Un apunte sobre la desigual incidencia del coronavirus en el mundo rural y en el mundo urbano

La publicación por parte de la Junta de Andalucía de los casos de coronavirus por Distritos Sanitarios nos permite realizar una cierta diferenciación geográfica en la afección de este virus. Es necesario advertir con carácter previo que el ámbito territorial del Distrito Sanitario no es ni mucho menos idóneo para una distinción entre mundo rural y urbano, pues en bastantes distritos sanitarios de Andalucía se mezclan pequeños núcleos de población con ciudades medias e incluso de gran tamaño. No obstante, su análisis sí puede apuntar una tendencia general: una menor incidencia de la epidemia en el mundo rural respecto al mundo urbano.

Si gestionamos los datos de casos de coronavirus por distritos sanitarios, y los referenciamos a la población de cada distrito sanitario podemos obtener la tasa de incidencia del coronavirus por cada cien mil habitantes. Dicha tasa arroja datos significativos, aunque con excepciones. Una buena parte de los grandes entornos urbanos de Andalucía se colocan en la parte alta de la tabla. Así Granada se sitúa la primera con 252 casos por cada cien mil habitantes, y después en la parte alta también Jaén con 209, Málaga con 180, el Distrito Metropolitano de Granada con 158, Córdoba con 139 y Sevilla con 119. Por el contrario, buena parte de las zonas que podríamos denominar netamente rurales alcanzan unas tasas muy bajas: Sevilla Norte con 45 casos por cien mil habitantes, El Condado con 46, Axarquía con 56, Sevilla Este 58, Granada Nordeste 64 y Granada Sur (incluye la Alpujarra) 72.

Ello nos lleva a una conclusión ya señalada como es la menor incidencia del coronavirus en el mundo rural, pero también nos permite una reflexión más amplia.

Un mayor y mejor equilibrio entre el uso del hábitat rural y el hábitat urbano puede suponer una herramienta muy útil para las sociedades de nuestro tiempo con el objetivo de evitar, paliar y afrontar las epidemias, que como las del coronavirus, nos afectarán -no sabemos aún con qué intensidad y periodicidad- en los próximos tiempos.

Evitar, porque ese desequilibro se puede identificar como una de las causas del surgimiento de este tipo de epidemias o pandemias. Según un estudio publicado en bbc.com la causa del inicio del virus se encuentra en la migración masiva de áreas rurales a áreas urbanas, sobre todo en Asia. En dicho estudio se indica que la migración a esa escala destruye tierras forestales para crear áreas residenciales, y con ello los animales salvajes se ven obligados a estar más cerca de animales domésticos y personas. Los animales domésticos a menudo albergan virus, los cuales pasan de especie en especie y a veces pueden llegar a las personas.

Paliar, porque este desequilibrio se erige también como en una de las causas de la mayor propagación de la epidemia. Los nodos o lugares comunes son más variados y más transitados en las ciudades. Más variados en cuanto que universidades, museos, estaciones, grandes almacenes, hospitales, instalaciones deportivas de masas, etc, existen en las ciudades y casi nunca en los pueblos. Y más transitados en tanto que una misma infraestructura es utilizada por muchas más personas en una ciudad que en un pueblo. Cuántas personas pueden tocar el pomo de la puerta de entrada del edificio del consultorio médico de un municipio de mil habitantes, y cuántas pueden tocar ese mismo pomo en el centro de salud de un barrio de una gran ciudad con decenas de consultas.

Y además decimos afrontar, porque una vez que la epidemia es una realidad y se han de tomar medidas de confinamiento, cuarentena o distancia social, no es lo mismo tener que hacer frente a ello en las pequeñas viviendas de una ciudad, que en viviendas grandes con espacios abiertos y particulares que suelen ser habituales en los pueblos.

A mi juicio el mundo rural ofrece una serie de ventajas comparativas, que pocas veces han podido competir con la ventaja esencial que el sistema capitalista en el que vivimos concede al mundo urbano: la economía de escalas. En estos momentos en que la Salud se coloca, se debe colocar, por encima de la economía en nuestra pirámide prioridades personales y sociales, quizás sea hora de volver la mirada a lo rural y apreciar las ventajas que ofrece.

Repensar políticas públicas que pusieran en valor el mundo rural y sus ventajas ya se constituyó en uno de los objetivos del actual gobierno de coalición, y de ahí la creación de un Ministerio con rango de Vicepresidencia que se denomina Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, así como la constitución de sendas comisiones tanto en el Congreso como en el Senado sobre el reto demográfico. Ahora esta apuesta puede alcanzar una nueva dimensión. Tratar de crear oportunidades en el mundo rural que permitan la permanencia de la población e incluso retorno de cierta población urbana. La utilización masiva del teletrabajo durante esta cuarentena abre un abanico de posibilidades ilusionante para los pueblos.

Ello puede generar un efecto positivo en la salud general, por la contención en epidemias como las que nos atenaza, pero también por su incidencia en el cambio climático. Y además, aunque parezca paradójico puede generar un efecto positivo también sobre la economía: una inversión adecuada en el mundo rural en estas circunstancias, ¿cuánto ahorro sanitario puede producir por la disminución del número de epidemias, por la reducción de su incidencia y por la mejora de la calidad de vida a la hora de abordar sus consecuentes confinamientos? De la respuesta a esta pregunta dependerá que el presupuesto que dediquemos a promover oportunidades de vida en el mundo rural, sean entendidas, al menos en parte, no como un gasto, sino como una inversión, una inversión en nuestra salud presente, y sobre todo en la salud de nuestros hijos.

*Abelardo Vico Ruiz es secretario comarcal de la zona Baza-Huéscar en el PSOE de Granada y senador.

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