Vida y muerte

Hay una perla de la cultura andaluza que dice: “Todo tiene solución en esta vida, menos la muerte”. Este dicho adquiere todo su significado en el caso del aborto.

Actualmente se está terminando de tramitar una nueva Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (aborto).

Desde un punto de vista científico (no mezclemos planteamientos religiosos en este punto), el embrión concebido no es un órgano de la madre, sino un organismo identificable, con una estructura y organización celular propia, que evoluciona y funciona de forma autónoma, aunque fuertemente unido al organismo que lo que acoge (la madre), hasta alcanzar su capacidad de independencia (que a mi entender no sería el parto, sino la infancia. Un bebe recién nacido, sin la atención de sus progenitores está condenado a la muerte). Es decir, es un ser con vida propia desde el momento de su concepción.

Recuerdo cuando se aprobó la primera ley sobre el aborto en España en 1985, la cual conllevó un intenso y profundo debate sobre cuando adquiría el embrión la condición de feto humano. En la mayoría de los países se pone como límite la semana 24, momento en el que no se permite practicar el aborto.

El aborto no puede ser un método anticonceptivo más.

La intervención médica conlleva graves riesgos para la salud física y psicológica de la mujer, por lo que considero que debe ser una práctica puntual.

De igual manera, la denominada “píldora del día después” no puede ser tomada como un anticonceptivo de uso generalizado. Es una “bomba” hormonal, con las consecuencias negativas para quien la ingiere. No obstante, apoyo su dispensación de forma gratuita en la Sanidad Pública, y siempre sin permitir un uso abusivo de la misma. Es un mal menor.

Estos riesgos deben ser informados en la Educación sexual que reciben nuestros hijos, que debería promover una actitud responsable en el mantenimiento de relaciones sexuales (seamos realista, “no se puede poner puertas al campo” en la etapa adolescente con la explosión hormonal asociada). Además de informarles de algo peor: las enfermedades de transmisión sexual, que pueden incluso causar la muerte (SIDA, papiloma, sífilis,…).

En la nueva ley del aborto, se declara este como un derecho de la mujer. Volvemos al principio de la polémica: si el embrión tiene la condición de ser vivo con entidad propia ¿tiene alguien el derecho a quitarle la vida de forma libre?. Esto me recuerda la antigua Roma, en donde el pater familias tenía “vitae necisque potestas” (poder de vida o muerte) sobre sus hijos, su esposa y sus esclavos. Desde esta perspectiva histórica, se podría considerar este derecho como un retroceso de la sociedad en sí.

A mi entender, el aborto debe seguir siendo una práctica despenalizada en determinados supuestos, para “solucionar” situaciones extremas, pero no un derecho en sí.

Otro elemento de modificación de la actual ley, es que las mujeres puedan abortar con 16 años sin comunicárselo a sus tutores. Es cierto que hay casos en los que debido a la situación familiar, la decisión de abortar de la menor puede derivar en riesgo para ella. No obstante, esto choca legalmente con que la mayoría de edad es a los 18 años, siendo los progenitores los tutores legales de la menor hasta esa edad. Es un tema de difícil encaje en el ordenamiento jurídico actual.

Por otro lado, la intención de crear un registro de aquellos médicos que no quieren practicar abortos, creo que debería ser al revés. Aplicando la Ley de Protección de Datos Personales, dicho listado debería estar integrado por los médicos que están dispuestos a practicar abortos.

Finalmente, la nueva ley pretende perseguir penalmente la práctica de la “gestación subrogada” (los llamados “vientres de alquiler”). Estoy de acuerdo con ello. La mercantilización de la vida y de los cuerpos es execrable y éticamente inadmisible, y generalmente esconde el ignominioso abuso sobre personas en situación extremadamente precaria. (Obviamente también estoy en contra de la legalización de la prostitución y de la venta de órganos para trasplantes).

Me resulta curiosa la incoherencia de algunas personas, quienes están a favor del aborto y en contra de la pena de muerte, o viceversa. En el fondo estamos hablando de la vida y de la muerte de seres humanos, y desde mi punto de vista lo coherente es estar a favor de ambas, o en contra de ambas. Por ejemplo, me parecen coherentes tanto la Iglesia Católica como el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA) que están en contra tanto del aborto como de la pena de muerte.

Así mismo, me parece una puerilidad absoluta en un tema tan profundo y complejo, la posición que al respecto toman algunas personas a favor del aborto libre, simplemente porque la posición de la Iglesia Católica es contraria al aborto en todas sus variantes.

Por otro lado, el lema feminista de “nosotras parimos, nosotras decidimos” en reivindicación del exclusivo poder de decisión de abortar por parte de las mujeres, me parece absolutamente machista. Según esta postura, la decisión de la procreación debe ser algo exclusivo de las mujeres. Es la misma postura que defienden los hombres más machistas y misóginos: tener hijos es algo de las mujeres, ellos simplemente desfogan sus institutos sexuales más primarios, y después como “auténticos machos” se despreocupan de sus vástagos, cuyo cuidado y educación es algo propio de las mujeres. En esto, como en otros puntos, los extremos se tocan. Los hijos (tenerlos/no tenerlos/cuidarlos/educarlos) tiene que ser una tarea conjunta y equilibrada de los padres y las madres.

Finalmente, la acusación de determinados grupos de que la maternidad es un método de perpetuación del dominio del hombre sobra la mujer creada por el “Patriarcado”, es una demostración de la ignorancia dogmática totalitaria, que desconoce que la maternidad va unida a la realidad biológica natural de los mamíferos.

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