La juventud reza

Me he atrevido a parafrasear el nombre de una sección que se llamaba “La juventud baila” de un programa televisivo (Aplauso) que se emitía en mi tierna adolescencia.

En la semana del 31 de julio al 6 de agosto se ha celebrado en Lisboa las Jornadas Mundiales de la Juventud, a las que han acudido más de 1,5 millones de jóvenes para compartir sus vidas y sus creencias. Mi hija más pequeña ha sido una de esas jóvenes que han participado en el evento. Ha sido una experiencia vital y enriquecedora para ella, y a pesar de vivir en unas condiciones no habituales (mal comer, mal dormir,…) piensa asistir en 2025 al “Jubileo de la Esperanza” que se celebrará en Roma.

Hay que resaltar que en una reunión tan multitudinaria no se ha producido incidentes graves, violaciones, sobredosis, … solo lo dejo ahí. Quizás tener unos principios morales no sea tan malo, y más en estos momentos, como pretenden desde algunos sectores ideológicos que imponen un relativismo hecho a su medida y para la satisfacción de sus instintos más primarios.

Es curioso que la mayor parte de los medios de comunicación, especialmente los asociados ¿económicamente? a esos sectores ideológicos, en vez de informar del éxito de las Jornadas (¿qué concierto/evento es capaz de reunir a una masa de jóvenes tan grande?), han señalado casi exclusivamente que el Papa se ha reunido con un grupo de 13 personas que sufrieron abusos sexuales por parte de miembros del clero portugués, y que ha pedido perdón por estos hechos.

Desde aquí muestro mi total rechazo y aversión a cualquier tipo de abuso sexual, económico, laboral, social, … Y los culpables deben ser señalados y que el peso de la ley caiga sobre ellos con toda la fuerza posible. Además, condeno la actitud de la Iglesia de tapar esos deleznables hechos.

Aprovechando estas criminales acciones de determinadas personas de la jerarquía eclesiástica, desde el cerril y cretino populismo de izquierdas se pretende reducir la actividad de la Iglesia Católica en estos 2.000 años de historia a exclusivamente una institución obscura, totalitaria, opresora, … cuyo único fin era el poder político “per se” y el control de la sociedad. Se olvidan de forma interesada de la importante labor social que ha desarrollado la Iglesia en estos dos milenios protegiendo y ayudando a los más desfavorecidos, transmitiendo y promoviendo la cultura que fundamenta el mundo occidental, sirviendo a veces de contrapeso a las oligarquías políticas, … En todo caso, no es posible juzgar el pasado con los ojos del presente.

Además, se retrotraen a épocas históricas ya superadas. En este sentido, tanto la encíclica “Ora et labora” como el Concilio Vaticano II, son dos hitos del cambio de la Iglesia ocurridos hace ya muchos años. Así mismo, en la actualidad la Iglesia Católica no tiene el poder que tuvo en el pasado en nuestras sociedades.

En cierta manera, la postura de estos sectores ideológicos recuerda a aquellas proclamas de la dictadura franquista que decían “Rusia es culpable”, simplemente cambiando el sujeto: “La Iglesia es culpable”. Los obtusos coinciden en los métodos de intoxicación.

Aplicando la Tautología, podemos decir:

1º) El ser humano es imperfecto.
2º) La Iglesia es una obra humana.
3º) Por tanto, la Iglesia es imperfecta.

Sin duda, la actividad de la Iglesia ha tenido y tiene sus claroscuros, pero los pecados (y nunca mejor dicho), de algunos miembros del conjunto de personas que conforman la Iglesia no puede ser usado para manchar a todos los miembros de esta comunidad.

Es curioso como algunas de esas personas que tanto rechazan la cara más negativa de la Iglesia, con toda la razón del mundo, pueden aceptar e incluso promover a otras religiones e instituciones religiosas que consideran que una mujer vale la mitad que un hombre, el ajusticiamiento de los sodomitas (homosexuales), el derecho a la guerra aniquiladora contra el infiel, … basándose en que hay que respetar las otras culturas. Para ellos, no todas las personas tenemos los mismos derechos.

También me gustaría ver a esas personas participando en actividades de ayuda a los inmigrantes o yendo a los países del Tercer Mundo, tal y como hacen los religiosos católicos (desde aquí mi cariñoso reconocimiento a “mis” dominicas), en vez de quedarse sentados, exigiendo que sean las Administraciones Públicas las que actúen. Hipócritas revolucionarios de salón.

No soy una persona especialmente religiosa, mis planteamientos racionales se sobreponen al pensamiento “mágico” religioso. No obstante, comparto totalmente lo que le escuché a un sacerdote en una homilía: “la religión es un camino personal para ser mejores personas”.

Sin duda, tener unos principios morales bien cimentados, nos ayuda a desarrollar una vida más feliz. Como cantaba Franco Battiato: “Busco un centro de gravedad permanente que no varíe lo que ahora pienso de las cosas, de la gente.”

Y actividades como las Jornadas Mundiales de la Juventud es un buen instrumento para transmitir ese “centro de gravedad” moral.

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