Las bayonetas sirven para casi todo…

Yo, que me declaro como Juan José Laborda, el expresidente del Senado con el PSOE, “convencido republicano, pero monárquico de esta Constitución”, no puedo pasar por alto los atropellos que estoy viendo y vengo denunciando desde el minuto uno del confinamiento. Y es que a ninguno de los arduos e irredentos defensores de la trasnochada legalidad republicana de hace más de ochenta años, los veo denunciando que ahora nos han metido en una dictadura de facto. Sánchez, el republicano-bolivariano, y su gobierno incalificable ha implantado un régimen despótico.

Tan real como cierto. Frente a la vulneración de la Carta Magna de 1978 los dos partidos instalados en el poder por razón del juego democrático, igual que pasó con Hitler o más próximo en el tiempo y en el momento con el comandante Hugo Chávez, con el pretexto de gestionar una crisis sanitaria, nos están privando de nuestros más elementales derechos fundamentales. Si desde el comienzo del confinamiento vengo denunciando la vulneración de los derechos de reunión, libre circulación, libertad de las comunicaciones, libertad de información, derecho al trabajo, libertad de culto y un largo etcétera, además, ahora, hay que sumar a esa larga lista de derechos y libertades civiles transgredidos, los de libertad de expresión y el derecho fundamental a la intimidad, con la fiscalización de nuestras comunicaciones, no para preservar el derecho a la salud pública, como interés general, sino para evitar la propagación de lo que ellos llaman bulos.

¿No son bulos las intervenciones pagadas del tal Risto Mejide o del tal Antonio Ferreras y demás secuaces, por ejemplo? ¿No es un bulo, por referir un caso material, la película que vi ayer —malísima, por cierto, hasta el descaro, “Los japón”—, en la que se simula la muerte de un emperador del país del Sol Naciente y se crea una ficción que puede conducir a un conflicto diplomático de tomarse en serio, dado que la producción está financiada por el Gobierno de España? ¿No es una indecente mentira lo que  dijo ese fantoche del consejero Buch sobre la coincidencia con el guarismo 1714, dicha con claro ánimo de desestabilizar y crear odio? No, eso es libertad de expresión. Pero poner un video trasladando las barbaridades dichas por el vicepresidente segundo a lo largo de su despreciable carrera de ascenso, lo que dijo el tal Carlos Bardem sobre lo que el Gobierno de Rajoy hacía a su entender con el asunto del Sovaldi y verlo ahora frívolamente actuar en una imbecilidad de serie en las que se glosan las gracias del confinamiento, trasladar las desmedidas revueltas por el sacrificio de un pobre perro presuntamente infectado de ébola, o desenmascarar las manipulaciones desinformativas de los Sánchez’s boys del periodismo nacional, son bulos.

¿Quién dice eso?, ¿El poder gubernativo?, ¿los artífices de un gobierno que ha vulnerado el orden constitucional, según Manuel Aragón demandaba hace tres días en El País, y que se ha apoderado del poder legislativo y en buena medida del Poder Judicial?, o, ¿lo dicen los cachorros y seniors de los partidos detentadores del ejecutivo, algunos de los cuales se han lanzado a los medios a convencernos de que el gobierno sanchista lo que está es haciendo una aplicación correcta de la norma de excepción a tenor del art. 2.3º del Código Civil, y señalan sin pudor que en estos momentos y dado que no tenemos experiencia previa en una situación homónima debe prevalecer el poder gubernativo sobre la interpretación constitucionalista? Ante tamañas barbaridades, ¿nos vamos a tener que callar? ¿No vamos a decir algo los que podemos? ¿Vamos a permitir que un juez metido a mal político, mal proyecto de Talleyrand o de Rasputín de opereta, nos venga a decir que nos están monitorizando para ver si se están cometiendo bulos o delitos de odio? ¿Monitorizó él a los expertos que les dijeron de salir a la calle el 8-M o ha emprendido acciones policiales contra los que nos han llevado a esto? Pero ¡Qué pasa con nuestro Estado de Derecho!, ¡Qué pasa con nuestra democracia occidental! Ni con las leyes de prensa de Fraga podría hacerse lo que estamos viendo. ¿Nos vamos a callar?

Hay que denunciar la situación, hay que gritarlo, proclamarlo, decirlo al mundo libre y decirle que España ya no lo es. Nuestra responsabilidad colectiva es el defender nuestras libertades y el imperio de la ley, de la ley democrática, y no de la impuesta con trucos subvirtiendo el orden constitucional.

La Constitución hay que respetarla siempre, ¡siempre! Esto es lo que se aprende en primero de Derecho. Es lo que decía y por lo que clamaba el cátedro y magistrado del Tribunal Constitucional, Manuel Aragón, el otro día, y lo que venimos denunciando y exigiendo otros muchos. ¡Compatriotas levantaos, abrazad la libertad y la recuperación íntegra de nuestros derechos, birlados con el pretexto de una emergencia nacional!.

Fue Charles-Maurice Talleyrand el que dijo aquello de: “Sire, las bayonetas sirven para casi todo, menos para sentarse sobre ellas”. Y este Gobierno ha enarbolado las bayonetas de su legalidad excepcional y se ha sentado sobre la Constitución, que es mucho peor.

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