¿Y la gente del PP de Granada de qué lado está?

No es una cuestión retórica en absoluto. Quien más, quien menos y a salvo los flotadores profesionales (esa especie de gente política que se apunta a caballo ganador, y que, por supuesto existe en todos los partidos), caracterizados siempre por acertar la quiniela el lunes, siempre se ha sabido, y creo que eso es bueno y positivo, donde se han ubicado los principales referentes del PP granadino. Bien por adscripción ideológica, por afinidad personal, por interés particular, por convicción argumentada o por dejarse llevar por la corriente, más o menos hemos sabido por donde andaban o andan las preferencias de la gente del PP de Granada.

Insisto, es bueno que en democracia esos extremos se conozcan. Si las preferencias mayoritarias son acercarse programática y estratégicamente a la extrema derecha o marcar una clara línea divisoria con ella. Si se opta por declarar una guerra sin cuartel contra la corrupción, contra todo tipo de corrupción, o se prefiere mantener la equidistancia en este tema y , si acaso, utilizar los casos de corrupción política solo para los ajustes internos de cuentas. Si se está por mantener el carácter de un partido de gobierno con sentido institucional del ejercicio del poder y de la oposición, o, por el contrario, se opta por echarse al monte y hacer una política destructiva de tierra quemada. En definitiva, conocer la perspectiva y las preferencias políticas y estratégicas de aquellas personas que o bien ocupan o están llamadas a ocupar responsabilidades políticas y, llegado el caso, institucionales en representación de la ciudadanía granadina.

Sirve la reflexión anterior para toda coyuntura política, incluso para todas las realidades políticas, pero la actualidad circunscribe la citada reflexión a la situación (nada agradable ni positiva para el conjunto de la sociedad) que atraviesa en estos momentos el PP a nivel nacional, con sus consecuencias en los niveles inferiores de las instituciones y los territorios, y naturalmente, también en Granada. Y aquí nos encontramos con un silencio clamoroso y preocupante. Quizá porque estén esperando el posicionamiento del líder andaluz, el Sr. Moreno Bonilla, que en estas últimas horas se ha decantado por una solución «rápida», sin más ahondamientos. Eso sí, quizá mirándose en su propio espejo, se ha atrevido a decir que la actual dirección nacional del PP ha actuado en esta crisis no pensando en los intereses generales, sino tan solo en «conservar sus puestos». Ahí es nada.

Por tanto, no sabemos si la gente del PP de Granada prefiere acercarse o pactar con Vox o lo contrario. Desde luego, en la única ocasión en que fue posible (Municipales de 2019, en el Ayuntamiento capitalino) con mejor o peor gana, sí que pactaron y se acercaron, con las consecuencias conocidas. Tampoco sabemos si la gente del PP de Granada está dispuesta a que algo de lo ocurrido «salga gratis», usando una expresión de la presidenta de la Comunidad madrileña. Y en este caso, se ignora si están dispuestos a que no salga gratis la corrupción, o a que no salga gratis el encubrimiento aparente de la corrupción. Y no es poca diferencia. Yo diría que puede ser la clave del asunto.

Desde el más absoluto respeto a los mecanismos y procedimientos que cada fuerza política tenga para dirimir sus diferencias y, desde luego, con el deseo de que encuentren una solución que refuerce el sistema democrático en España, si considero que determinados debates han de ofrecer pública explicación y argumentación. No vale esconderse o parapetarse en lo que venga dado desde niveles superiores. No es sano democráticamente aparentar lejanía o distancia con unos hechos y sus posibles consecuencias que afectan al conjunto de la sociedad. Hay que mojarse, como señala la expresión coloquial, y asumir riesgos en la defensa de las opiniones políticas.

Ignoro si en las próximas horas o días se producirán estos posicionamientos. Soy consciente de que la estrategia política puede llevar al mantenimiento de silencios, por clamorosos que estos sean. Pero también creo que para nadie, o para casi nadie, es comprensible que no se muestren las cartas y que se pretenda tapar el fondo, verdaderamente profundo, que todas y todos estamos viendo que existe en el PP. Así que conviene saber de qué lado está cada cual.

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