Mucho «Orgullo» y mucha preocupación

Granada ha celebrado por todo lo alto la semana del «Orgullo». El lunes con la manifestación reivindicativa y la fiesta de quienes, como ellos mismos afirman, no están invitados a ninguna fiesta y ayer tarde con la cabalgata multicolor que recorrió algunas de las principales arterias de nuestra ciudad.

El ambiente festivo no ocultaba sin embargo la preocupación general que se está abriendo paso en el colectivo LGBTIQA+, por las amenazas que se ciernen sobre algunas de sus conquistas, lo cual ha quedado de manifiesto en aquellas ciudades y comunidades en las que Vox ha sido necesario para formar gobiernos, imponiendo su manera excluyente de ver la vida, muy especialmente en lo que a la identidad sexual se refiere.

Afortunadamente la formación de Abascal no pinta nada, políticamente hablando en Granada, lo cual ha permitido al PP enarbolar la bandera arcoiris y sumarse a todos los actos de esta semana del orgullo, cosa que no habría ocurrido bajo ningún concepto, si la alcaldía de la capital, o la presidencia de la Diputación, hubieran dependido de sus votos, como no ha ocurrido en la Comunidad Valenciana, en Castilla y León, en Aragón, en Elche o en decenas de pueblos y ciudades de nuestro país.

El colectivo LGBTIQA+ no tiene la menor duda de que no corren buenos tiempos, máxime si lo que ocurrió el pasado 28M en las elecciones municipales y autonómicas, se reproduce el próximo 23J en las elecciones generales. Imaginar a Abascal, ese personaje que dice que no celebra el Día del Orgullo porque es heterosexual- como vicepresidente del Gobierno; a Rocío Monasterio, como ministra de Familia, o a Jorge Buxadé, como ministro de Cultura y Tradiciones, les pone los pelos como escarpias… y a un servidor también.

Porque no lo duden, si los votos de Vox son necesarios para que Feijóo llegue a la Moncloa, el PP no dudará en ponerles en bandeja de plata su entrada en el Gobierno, exactamente igual que han hecho en Valencia y van a hacer en Extremadura y esa cogobernanza de derecha y utraderecha, tiene consecuencias, ¡Vaya si tiene consecuencias!

El PP no necesita que le toquen mucho las palmas a la hora de situarse en el siglo pasado, en lo que a recortes de derechos y libertades individuales se refiere. Lo ha demostrado a lo largo de su historia, no le gustó el divorcio, ni el aborto, ni la ley de muerte digna, ni el matrimonio igualitario. A las huestes de Feijóo, tan defensoras ellas de la «Libertad», solo les gusta «su» libertad, pero no la de los demás.

Si tenemos en cuenta que el ministerio del Interior ha registrado, en el último año, un aumento de casi un 70% en los delitos contra la orientación sexual en España y que según todas las encuestas, los paladines de las «terapias de conversión sexual», o lo que es lo mismo, de procedimientos pseudocientíficos utilizados para modificar la orientación sexual o la identidad de género de las personas LGBTIQ con la finalidad de conformar su comportamiento a la norma heterosexual, están llamando a la puerta del Consejo de Ministros, no es de extrañar que a decenas de miles de personas en nuestro país, no les llegue la camisa al cuerpo.

Es cierto que a poco que se rasque, la bandera arcoiris del PP no aguanta el primer embite y que no necesitan que nadie les caliente la oreja para sacar el pelo de la dehesa y mostrar su homofobia estructural y si no, ya me contarán, como se puede entender el «inminente cierre» del Centro de Infecciones de Transmisión Sexual de Granada, ubicado en el antiguo Hospital Clínico, como ya ha ocurrido con el centro análogo de Sevilla.

El Centro de Infecciones de Transmisión Sexual es la principal unidad sanitaria local especializada en el diagnóstico, tratamiento y prevención de infecciones sexuales. Con varias décadas de trabajo a sus espaldas y la atención a más de 30.000 pacientes, se ve ahora ante el peligro de su definitivo cierre.

Según un informe de 2019 disponible en la web de la Escuela de Salud Pública, la situaciones epidemiológicas por infecciones gonocócicas, por C. trachoma y sífilis tienden a aumentar desde hace años, lo cual, además de una mayor inversión en educación sexual saludable, requeriría un aumento de la cantidad y calidad de los servicios clínicos a ello destinado, en vez de una merma.
Pero es que además, según denuncia el colectivo LGBTIQ+, los prejuicios y la estigmatización histórica de este tipo de infecciones requieren de la atención integral hasta ahora ofrecida por las y los profesionales del ITS, cuya réplica por los profesionales de la Atención Primaria será poco menos que imposible. Solo la demora en la concesión de cita médica o de enfermería, a menudo supera el mes, lo cual pondrá en riesgo la salud y la situación psicosocial de la población en general, pero sobre todo la de los grupos más vulnerables.

Por todo ello, la totalidad de las asociaciones del Consejo Municipal LGBTIQA+ de Granada han denunciado que el “ahorro” del CITS de Granada aumentará los riesgos epidemiológicos por este tipo de infecciones en la ciudad, mermando lógicamente la calidad de vida de la población granadina, exigiendo al Sistema Andaluz de Salud que mantenga estos centros y deje de mercadear a costa de la vulneración de los derechos de la población andaluza.

Como pueden comprobar, corren malos tiempos para los «Village People»… También en Granada.

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