«Teo» el de Güejar Sierra

Cuentan los más viejos del lugar que era un niño modosito y aplicado, “ejemplar” que decían nuestras madres. Siempre tan repeinadito, que daba gusto verlo. Recorría a diario las calles de Güejar Sierra y, cómo no, conocía a todos sus vecinos y vecinas. En verano se bañaba en el Charcón, hacía excursiones por las veredas de la sierra, con sus “amiguitos” del pueblo; descansaba a la sombra del castaño “El Abuelo” y recorría las orillas del Genil y del Guarnón, o subía hasta los Lavaderos de la Reina.

Debe ser un fallo de los archivos, pero no hemos encontrado la historia de su paso por el cole “Sierra Nevada”, ni las fotos de su primera comunión en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, junto con los niños y niñas de su edad; pero seguro que alguien tan de Güejar, tan de Güejar como él, guarda un recuerdo imborrable de ambas efemérides.

Cuando llegaba el mes de agosto, contaba con impaciencia los días que faltaban para que llegara San Roque, y con él las fiestas patronales, en las que tan bien se lo pasaba. Ya de mozalbete disfrutaba como nadie de la fiesta de la”Asadura Matancera”, con degustación de tan exquisita víscera cocinada al estilo güejareño; y qué decir de la fiesta del delicioso mosto del lugar, a la que nunca faltaba cuando llegaban los primeros días del mes de febrero.

No hubo Carnaval en el que no se disfrazara con su “amiguito” José Antonio. De gaviotitas, de charranes. Siempre de pajaritos de esa índole. Las buenas gentes de Güejar asistían así al comienzo de una larga e indestructible amistad.

Con el correr del tiempo aquel niño que correteaba por las calles del pueblo, tan “modosito, repeinadito y tan aplicadito”, se hizo ingeniero y campeón de singulares disciplinas deportivas, como la de escupir huesos de aceituna (yo creo que más bien sería de cereza, siendo como es él, tan de Güejar, tan de Güejar); José Antonio tiró más por el camino de la futurología (haciéndole incluso la competencia a la Bruja Lola), pero ambos siguieron cultivando esa hermosa amistad y descubrieron el fascinante mundo de la política, el uno a la sombra de Pablo y el otro de la de Sebas.

¡Y lo que son las cosas! … con el correr del tiempo José Antonio se hizo alcalde de su pueblo y vicepresidente de la Diputación y su amiguito congresista. Pero cuando las cosas vinieron mal dadas y al amigo de la infancia las urnas le volvieron la espalda, allí estaba él para dar el paso y sumarse a su lista electoral, para “reconquistar” Güejar Sierra del rojerío que de pronto se les había subido a las barbas.

La mente brillante de Sebas urdió un plan magistral, por el que aquel niño tan “modosito, repeinadito y aplicadito”, ocuparía el último puesto de la lista de su amigo. Semejante incorporación propulsaría a José Antonio hasta la victoria y más allá.

¿Cómo nadie se va a resistir a semejante combinación de inteligencia, glamour y finura de análisis?, ¿Cómo alguien podría no votar a este dúo, forjado en las más duras pruebas de la vida pública?, ¿Cómo resistirse a no elegir a semejante pareja que haría empalidecer a la de John y Teddy Kennedy?
Al conocerse la noticia las buenas gentes de Guejar Sierra, se echaron a la calle a celebrar la buena nueva, los cohetes atronaron la tranquilidad de tan delicioso lugar y en el colegio, en el que tan buenos ratos pasó ese niño tan “modosito, repeinadito y aplicadito”, se decretaron varios días de vacaciones para celebrar semejante confluencia astral.

Se me olvidaba decirles que el héroe de tan preciosa historia, se llama Teo y se apellida García Egea, ya saben, de los García Egea de Güejar Sierra, de toda la vida y que seguro que “mataría” por ser concejal de su pueblo …

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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