No es país para jóvenes

Los conocemos como millennials, por el momento en que nacieron, también como mileuristas por su escaso salario mensual, ya que el sueldo medio que un joven de 29 años se lleva al bolsillo fue en 2023 de 1.005 euros al mes. También podría ser la generación entre dos crisis, la primera, la de 2008 cuyos destrozos llegaron hasta más allá de 2014, durante la cual 2.500.000 de jóvenes entre 16 y 29 años perdieron el empleo. Diez años después el aumento de la renta media hasta los 29 años no alcanza el incremento de los precios, pese a la subida espectacular del salario mínimo. El segundo golpe lo recibieron con la Covid, durante la cual los jóvenes vieron cómo se estancaba su periodo de crecimiento social, con la pérdida de oportunidades que ello conlleva.

Casi dos millones de jóvenes, entre los 16 y los 29 años, no pueden emanciparse, pese a que trabajan, por la sencilla razón de que con lo que ganan, no tienen dinero para alquilar una casa, cuya renta cada vez es más cara. Desde 2017, el alquiler ha aumentado casi un 50%, huelga decir que los sueldos no.

En España viven algo más de siete millones de jóvenes y solo el 16,3% de ellos está emancipado, frente al 26% de la población joven que era independiente en 2008, fecha desde la cual el porcentaje de jóvenes emancipados ha descendido de forma alarmante.

Según datos del Observatorio de Emancipación, el salario medio de un joven fue de 1.005 euros netos al mes el año 2023, mientras que el alquiler medio de una vivienda se calcula en 944 euros mensuales, con una subida del 9% en el último año, frente al 5% que ha aumentado el salario mínimo. A esto hay que añadir gastos de electricidad, gas o agua y línea telefónica de datos que superarían los 140 euros, lo que elevaría el total a 1.084 euros, casi 150 euros más de los que ese joven cobra.

Visto lo visto a los jóvenes solo les queda la solución de compartir piso con otras personas, o bien alquilar una habitación, lo que constituye una emancipación relativa, a un precio que tampoco es barato ya que se sitúa en una media de 375 euros, lo que supone dedicar el 30% de su salario por una habitación.

Respecto de la vía de la compra, prioritaria hasta la crisis financiera de 2008, con un 70%, frente al 13% que se inclinaban por el alquiler, se ha convertido en una opción casi imposible, ya que según datos del Observatorio de Emancipación, hay que ganar un mínimo de 2.500 euros netos al mes, más del doble de lo habitual, para poder acceder a esa vía, amén de contar con no menos de 54.000 euros ahorrados, para poder afrontar la entrada.

En Granada los precios de la vivienda, ya sea para comprar o para alquilar, han subido en 2023 más que el coste de la vida en general y que los salarios. El acceso a un bien básico como la vivienda se ha puesto más difícil. Siempre lo fue, pero ahora todavía más.

Según los últimos datos de portales inmobiliarios en la provincia de Granada, el precio medio de venta de una vivienda usada ronda los 1.400 euros por metro cuadrado, en la capital supera los 2.000 euros. La subida a lo largo del año difiere de un portal a otro, situándose entre el 5,2% y casi el 10%, o lo que es lo mismo, la segunda subida más alta de Andalucía, solo detrás de Málaga.

Por su parte, el precio del alquiler ha aumentado un 6,8% de promedio en la provincia, hasta los 8,5 euros/m2, lo que supone un pago mensual de 850 euros para un piso de 100 m2. Se trata de aumentos de precios que están muy por encima del coste de la vida, puesto que el IPC creció en Granada un 3,2% en 2023. Y también rebasan claramente el crecimiento de los salarios, que el año pasado se situó en el 3,7% en Granada.

Convendrán conmigo que con estos datos lo de la emancipación juvenil es una auténtica quimera, aunque para maquillar semejante vergüenza, nos haya dado por utilizar términos tan “cool”, como el de “cohousing”, que traducido a román paladino viene a significar que como no puedo alquilar ni comprarme un piso, voy a compartir todo lo compartible, eso sí de la forma más “moderna posible”

Ante semejante panorama, lo que resulta sangrante es que en nuestro país tengamos más de 400.000 viviendas vacías a estrenar, como consecuencia del pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008… ¡Y luego nos quejamos de las okupaciones!

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