fuentes), será quien reciba el bastón de mando. De nada sirve que Salvador se vaya, cosa que no ocurrirá salvo que le unjan cardenal del Santo Oficio, que el PP proponga a Luis González, o al Cid Campeador como candidatos. Si los populares no presentan a Paco Fuentes, la alcaldía de Granada volverá al PSOE y a Paco Cuenca, quien, no se nos olvide, fue el holgado ganador de las pasadas elecciones con 10 concejales.

Feliz Corpus «rarito»

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