La «famiglia» es mucha «famiglia»

La Mafia en Estados Unidos sería conocida como «la Famiglia», lo hemos visto en las maravillosas películas de Coppola o Scorssese. Un sistema de padrinos y clientes que intercambian favores, servicios y otra ventajas. Conocidos como «hombres de honor», dignos de simpatía y admiración y atados entre ellos por un «family business».

Con unos códigos que sellaba la Mafia italiana, el ritual de adhesión a la «Famiglia» incluía diez mandamientos que se debían llevar a rajatabla dentro del clan. Entre ellos el de la ley del silencio, respetar a la mujer de sus amigos, no robarse entre ellos y estar disponibles cuando se les necesitase. Han pasado a la historia, tanto por su fechorías, como por su tratamiento cinematográfico las cinco «famiglias» neoyorquinas: Los Bonanno, los Colombo, los Gambino, los Genovese y la familia Lucese.

Su impacto en el imaginario colectivo, nos ha llevado utilizar parte de la terminología mafiosa a la hora de describir comportamientos irregulares o poco presentables, también en la vida pública, y de ahí el título de esta columna, después de asistir al vergonzoso espectáculo protagonizado por el Consejo Escolar de Andalucía, o mejor dicho, por su presidente, el paduleño, Manuel Pérez García, candidato en su día del PP a la alcaldía de su pueblo, quien debió pensar que nada mejor que la «famiglia», civil y política, para cubrir la cúpula del Consejo, por lo que ni corto ni perezoso, nombró «digitalmente» a su mujer, Elena Espigares, como «asesora» dentro del equipo técnico, mientras que la consejera de Educación, hizo lo propio designando como secretario general del Consejo Escolar, a Jesús Saavedra Requena, hermano del número dos del Ayuntamiento de Granada, a la sazón secretario general del Partido Popular de la provincia. «Famiglia» civil y «famiglia» política satisfechas y a buen recaudo.

La escandalera provocada al conocerse la noticia, ha llevado a que la responsable educativa de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo, haya forzado la renuncia de Espigares, aunque mantenga en la presidencia a su marido, Manuel Pérez, que es quien la nombró como asesora y a quien, por lo tanto, debería haber cesado fulminantemente. La consejera mantiene a Jesús Saavedra como secretario general, vayamos a que se enfade su hermano, que ya sabemos lo que manda en un partido el «general secretario», aunque solo lo sea de Granada.

Salvando las distancias y el hecho de que esta es una historia real, no me negarán que semejante tejemaneje, no podría haber figurado, con todos los honores, en cualquiera de las entregas de la trilogía de «El Padrino».

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