La derecha de la Izquierda

El oso lo ha vuelto a hacer. Su letal abrazo ha desgarrado las espaldas de sus víctimas, una vez más, como ha hecho siempre a lo largo de su historia. No hay enemigo, ni amigo, que resista a la oferta de sus brazos extendidos, con las zarpas contraídas, invisibles en un conjunto de aspecto tranquilo, amable y bonachón. ¡Zas! Heridas superficiales a una de sus víctimas, suficientes para derribarla y dejarle secuelas al andar. ¡Zas! Malherida, su otra víctima tiene muy afectada la columna vertebral y un tajo en el cuello.

El oso centenario disputa la supremacía en el territorio de caza a su archienemiga, la taimada hiena, aliada hoy de una joven y venenosa serpiente. El oso ha reinado los últimos años gracias a su alianza con el zorro y el lobo, amenazados también por la hiena y la serpiente. Una frágil alianza que, no obstante, ha sido útil para mejorar en su conjunto la vida de la mayoría de habitantes de los bosques, las montañas, las praderas, los ríos y el cielo. Pero el lado salvaje del oso le ha hecho abrazar para herir a sus aliados.

No se trata de una fábula, es un boceto de la situación política, con especial atención al juego trilero habitual en el PSOE. Sabían los socios que no sería fácil cuando sellaron la coalición de gobierno. Sabían que los barones habían exigido a Pedro Sánchez una “Große Koalition” para sostener a Mariano Rajoy en el gobierno. Sabían que Sánchez hubiera preferido pactar con Rivera para ser presidente… Y aun así, no quisieron ver que el oso se dejó abrazar por ellos, aliados a los que considera enemigos preferentes.

Lo ha vuelto a hacer. El PSOE ha calculado y Sánchez ha asumido el coste político de abandonar de nuevo la izquierda e instalarse en el centro liberal donde se siente cómodo desde que fuera fundado. Para despedazar a Podemos y amansar a Izquierda Unida han sumado el trabajo de zapa desde el gobierno a la brutal cacería desatada por las derechas política, mediática, judicial y policial. A las puertas de unas elecciones, ya no disimula: remata a Podemos, utiliza a Sumar y pacta a gusto con el Partido Popular de Ayuso.

Todas las derechas se relamen viendo el destrozo que el abrazo de Sánchez ha hecho a la izquierda: el propio PSOE porque ve con optimismo la vuelta al bipartidismo, el Partido Popular porque ve al alcance de la mano la Moncloa y otros centros de poder y Vox porque ha visto blanqueadas su políticas fascistas por el Ayusismo y el sector felipista del PSOE. Por su parte, Podemos y Sumar, unos lisiados, otros desgarrados, se hostigan entre sí y olvidan a las derechas. Antes de las generales, Sánchez los echará del gobierno.

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