Sobre Atención Primaria: empezar y empezar

In Memoriam de Merche Estébanez

Últimamente, no se habla de otra cosa que no sea la Atención Primaria. El pasado 12 de abril, celebramos el día dedicado a ésta, pero a principios de mayo, nos enfrentamos a la desalentadora realidad de que es una de las especialidades con más vacantes MIR, siendo Andalucía una de las Comunidades Autónomas más afectadas. En Andalucía, la Atención Primaria ha perdido su encanto para los nuevos médicos, arrastrada por la marea regresiva hacia aquellos tiempos de los años 80, donde el médico ejercía más de manera individualista y voluntariosa que integrando su propósito individual en un sistema organizado y estructurado. En aquel entonces, no había cobertura sanitaria uniforme en el territorio, y no existía equidad en el acceso a los recursos de salud. Dominaban los intereses personales; cada quien con su pequeño feudo sanitario. Se recuerda al don José, don Pedro, don Eduardo, don Serafín… cada uno con un plato en su consultorio, no para recoger las lágrimas de los afligidos, sino las monedas de quienes podían pagar. En aquellos días, el equipo de Rx tenía su lugar no en un Centro de Salud, sino en la casa del médico, guardada sin más protección que las paredes de su hogar, bajo llave y bajo su personal custodia. Y si el médico caía enfermo, no era raro que delegase su consultorio y su ciencia al hijo, en un gesto que confundía herencia con derecho y conocimiento. La enfermería, ese bastión de cuidados, era más una sombra que una presencia, escasa cuando no del todo ausente.

Todo esto despierta en mi memoria lo que se bautizó como la Reforma de la Atención Primaria. En aquellos días, nuestra comunidad, pionera en muchos sentidos, tejió un sistema que elevó la salud a la categoría de derecho. Se proclamó la universalidad de la atención, se abolieron los costos de los tratamientos haciendo de la gratuidad un estandarte, se garantizó la equidad en el acceso a los servicios, y se fundaron los cimientos de una gestión y financiación públicas. Y cómo no, se cimentó una asistencia de calidad.

No hace mucho, Merche Estébanez y yo nos perdíamos en los recuerdos de cómo la Reforma transformó la salud de Andalucía. Era como si el paisaje mismo hubiera cambiado: se crearon infraestructuras que cubrían toda la geografía, y se formaron equipos multidisciplinares que incluían médicos, enfermeras, psicólogos, administrativos, celadores, conductores y tantos otros profesionales. Se promovía un enfoque salubrista, con educación y prevención que se desplegaban como un abanico sobre la población. Los horarios de atención se extendieron e introdujeron sistemas de atención continuada. Se luchaba porque la atención fuera en el día, porque no hubiera listas de espera.

Recordábamos cómo, al implantar la historia clínica, convertíamos cada acto médico en una acción de muchas manos, un acto colectivo que unía a todos los profesionales de la salud y la educación. Pero no todos veían con buenos ojos este cambio; cuando viajábamos para explicar el nuevo modelo de atención sanitaria a las zonas básicas de salud, nos encontrábamos algunos pueblos cerrados. Las concentraciones en los pueblos, capitaneadas por alcaldes de derechas, tanto de la vieja guardia franquista como de prototipos de la nueva ola que hoy nos gobierna, intentaban bloquear el camino del progreso. Cerraban carreteras y, junto con el médico del pueblo y otras fuerzas vivas del momento, trataban de frenar su avance.

En aquellos tiempos, un buen número de jóvenes, novatos en sus profesiones pero con entusiasmo, trabajaron en este proceso. No estaban solos, pues a su lado se unían, con un compromiso renovado, muchos profesionales tradicionales de la asistencia sanitaria. Todos ellos fueron el corazón palpitante de un proyecto impulsado por una acción gubernamental decidida a cimentar las bases de instituciones sanitarias fundamentadas en los principios de universalidad, equidad, y gratuidad de la sanidad. Formando parte de este proceso de cambio estaba la Escuela Andaluza de Salud Pública, una joya que hoy, bajo las sombras que proyecta la derecha, enfrenta amenazas de ser desmantelada.

Prototipo de las personas que trabajamos en estos inicios en Granada, fue nuestra querida y añorada Merche Estébanez, a la que despedimos el 8 de diciembre de 2023. Sirva este recuerdo de homenaje a todas las personas que participaron con su esfuerzo en alumbrar en Andalucía la Atención Primaria que tan pertinazmente trata de enterrar la derecha.

Nos ayude en la resistencia el recuerdo del empuje, la alegría, el conocimiento, la amistad, el compromiso y el cariño que nuestra queridísima Merche siempre derrochó.

Trabajemos con su memoria en recuperar la Atención Primaria que permitió a Andalucía situarse a la cabeza de Europa en asistencia.
Revelémonos, paremos a la reacción que en su día no quería que se desarrollara la Atención Primaria y que hoy gobierna Andalucía, reivindiquemos los valores de siempre, los de la gente, los de progreso y solidaridad, adaptados a los nuevos requisitos del siglo XXI.

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