Del sujeto neoliberal al sujeto neomitico. Con una coda postelectoral

Hay que drenar las creencias hacia el área de la racionalidad transformadora para evitar su estancamiento o su captura por parte de fuerzas e intereses inmovilizantes.

(R. Bodei, Crisi della ragione, 218-219)

La noción de sujeto no se refiere a una entidad estática dada de una vez por todas sino más bien a una realidad dinámica, procesual; por ello es preferible hablar de procesos de subjetivación. Estos modos de subjetivación varian con las culturas y con el tiempo. A lo largo de la cultura occidental ha habido diversos modos de subjetivación arquetípicos: el héroe griego, el cortesano renacentista, el burgués capitalista, y ahora el sujeto neoliberal. Partiendo de la intuición de que las virtualidades de cada época no se agotan en las realidades efectivamente desplegadas en la misma si no que siempre hay un poso potencial no desarrollado que espera las condiciones convenientes para surgir, pensamos que para poder salir del actual proceso de subjetivación neoliberal puede ser conveniente dirigir la mirada hacia atrás y recuperar algunas de las posibilidades no desplegadas en sus épocas respectivas. El pasado no es algo dejado completamente a la espalda sino algo que gravita en su totalidad sobre cada instante del presente que actualiza en cada momento solo una parte de esas posibilidades latentes. Como decía Bloch la categoría de la posibilidad es más rica que la de la mera efectividad y nos permite la actualización de muchos potenciales latentes y ocultos en una especie de fusión de distintas posibilidades culturales .

La situación actual en tanto que sociedad del riesgo sumida en la incertidumbre y la perplejidad genera una subjetividad movida a la vez por la melancolía y la ansiedad: melancolía por el pasado perdido y ansiedad por un futuro que no se ve ya como una mera repetición del presente sino más bien como una degradación imparable de dicho presente. En estas condiciones es cada vez más difícil establecer proyectos de vida tanto en el nivel individual como en el colectivo.

En nuestra época estamos pasando del sujeto neoliberal alo que se podría denominar el sujeto neomítico. Un sujeto en el que predominan rasgos irracionales y en el que la razón queda reducida a su carácter meramente instrumental en los ámbitos económicos y tecnológicos. Tanto la pandemia como la guerra subsiguiente han ensanchado enormemente la necesidad de seguridad en detrimento de la libertad debido a la creciente conciencia de vulnerabilidad de los individuos. Frente a este sentimiento de creciente vulnerabilidad se busca más la inmunidad que la comunidad. En este escenario se combina de forma mortífera la servidumbre voluntaria que intercambia libertad por seguridad, la personalidad autoritaria que busca reforzarse ante lo que se ve como amenazas exteriores incontrolables: la enfermedad, la guerra, la incertidumbre económica, etc., y el miedo a la libertad con los riesgos que la misma conlleva. Nuestras sociedades ya no son sociedades de culpa en la estela judeocristiana, ni sociedad e sde vergüenza, como la sociedades tradicionales, sino que son presas de la anomia social. En esta coyuntura se cae en nuevas mitologías, pero no en mitologías de la razón como pedían los filósofos de Tubinga: Hölderlin, Hegel y Schelling en el Primer Programa sistemático del Idealismo Alemán de finales del siglo XVIII, sino en una mitología irracional y antirracional.

Ante las inseguridades de la vida se busca una zona de certidumbre en la vuelta a los atavismos: religiosos, nacionalistas, culturales; una zona de seguridad tras las rejas, como muestra el dibujo de El Roto de arriba. La facilidad del surgimiento de estas nuevas mitologías es muestra de la superficialidad de la ilustración en amplias capas de la población, que queda reducida a una mera utilización pragmatista de la razón, atenta a su utilidad tecnológica y económica, pero despreciando sus valores éticos y políticos, resultado de una modernización selectiva sin modernidad ética y política y sin modernismo cultural y vital. Estas mitologías promueven el primitivismo y el ruralismo frente a la metrópolis moderna, vista como la Gran Babilonia. Ya Heidegger cultivó estas ideologías antiurbanas cuando renunció a una cátedra en Berlín y se recluyó en la Selva Negra. Estas mitologías se despliegan como Neoarcaísmos antimodernos.Utilizando una metáfora biológica podemos decir que de la misma manera que en el ser humano ante situaciones de peligro el neocórtex se bloquea y el sistema límbico toma el mando, en el nivel social ese bloqueo racional y la liberación de los instintos se expresa a través del fascismo y los neofascismos, en tanto que predominio de los impulsos atávicos frente a la racionalidad.

Una de las características de este regreso mitologizante e irracionalista es la puesta en cuestión del valor de la verdad, resultado al que han contribuido aquellos que han hecho una lectura literal y reduccionista de la afirmación de Nietzsche de que no hay hechos, solo interpretaciones. Dicha afirmación tomada literalmente es absurda ya que la realidad existe y además está estructurada, no es totalmente caótica sino mas bien un Caosmos, es decir un cosmos ordenado en el que quedan sin embargo islotes de desorden nunca eliminables por completo. En ese sentido no cualquier tipo de abordaje de dicha realidad es válido. Hay algunos que tienen más valor de verdad que otros porque refiguran de manera más adecuada la estructura de la realidad. De igual manera, no todas las actuaciones sobre dicha realidad tienen la misma eficacia y, en ese sentido, las tecnologías basadas en la ciencia moderna se han revelado muy eficaces en la utilización y transformación de la realidad. Todo lo anterior supone que no todas las afirmaciones sobre la realidad tienen el mismo valor. No todas tienen el mismo valor de verdad y hay algunas manifiestamente falsas. Cada afirmación tiene que poder apoyarse en algo si no quiere limitarse a ser una mera opinión sin ninguna justificación más que los deseos o los prejuicios del que la emite. En ese sentido pienso que puede ser útil acudir a la idea griega de parresia como compromiso con la verdad que impone al individuo la obligación de defender la verdad de manera pública a pesar delos riesgos en que pueda incurrir por esa proclamación.

La parresia clásica se define como el coraje necesario para decir la verdad al amigo, al superior o al pueblo en su conjunto. Es la virtud por antonomasia del maestro, del intelectual y por eso para mí el único pecado que no se puede perdonar según la biblia, el pecado contra el espíritu, es el pecado que cometen los intelectuales que mienten a sabiendas. En esta categoría se encuentran aquellos intelectuales originalmente de izquierda que luego por desengaño o despecho se han pasado a la derecha y repiten como loros sus argumentarios de forma mecánica. De aquí la importancia de reivindicar la filosofía como crítica y como defensa de la verdad.

La parresia es un habla de verdad con una función esencialmente práctica: mover las existencias más que describir la realidad. El que habla con parresia realiza la verdad en su vida misma y con ello busca cambiar la vida de los demás. Hay una mala parresia que ya Platón denunciaba como un defecto de la democracia, el parloteo, el que cada uno diga lo que se le ocurra sin control alguno; frente a esta mala parresia conviene cultivar el silencio ya que la cháchara distorsiona la buena comunicación. Por otra parte se da una oposición entre parresia y retórica: “La retórica se interesa en los efectos que el que habla puede lograr por medio de su discurso. La parresia se interesa en la verdad. La retórica requiere varias técnicas que es necesario aprender. La parresia sólo requiere la voluntad de encontrar, descubrir, decir o mostrar la verdad», como nos recordaba Foucault. La parresia ha sido un elemento esencial en el largo proceso que llevó, en occidente, a los individuos a transformarse en sujetos y además tuvo un papel decisivo en la genealogía de la crítica; en ese sentido la parresia es una de las bases de “la ontología histórica de nosotros mismos”. La parresia ha de estar acompañada de educación y de sabiduría: de paideia y de mathesis, y no ser una mera cháchara incontinente y sin Kairós, sin adaptarse a las circunstancias que pueden indicar la necesidad del silencio. En la democracia la libertad de expresión, la parresia, ha de ajustarse al logos y a la verdad, no puede ser irrestricta.La libertad en el uso de la palabra se extiende a la libertad en la elección de vida, bios. Hay una relación estrecha entre la verdad y el estilo de vida, entre la verdad y la ética y la estética del yo. Se precisa una coherencia entre el pensar y el hacer, entre el logos y el bios. Hay que destruir el auto-engaño y conseguir firmeza y constancia de mente. Se necesita mathesis y ascesis,conocimiento teórico y entrenamiento práctico para el arte o la técnica del vivir. No autoabandono ni autocomplacencia, como defiende el sujeto neomitico con sus proclamas de no avergonzarse de lo que uno es, racista, machista, fascista, etc., sino autodominio y autoposesión racionales.

Hay que destacar también la estrecha relación que se da entre la actitud crítica y el coraje del Aufklärung y la parresia como coraje por la verdad. Foucault establece la genealogía de la actitud crítica y en la misma combina la parresia, las contraconductas medievales ante el poder pastoral, el Aufklärung, el rechazo de las disciplinas en el siglo XIX, y las resistencias al control, en los siglos XX y XXI. La crítica sería el arte de la ‘indocilidad reflexiva’, la crítica de la autoridad y la tradición y la lucha contra la ceguera y la ilusión y a favor del despertar. La crítica supone dejar la sujeción en el juego de la política de la verdad desplegando la ”indocilidad reflexiva” y la “inservidumbre voluntaria”. Todas las formas de resistencia política han de desplegar frente a la normalización el cuidado de si y un desprendimiento de si que supone abandonar la ficción de un sujeto como punto cero del conocimiento; este sujeto es “un avatar de la relación imaginaria de los seres humanos con sus condiciones de existencia”, como nos recuerda de nuevo Foucault. Las nuevas formas de subjetividad pugnan por escapar de las redes del poder y de los códigos vigentes del saber , unas veces mediante la lucha frontal y otras veces buscando compromisos. Son los modos de subjetivación en tanto que las formas plurales de desarrollo de la vida los que permiten articular los puntos de resistencia en una determinada formación social.

Esta lucha por salir del sujeto neoliberal sin caer en el sujeto neomitico parte de la convicción de que la racionalidad tecnológica y económica del trabajo por sí misma no da lugar a una sociedad racional en todos sus aspectos. Hace falta la hegemonía cultural y moral para que una racionalidad llegue a enraizarse en los estratos profundos de los individuos y de la sociedad adquiriendo concreción histórica y promoviendo una síntesis entre la teoría y la praxis , como nos ha recordado Remo Bodei. El problema de la razón es el de establecer un dominio no efímero , hegemónico, en la sociedad en su conjunto y en cada uno de los individuos. Un dominio no destructor de las pasiones y los sentimientos sino encauzador delos mismos. Es preciso generar una razón no racionalista que conjure a la vez el desencadenamiento de la pura sinrazón. Este frágil equilibrio entre razón y pasión se expresa en el grabado de Goya que lleva por título “El sueño de la razón produce monstruos”donde se muestra que la falta de razón nos deja sometidos a los fantasmas del pasado, murciélagos de los que no nos podemos desprender, pero al mismo tiempo se podía leer la estampa como la advertencia de que demasiada razón puede producir también monstruos. La falta de razón nos deja en manos de los prejuicios del pasado tradicional, pero una razón idealizada, soberbia, que elimina los demás rasgos del ser humano, es un sueño aterrador y mortífero.

CODA POSTLECTORAL . La primera conclusión de las pasadas elecciones puede ser que la articulación del sujeto neoliberal y el sujeto neomitico, fascista, ha sido detenida por el momento. España sigue siendo de centro izquierda con un índice de Sartori de 4,5. Si la izquierda vota la derecha no gana. El principal humillado de estas elecciones no ha sido Feijoo sino el nuevo gurú de la derecha , Narciso Michavilla, que hace juego con su nombre y es el que ha orientado con su excesivo triunfalismo a la derecha en su conjunto a la derrota por exceso de confianza. De nuevo no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo y en España todavía pactar con la extrema derecha no es sin costes para la derecha. En ese sentido estas elecciones tienen una importancia europea al oponerse a la tendencia generalizada impulsada por el presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, de pactar con la extrema derecha atlantista y desplazar hacia la derecha el actual consenso entre conservadores, liberalesy socioaldemòcratas que rige hoy la UE.Como los corifeos dela derecha han blanqueado a Vox pensaban que la gente iba a hacerlo mismo y se han equivocado. El votante todavía distingue un independentista de un fascista, y no establece una simetría entre neofranquismo e independentismo,ya que mientras que lo que este pide todo el mundo sabe que no lo va a lograr, en cambio lo que quiere el fascismo ya lo va consiguiendo allí donde gobierna. Los votantes en su mayoría han distinguido nítidamente entre la verborrea independentista que debido a que es meramente retórica se puede aguantar,y los recortes de libertades y derechos llevados a cabo por los fascistas que esos sí que son reales y no retóricos.Es posible de nuevo articular un gobierno plural y de progreso que haga justicia a la diversidad esencial de un país que desde su origen ya lejano en la monarquía de los Austrias se articulaba como un estado compuesto, el rey era rey de las Españas y las Indias. Pero la consolidación de dicho gobierno necesita algunos requisitos imprescindibles. En primer lugar que los miembros y los socios del mismo no hagan hincapié en sus programas máximos y busquen un mínimo común denominador capaz de aglutinar las mayorías más amplias posibles. La política es el arte de los pactos y mala forma es de acercarse a un pacto poniendo por delante aquellas propuestas que sabemos que no nos pueden ser concedidas, por ejemplo, la amnistía o un referéndum de autodeterminación. En cambio medidas que refuercen la autonomía, faciliten las transferencias, inviertan en infraestructuras, etc., son perfectamente asumibles. También es posible y deseable que los prófugos independentistas vengan a España, sean juzgados y condenados y posteriormente indultados como medida de concordia y generosidad. Estas medidas más que mostrar debilidad como dice la derecha son pruebas de la fuerza de la democracia que puede ser generosa con los que la han puesto en peligro. Ese gobierno también tendría que ser capaz de construir acuerdos transversales con la derecha en temas como la justicia, la sanidad o la educación en aras de una mayor homogeneidad de los servicios públicos en el conjunto del Estado. De igual manera, una política medioambiental y en especial hídrica común sería de desear, especialmente en el marco del cambio climático que estamos ya padeciendo. Una política exterior lo más consensuada posible sería también de desear y ahí tenemos los problemas del Sahara, las relaciones con Marruecos y Argelia y las posiciones frente a la OTAN y la guerra de Ucrania que tendrían que ser puestos sobre la mesa y discutidos ampliamente en busca de consenso. El compromiso europeo ha de ser mantenido pero en aras de una mayor autonomía europea en el seno de la OTAN y una mayor actividad en pro de la paz en Ucrania. Una política exterior y de defensa europea común exige gastos militares inexcusables, la cuestiones qué tipo de ejército ha de ser el europeo: un peón en manos de USA en el marco de una OTAN reverdecida y agresiva ,o un ejército dirigido a impulsar misiones de paz en las zonas de conflicto y ser un factor de estabilidad en el Mediterráneo, el Báltico, el Sahel,etc. Como último punto la cuestión de España y el patriotismo: no se puede dejar que el PP ponga una pancarta que diga “El momento de España” aludiendo a su posible victoria. No es que ahora España no exista y ellos la hubieran traído sino que hay una idea de España plural y democrática, inclusiva ,y una idea de España , centralista, excluyente ,y ambas son España , no España y la anti-España. De igual manera no se puede tolerar que Melonien su discurso de apoyo a Vox haya dicho; “es la hora de los patriotas”, ya que tan patriota es la izquierda como la derecha y aquella todavía más que esta, ya que sabemos la facilidad con la que la derecha vende la patria al capital extranjero o a los Cien Mil hijos de San Luis de turno cuando ve en peligro su hegemonía. En resumen , se mantiene la posibilidad de seguir avanzando: no hay que malograr esta oportunidad con particularismos y maximalismos.

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