Esperanza

Si estás leyendo esto, enhorabuena, puede significar varias cosas. Incuestionable es que has superado este año nefasto y te adentras en el siguiente con cierto anhelo; quizá eres lector asiduo a medios libres, o tal vez el título de esta columna, una de mis palabras favoritas, te ha estimulado lo suficiente como para abrirlo. En cualquier caso te felicito, un nuevo año se abre ante nosotros. Ayer mismo leía un post en redes sociales que me inspiró de tal manera que a punto estuve de plagiarlo para componer este artículo, pues me transmitió un atisbo de esperanza, de satisfacción razonable, de prudente alegría, que es lo que hoy me gustaría llevar al lector. Y en cierto modo a ello iba, pero mi honestidad no me lo permite, sonrojaría hasta sudar solo por apropiarme de un pensamiento ajeno, atribuirme aquello que no me pertenece, esa fatiguita, decimos los andaluces, que nos acomete cuando nos trincan en un embuste. Y sin embargo, qué facilidad tienen los de la clase política y los periodistas sin clase, para colarnos una mentira tras otra sin que les pese lo más mínimo, tanto es así que ya es cosa normal y natural. Y aunque de sobra sé que no es necesario insistir en ello para convencer a nadie de esta triste realidad, voy a dedicarle un tiempo para destacar hasta qué punto nos mienten y manipulan con el único objeto de obtener un beneficio singular y personal.

Dice Pablo Casado que este es el peor Gobierno de la democracia. Pues no seré yo quien lo discuta, pero ¿puede alguien rebatirme que esta es la peor oposición que hemos tenido en democracia? Ya, sí, seguramente algún lector de Ok diario que asimila como verdad incuestionable esta noticia: Nuevo hachazo del Gobierno a los autónomos. Pero hombre, que suban 3 euros las cotizaciones a primeros de año después de ser la única vez en la historia que ayudan a los autónomos, no me parece precisamente un hachazo. Denuncia Díaz Ayuso que Pedro Sánchez ha convertido el aeropuerto de Madrid-Barajas en un coladero, y puede que tenga razón, no digo que no, pero tanto, digo también, como lo puedan ser el resto de aeropuertos de España, en cuyas ciudades, también, hay estadios de fútbol o pabellones de deporte que disputan encuentros sin público y en los que no se celebran eventos, como por ejemplo, un concierto de Raphael con unos 5.000 asistentes. Pero es que se cumplían todas las medidas de seguridad, alegó la presidenta. También se cumplen en los aeropuertos para subir después a un avión en el que se viaja codo con codo. Y codo con codo es como deberían estar ahora nuestros próceres para enfrentarse a este común y microscópico enemigo, que lenta pero inexorablemente está diezmando a la población. Y no atacándose entre sí, con el único fin de sacar un rédito político que en nada ayudará a nadie a salir del tremendo socavón, tanto sanitario como económico, que ha provocado este virus.

Imaginemos por un momento que España es invadida por el poderoso ejército de otro país cualquiera; como lo fue hace dos siglos por Francia, por ejemplo, ¿me siguen? Inquietante parangón, lo sé. Imaginemos que nuestros gobernantes no se ponen de acuerdo, cosa de lo más natural, por supuesto. Encontramos partidarios de uno, de otro o de muchos bandos. Cruces de acusaciones constantes; ataques permanentes; la división interna está servida y el invasor sonríe ufano, penetra con facilidad en nuestro territorio y encuentra incluso quien lo aclama… En fin, para continuar este relato no hay más que echar un vistazo a la Historia. Como leí por ahí: si quieres conocer el futuro mira al pasado. Señores gobernantes de esta nuestra querida España, si el Covid hiciera el papel de Napoleón, ¿quién de ustedes encarnaría a Godoy, quién haría de Carlos IV? Y si la cepa británica fuese José Bonaparte, ¿quién se embutiría en la piel de Fernando VII? No faltaría un Goya que retratara la barbarie ni un Ganivet que los acuse de vendidos, ni fechas para emular un 2 de mayo, ni un pueblo que una vez más, como siempre, ejemplarice con su actitud y saque al País del atolladero. Así que por eso, porque no tengo ninguna fe en los dirigentes y en cambio creo ciegamente en la humidad y la sensatez de mis congéneres, aunque la historia se repita y nos cueste el sacrificio a los de siempre, estoy convencido de que saldremos de esta. Hay esperanza.

CATEGORÍAS

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus ( )