Huelga de Cayetanos

Cuando los Audi y los Mercedes tomaron las calles para manifestarse, cuando convirtieron el palo de golf en símbolo antisistema y cuando el servicio acompañó al señor y a la señora, motu proprio, a las protestas, las izquierdas no supieron ver que el relato había cambiado de acera. Las izquierdas perdieron la calle y el relato antes, cuando despreciaron la mediocridad política de Almeida y Ayuso sin calibrar en toda su dimensión la operación diseñada por Aznar y puesta en marcha desde la FAES con MAR moviendo los hilos.

Las izquierdas han perdido la perspectiva, la calle y las elecciones, las de este mes y las de fin de año. Las derechas, en cambio, han desplegado todo su potencial surfeando la ola soplada por los amenazantes y populistas vientos del neoliberalismo trumpista. El método es burdo pero efectivo, muy efectivo: bulos, manipulación y utilizar el odio como argumento político. Las derechas han detectado y explotado una grave merma en la capacidad intelectual del español medio desde que la educación es cosa de Internet.

La maquinaria mediática está engrasada a la perfección y es abrumador el dominio de la de derechas en la trinchera escrita, superior en la hablada, aplastante en la audiovisual y suficiente en la multimedia. A cinco medios, digitales todos, se reduce la limitada resistencia a la despiadada legión dispuesta para la propaganda por las derechas desde que Unidas Podemos es parte del Gobierno de coalición. Hasta el mundo de la farándula y el entretenimiento se ha puesto el mono de faena para dar caña al mono de izquierdas.

Han hecho su trabajo de tal forma que buena parte del electorado de izquierdas compite con el de derechas en disparar a Podemos. Participan activamente en la feroz cacería la corriente felipista del PSOE y la vieja guardia sectaria e inmovilista de IU, así como el propio Sánchez que ha respondido al apoyo de sus aliados con un demoledor abrazo del oso, urgido por su objetivo real: restaurar el bipartidismo liberal y neoliberal al elevadísimo coste de perder el Gobierno y su propio futuro político dentro de un PSOE nada socialista.

La toma de la calle por las protestas de las derechas ha propiciado una mezcla de sainete y esperpento jaleada por la oposición política y mediática: desde camioneros sin camión y terratenientes agrícolas a policías y guardias civiles en sendos carnavales de patriotismo de bandera. Lo de la élite judicial es síntoma de que las huelgas, hoy, son cosa de cayetanos: en realidad, este grupo social privilegiado vive muy bien con ingresos más que suficientes, siendo su objetivo real el desgaste político de este Gobierno y no otro.

¿Es casualidad que cuando no gobiernan las derechas se manifiesten públicamente jueces y fiscales a quienes poco o nada afectan el IPC o las crisis? ¡No! Es simple y llanamente estrategia política ante quienes consideran el enemigo. Cuando el gobierno de Rajoy les perjudicó el bolsillo y el quehacer profesional, callaron religiosamente y mantuvieron una postura sumisa y militante ante una derecha a menudo fronteriza con el Estado de derecho. Son los mismos que mantienen secuestrado al Poder Judicial, a la propia Democracia.

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