Jodidas vacaciones

Escribo estas líneas durante el efímero retiro estival que este año fatídico, por circunstancias de sobra conocidas, puedo disfrutar sin molestar a nadie, creo, y sin apenas ser molestado. Me consta, sin embargo, que hay quien observa de otro modo mi descanso. Muy triste me parece focalizar vidas ajenas, pues no es más que el axioma de una existencia anodina, pero ante la ausencia de vida propia, y es lo que vende en este país, fijemos la atención en terceros y entretengamos el tiempo que al parecer nos sobra; se me antoja que hay demasiada gente ociosa… Por ejemplo, ¿sabemos dónde transcurrieron las vacaciones que en el año 2012 disfrutó Andrea Fabra?, aquella que dijo entonces a millones de parados españoles: ¡Qué se jodan! Yo no lo sé, ni recuerdo que ningún medio lo mencionara, ni que algunos centenares de jodidos desempleados se dieran cita para fastidiar a, ese, hoy día, olvidado personaje público.

Sí recuerdo en cambio la subjetiva noticia de La Razón, en la que daba cuenta de la lujosísima estancia de una semana en Zahara de los Atunes, agosto de 2015, de la entonces alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Pero bueno, la cosa no pasó de algún paparazzi insidioso y otro medio que desmenuzara el presupuesto para rebajar la mal atribuida pompa.

Madrid tuvo otra alcaldesa antes de esta, a la que hemos tenido oportunidad de ver en numerosas ocasiones a bordo de un lujoso yate, algo de lo más normal, por supuesto, pues nadie preguntó jamás precio de la embarcación ni otra cosa que enturbiara tan admirable imagen y estado.

Punto y aparte son los habituales retiros de SSMM, de sus ubicaciones, de su Bribón y su Fortuna. De su coste, número de escoltas y demás minucias hablaremos si acaso en otro momento, o no, que nos pueden llamar moscas cojoneras por tan ignominiosa actitud y nada más lejos de nuestro deseo, que no está en el ánimo del populacho perturbar el merecido descanso los monarcas.

Sin necesidad de ojear revistas del corazón, hemos observado brevemente a varios presidentes de Gobierno, con mucha o ninguna humildad, ya correr, pasear, o exponer sus carnes al sol de agosto rodeados de la habitual cohorte de guardaespaldas que asegurarán su paz y tranquilidad en el periodo vacacional, solo pequeñas notas de color a sus mediáticas figuras para apaciguar a la inquieta plebe.

Pero bajando el elevado escalón que separa a los más altos gobernantes de sus segundos, ni supimos ni nos preocupamos, menos aún nos informaron; salvando a la mencionada Carmena, dónde y de qué manera aprovechaban su asueto veraniego, tal o cual senadora, o diputado, o alcalde, o consejera de cualquier comunidad autónoma. No digamos ya de su vida privada durante el resto del año, a no ser, claro, que se trate de un asesinato o algo así, que de otro tipo de crímenes y corruptelas ya se encargan la “Justicia española” y la prensa, de cribar y enmarañar según tendencias, dilucido. Que no es lo mismo una prueba que un rumor, ni la tarjeta de un teléfono móvil que un disco duro destrozado a martillazos, ni un nombre escrito que un atisbo de sospecha. Pero no es mi intención divagar sobre jueces y fiscales, que su onerosa labor es guiar a la ciega Justicia y debe ser muy complicado; tuertos desfaciendo entuertos, estremecedor.

Y retornando al tiempo de recreo, que me pierdo, quisiera destacar cómo tanto por parte de la prensa, o las redes sociales, en manos del pueblo llano, se han dado en señalar, rodear, perseguir, acosar, vilipendiar, condenar, etc… a los ahora llamados Marqueses de Galapagar, con bulos y falacias cargados de odio que vomitan sin descanso, para no dar respiro ni tregua a los que temporalmente, porque las urnas así lo han decidido en dos ocasiones casi consecutivas, son vicepresidente y ministra del actual Gobierno de España, le pese a quien le pese. Y que si escapan una semana a Asturias: allá que los persiguen hasta hacerlos desistir y volver a casa, en cuyos aledaños, un buen puñado de gente ociosa decidió hace meses instalar sus reales, sin que falten cocina de campaña, víveres, pancartas, banderas, megafonía y consignas que gritar, para recordarles lo jodidos que se sienten por la Democracia y hacerles así pasar a ellos, no ya unas jodidas vacaciones, sino para amargarles la vida entera.

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