Paradojas respecto a Julio Anguita

La inesperada muerte de Julio Anguita ha supuesto una gran pérdida, y no sólo para la izquierda. No estamos sobrados de políticos honestos, creíbles, sinceros y con un compromiso inquebrantable con los ideales democráticos y de alineamiento con los más débiles.

Yo recupero de su legado, en primer lugar, su afán pedagógico. No hay que olvidar que la tradición del movimiento obrero, situada en la estela de la ilustración, se ha basado siempre en la educación de las clases populares con el objetivo de conseguir, como decía Gramsci, un nuevo sentido común iluminado por las aportaciones científicas más desarrolladas. Este proceso educativo no es unidireccional sino que supone un intercambio dialéctico entre dirigentes y dirigidos, desde el máximo respeto y evitando cualquier manipulación. Es curioso recordar que siendo Anguita uno de los líderes políticos de la democracia que mejor dominaba la oratoria, no abusaba de la retórica y sobre todo en sus intervenciones parlamentarias era claro y preciso a la par que contundente. Por cierto y frente a los que sean atrevido a hablar de él como un anticapitalista primario podemos señalar, como gusta de recordar Antonio García Santesmases que compartió escaño con él varios años en el Congreso, que en esas intervenciones Anguita solía desplegar una argumentación socialdemócrata, inspirada por su compañero de entonces Martín Seco, tratando de explotar al máximo los elementos progresistas de nuestra Constitución. Por eso hay que denunciar el sesgo radical que se ha dado de Anguita en algunos medios como alineado con los comunistas más clásicos, él nunca fue un comunista de aparato,(más bien fue elegido para pilotar el paso del PCE a IU como referente político y electoral primordial), consideró siempre el anticapitalismo más como un referente estratégico que como la base del programa del corto plazo,y mucho menos negó lo existente. Para defender el capitalismo no hace falta acusar a los críticos de anticapitalistas primarios radicales y ciegos.

De igual manera hay que recordar que siendo unos de los líderes más carismáticos que ha habido en los últimos cuarenta años en la política española procuraba minimizar ese aspecto resaltando el carácter colectivo de las propuestas que defendía. Esta postura claramente antipopulista se veía reforzada por su esfuerzo en explicar sus posiciones de forma pedagógica sin evitar oponerse a las opiniones dominantes. En lugar de decir sólo lo que la gente quiere oír, Anguita a veces , y por eso era muy criticado, reprendía y criticaba las posiciones que consideraba erróneas, aunque fueran mayoritarias. Por último, Anguita siempre tuvo un exquisito respeto por los órganos colectivos en los que aplicaba una dialéctica mayoría-minoría impecablemente democrática. Cosa que no siempre se hizo con él, por ejemplo, cuando la federación gallega de IU decidió de forma precipitada y sin respetar los cauces reglamentarios pactar un acuerdo electoral con el PSOE que fue el comienzo de la actitud completamente desleal y antidemocrática que el grupo de Nueva Izquierda tuvo con la mayoría anguitista forzando la sumisión al PSOE, partido en el que acabaron la mayor parte de los miembros de esta corriente minoritaria.

En cambio hay dos aspectos de su actuación que no comparto del todo, aunque los comprendo en parte. En primer lugar su teoría de las dos orillas, que situaba al PSOE y al PP en una y al PCE e IU en la otra, defendiendo una postura de enfrentamiento radical con el PSOE que nuestro maestro Sánchez Vázquez calificó en alguna conversación privada como “pre- Dimitrov”, aludiendo a la política de clase contra clase que precedió a la propuesta de los Frentes Populares defendida en los años treinta por la Internacional Comunista. Hay que decir en su descargo que el PSOE de su época, el puramente felipista, era el PSOE más neoliberal, más autoritario y corrupto que ha habido nunca y que era muy difícil pactar con él en el nivel de la táctica, pero como estrategia ese enfrentamiento frontal me parecía y me sigue pareciendo un grave error político. Lo que si que hay que desmontar es la patraña de la pinza con el PP: si se siguen en el Diario de Sesiones las votaciones de aquellos años en el Parlamento se puede comprobar que IU y el PP solo coincidieron en un número de ocasiones muy pequeño y casi todas estas ocasiones referidas a evitar el monopolio de PRISA y El País en el campo de la comunicación, mientras que PSOE y PP coincidían casi siempre en las votaciones sobre medidas económicas de carácter neoliberal.

De igual manera, estuvo muy bien la crítica de la concepción neoliberal de la Unión Europea que se consagró en Maastricht, pero una vez perdida la batalla la postura crítica se quedó en una mera denuncia sin alternativas viables, poniéndonos en el lado euroescéptico junto con la naciente extrema derecha. Si el primer error se ha corregido en parte, aunque no por convencimiento doctrinal sino más bien por oportunismo, para ocultar el fracaso electoral y como única salida para evitar nuevas elecciones y ampliar la previsible debacle en votos y en escaños, el segundo error sigue sin corregirse . No tenemos una posición clara respecto a la UE aparte de críticas a su hegemonía neoliberal y a la preponderancia de los países del norte sobre los del sur.

Por último, conviene recordar también que Anguita fue republicano y comunista, pero era republicano como medio para ser comunista, ya que la especificidad del marxismo, desde la crítica del joven Marx a la izquierda hegeliana, es que no basta con la revolución política, el republicanismo, sino que hay que hacer la revolución social y económica, en dirección hacia el comunismo. Eso es lo que separa a Marx y la tradición marxista de sus amigos liberales: no basta la revolución política, hay que revolucionar también la base económica de la sociedad y esa es la misión del comunismo. Puede haber republicanos no comunistas, pero todos los comunistas son republicanos y algo más. Lo que no son, claro, es kantianos ni neokantianos.

Por lo anterior podemos recordar que cuando surgió el 15M y al principio de Podemos , Anguita fue uno de sus referentes esenciales precisamente por su equiparación entre PSOE y PP (‘la misma mierda es’), por su apuesta por la autonomía respecto del socialismo e incluso por el sueño del sorpasso del propio PSOE como fuerza hegemónica de la izquierda. Afortunadamente esta posición extremista y absurda se ha corregido, más por necesidad que por convencimiento, como recordamos antes.

De todas formas en el balance final la herencia de Anguita es enormemente favorable y a veces es preferible equivocarse con honestidad que acertar por oportunismo.

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