La Amenaza del cambio climático

A pesar de la existencia de pequeños grupos de negacionistas, el Cambio climático es un hecho real. A lo largo de la historia de la Tierra, el clima ha fluctuado. No obstante, estas fluctuaciones han sido siempre en escala de tiempo geológico (es decir, muy lento respecto a la escala humana), mientras que el incremento de temperaturas que se ha producido en los últimos 200 años ha sido vertiginoso.

En la comunidad científica existe un consenso general al respecto. Las discusiones se centran en determinar el grado de culpabilidad de las actividades humanas (¿solo se debe a la acción humana?, o se ha producido un proceso sinérgico con la propia tendencia natural de evolución del clima), así como cuáles van a ser las consecuencias en el futuro. En este sentido, hay que indicar que el clima es un sistema muy complejo (es lo que en ciencia se denomina sistema estocástico), en donde participan muchas variables, fluctuantes según las circunstancias, y en muchos casos interrelacionadas entre sí, lo que hace difícil poder determinar con precisión el funcionamiento del mismo y más su predicción futura a largo plazo. A ello, hay que unir los factores geográfico locales que pueden ser determinantes.

No obstante, las actitudes fatalistas al respecto no son las mejores maneras de encarar el problema (ni este ni los demás, y como bien dice el dicho andaluz, “todo tiene solución, menos la muerte”). Siempre hay que tener una actitud proactiva (“Dios ayuda, a quien se ayuda”), y si se toman medidas, los efectos se pueden mitigar en gran medida.

A esto hay que añadir que la Guerra de Ucrania y sus consecuencias colaterales ha obligado a cambiar la planificación que había hecho la Unión Europea para alcanzar una economía descarbonizada y de emisiones cero para el año 2050. En este caso, los países del sur de Europa (los PIGS como nos denominaron despectivamente nuestros compatriotas del norte) si hemos hecho nuestros “deberes” y vamos a ser solidarios con los imprevisores estados del norte de la Unión (el caso de Alemania, es de nota).
Sigo opinando que hasta que no consigamos la anhelada Fusión Nuclear (me temo que para conseguirla con unos costes comerciales aceptables, queda mucho tiempo), nuestra estructura energética debe basarse en un mix energía nuclear-energías alternativas, que permita eliminar las emisiones de los Gases de Efecto Invernadero y asegurar la soberanía europea, no dependiendo de terceros países. También hay que incrementar la interconexión de las redes energéticas de los estados de la Unión.

Estos son medidas a medio y largo plazo, por lo que hay que implementar medidas urgentes y a corto plazo para poder dar respuesta a la actual situación.

En ese sentido las medidas de ahorro que propone el Gobierno de España me parecen acertadas y necesarias, e incluso en algún caso se deberían haber tomado antes, independientemente de la crisis energética que sufrimos en estos momentos (eliminar la iluminación nocturna de los edificios públicos y de escaparates, aumento de la temperatura de la climatización estival y disminución de la temperatura de la calefacción, cierre de las puertas de los comercios, revisión de calderas e instalaciones térmicas para conseguir una mayor eficiencia, bonificación para potenciar el transporte público).

Además de estas medidas, creo que se debe de potenciar las estructuras de almacenamiento y el autoconsumo energético, con la eliminación del denominado “Impuesto al Sol” y la agilización administrativa de las autorizaciones de nuevas instalaciones.

Se supone que con estas medidas se puede alcanzar un ahorro energético en torno al 7%. En estas semanas se ha llegado a una reducción del 4%.

Aparte de las chanzas, algunas muy graciosas, acerca del postureo del presidente del Gobierno con el uso de la corbata (algo que ya invento el primer ministro de Japón a mediados de los años 90), estas medidas han recibido una respuesta desigual en el espectro político español. La oposición se ha posicionado en contra, aunque alguna de esas medidas ya la habían propuesto ellos, mientras que el bloque de apoyo parlamentario al gobierno se ha sumado al plan.

Es cierto que el plan no ha sido suficientemente consensuado con los gobiernos autonómicos, pero en este sentido al amago de desobediencia que ha realizado la Comunidad Autónoma de Madrid no me parece aceptable. Las leyes, aunque no gusten hay que cumplirlas, e igual de grave es la desobediencia de Madrid en este caso que la desobediencia del gobierno catalán en otros múltiples casos.

También me parece una actitud irresponsable el mantenimiento de la megailuminación navideña por parte del Ayuntamiento deVigo.

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